XI: "Yo y el Diablo"

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Adela

—Aaaadeeeelaaaaa, cariño, ¿dónde está mi comida? —escuché afuera de la cocina a Alastor con un tono divertido y melodioso, y que a la vez se me hacía insoportable, me llamaba.

—¡En un minuto!.... hijo de perra —susurré aquello último con el ceño fruncido.

Había estado cocinando como media hora el desayuno para él antes de que se fuera al trabajo, y traté de hacer un buen desayuno, era buena cocinando.

Cuando finalmente estuvo el plato listo, el vaso de jugo que también había preparado, antes de ir a llevárselo, escupí en él, luego actuando como si nada y llevando el plato y el jugo al comedor donde el castaño se encontraba.

—Gracias, querida esposa —sonrió para mí y se fijó en su comida—. Que maravilloso desayuno, enserio te luciste con la apariencia.

—¿Disculpa? No soy tu esposa —me fijé en lo primero que dijo, soné calmada para no hacerlo enojar.

—Cierto, pero pronto sí.

—¿A qué te refieres? No voy a casarme contigo. Nunca me casaría contigo.

—Lamentablemente eso no lo decides tú. Te recuerdo que vas a tener que hacer todo lo que te diga si quieres que te siga tratando bien y no te tenga en un sótano por años hasta que se me dé la gana de sacarte de ahí.

A veces su tono de voz cuando me daba órdenes o me amenaza me daba miedo, pero siempre e sido buena ocultando mis emociones cuando quiero.

Hice como si me diera igual y me dí la vuelta para irme a mi asiento y comer, pero él inesperadamente me tomó del brazo con fuerza. Admito que me asusté, ya que no sabía el por qué me tomó tan desprevenida de esa manera.

—¿Podrías hacerme el favor de tomar este jugo por mí primero? —señaló con su vista su vaso de jugo.

—¿Por qué lo haría? Es su jugo, no mío. —respondí rápidamente.

—No hay razón para ponerte nerviosa, Adela. Si el jugo no tiene nada no tendrías porqué ponerte así.

—No estoy nerviosa, ¿de dónde saca eso? —respondí con la misma velocidad.

—No hace falta que me mientas. Hay que tenernos confianza el uno al otro si vamos a casarnos uno de estos días —su agarre en mi brazo fue aumentando a medida que me hablaba.

—¿De qué hablas? ¿Qué te hace pensar que te estoy mintiendo? Suéltame.... Ya.

—¿Te crees que soy estúpido? —su mirada se mantuvo fija en la mía y no la separó por nada del mundo. Me estaba empezando a preocupar más—. No es la primera vez que le escupen a mi bebida o a mi comida. No soy tonto. Así que bebelo si estás tan segura de que no tiene nada.

Su agarre lo que hizo fué aumentar más, hasta el punto en el que ya no lo estaba soportando y lo único que podía hacer era poner una expresión de dolor y ver cómo mi brazo empezaba ha adoptar la tonalidad de morado.

—Basta... 

—No hasta que pruebes esto por mí.

No lo hice en ningún momento, no dije nada ni me moví de mi posición. Empezaron a escapar de mi boca pequeños gemidos que no podía controlar por el dolor, estaba empezando a volverse insoportable.

—Eres una... —se aguantó en decir una palabrota, en vez de eso, me empujó con tal agresividad que caí fuerte al suelo, llevándome un fuerte golpe en la espalda.

Solté un grito ahogado y me quedé ahí en el suelo agonizando del dolor, sin poder moverme mucho. Él aprovechó y se arrodilló, sentándose encima de mi vientre y con el vaso de jugo llevándolo a la fuerza a mi boca.

Strange Obsession [Alastor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora