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Llegó el momento de salir de ese infierno llamado escuela. Tocó el timbre y creo que fui la primera en salir, no me importaba, solo no quería cruzarme con Jesica o alguna de sus estúpidas amigas. Gracias a Dios eso no pasó y salí afuera. Comencé a caminar bastante rápido, notando que el cielo se estaba poniendo gris así que, supuse que ya no valdría la pena caminar rápido. Si tan solo no tuviera los libros conmigo, tranquilamente me quedaría sentada a mojarme.

Pequeñas gotas comenzaban a caer sobre mi cabeza y todavía estaba un poco lejos de mi casa. Iba a llegar, obvio, pero toda mojada. Apuré un poco mas mi paso hasta que siento que una camioneta negra se pone a la par mio y me toca bocina. Estaba imaginando mentalmente el discurso de malas palabras que le iba a decir cuando me di cuenta de que no era ningún desconocido, era Louis.

-¡Ey! Subí, te vas a mojar toda -dijo sonriendo. Rodeé su auto y me subí al copiloto.

-Hola -saludé- me salvaste, te debo una -dije cuando comenzó a manejar hasta mi casa.

-No te hagas problema, ¿todo anda bien? -preguntó.

-Si, bah, mas o menos -contesté poniendo cara insegura.

-¿Qué pasa? -

-Nada, unas estúpidas del colegio que seguramente nacieron para hacerme la vida imposible, las odio -dije mirando la ventana, mientras gotitas caían sobre esta.

-Así que, ¿enemigas? -sonrió y asentí- Y, ¿puedo saber por qué te odian? Nadie puede odiarte, sos.. ¿Inodiable? -preguntó riendo.

-Lamento decirte pero, si, hay tres personas en el mundo que me odian. A menos que alguien mas lo haga y yo no sepa -comenté riendo- todo comenzó en el jardín... -empecé y le conté toda la historia, por lo cual acabó tentándose de mi desgracia.

-¿En serio? ¿Todo por un chocolate? ¡Que ambiciosa! -dijo riéndose estruendosamente mientras estacionaba en la puerta de mi casa.

-Ya sé, parece muy loco. Llegué a pensar que tiene un pequeño problema mental -contesté riendo mientras bajábamos de la camioneta corriendo hasta llegar al pequeño techo de la puerta de mi casa. Saqué mis llaves y antes de abrir la puerta, se me dio por mirarlo, así que lo hice. Claro, sin percatarme que estábamos muy cerca, demasiado. Miré sus ojos, tan azules y tan vivos, mirándome con amor. Bajé mi vista hasta sus labios, ligeramente entre abiertos, con un todo rosado y volví a sus ojos.

El, disparando sus ojos entre mis labios y mis ojos, deseando lo que yo también deseaba. Mi corazón latía como si fuera el primer beso entre nosotros, ya que nos habíamos besado antes, pero, este beso tendría algo especial...

Una noche en Velez (l.t) -EDITANDO- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora