Capítulo 17

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"El accidente"
(Parte 1)


Álvaro...

Después del desagradable encuentro con el tal "Julio", besé a mi novia como si no hubiera un mañana, tenía la necesidad de tenerla cerca de mi, no quería alejarme ni un segundo de ella, sentía como si algo me la fuera arrebatar. Y ese sentimiento, a sido recurrente desde la última semana.

Platicamos un rato antes de despedirnos, subió a su moto y desapareció del estacionamiento, caminé a mi auto y lo puse en marcha.

―Hola, cariño, ¿Cómo te fue? ―preguntó mi madre, apenas entré a la cocina.

―Bien, estuvo tranquilo el día ―le respondí sin mucho animo, mientras tomaba un vaso de la alacena.

―Y... ¿Qué tal está tú novia?.

Su pregunta hizo que me pusiera nervioso y un poco sonrojado, ella casi no se interesaba en ese tema. Cuando le conté que había vuelto con ella, no la vi muy entusiasmada, de echo, me pareció verla, molesta.

―Bien también, al rato iremos a una fiesta.

Mientras mamá mostraba repentino interés sobre mi relación sentimental con Nat, le comencé a ayudar a picar algunas cosas para la comida de hoy. Pero, fuimos interrumpidos por el teléfono de mi madre, estaba recibiendo una llamada. Tomó el aparato de la barra, y respondió al instante, mientras avanzaba la platica con mi padre, su cara cambio, no sabía si eran buenas noticias, o malas o regulares o ninguna de las anteriores, y una horrible sensación, se dio paso en mi pecho.

―¿Estás bien, mamá?.

―Debemos hablar los 5 en cuanto llegue tu padre ―dijo asintiendo, estaba nerviosa y entusiasmada a la vez.

―¿Qué está pasando? ¿Qué dijo papá? ―pregunté inquieto.

―Tranquilo, cuando venga tu padre, lo sabrán. Mientras tanto, ve a cambiarte para que comas y hagas tu tarea, en cuanto llegue te habló ―me dice, como si siguiera siendo un mocoso.

Reí a su comentario y obedecí.

Hice mis deberes y tomé una ducha, para después, ir por mi novia, estaba ansioso por verla, aún que ya la hubiera visto en la mañana.

Pasaron unas horas luego de haber terminado de ducharme y todo lo que tenía que hacer, cuando oí que abrieron la puerta principal, mi padre ya había llegado del trabajo. Así que, salí de mi habitación y bajé rápidamente, mi curiosidad ya no podía más.

―Hola, papá.

―Hijo, ¿Cómo te fue? ―preguntó mientras saludaba a mi madre con un beso en los labios.

¡Ugh!.

Miré hacia otro lado, antes de responder a su pregunta. Cuando se separaron, mamá se sonrojo y le dio un pequeño golpe en el pecho, haciendo que papá riera.

―Bien y ¿A ti? ―respondí por fin.

―También bien, hijo. ¿Podrías hablarles a tus hermanas?. Necesito hablar con ustedes.

―Claro ―le respondí y subí rápidamente a buscarlas.

Ya estando todos sentados frente a la mesa, la cara de mi padre era indescifrable. Me estaba poniendo muy nervioso no saber que estaba pasando.

¡Qué no sea nada malo, por favor!.

―Recibí una llamada de su abuela por la mañana, dándome una noticia que no tarde en comunicársela a su madre ―se detuvo un momento para tomar la mano de mi madre―. Le pedí que no les dijera nada porque yo quería hacerlo, se que es muy repentino y se que no les pedí su opinión, pero es por el bien de la familia. Nos iremos a California.

En seguida, mis hermanas y yo nos miramos a la vez, la noticia de irnos, no era algo que me esperaba, nos esperábamos. Nos giramos a verlo de nuevo y el nos sonrió, supongo que pensó que nos había caído su noticia como un montón de lindos pétalos de rosas.

―¿Qué? ¿Por qué? ―dije alterado y sin pensarlo.

―Su abuela no puede seguir haciéndose cargo de la empresa sola, así que, me pidió que me hiciera cargo yo.

―¿Y mis tíos? ―preguntó esta vez Sofía.

―Ella no quiere que alguien más se haga cargo, me pidió que no le dijera a ninguno de mis hermanos, que ella lo haría después.

Papá es el hijo mayor de sus hermanos, a diferencia de ellos, el se alejó de mis abuelos desde muy joven, haciendo su vida muy aparte de todos ellos. Hizo su fortuna por si solo y monto su propia empresa. Así que, puedo entender de alguna manera a mi abuela, pero aún así, para mi no se me hace justo.

―¿Y la empresa de aquí? ¿A dónde viviremos? ―preguntó Faby.

―Llegaríamos a casa de la abuela, ya de ahí, buscaremos una casa aparte. La empresa estará bien, me seguiré haciendo cargo de ella sin ningún problema.

Mi cabeza solo estaba dando vueltas, no dejaba de pensar en mi princesa.

¡Natalie...!

―Pero papá, el equipo, mis amigos ―me detuve un momento―, mi novia...

―Harán amigos nuevos, entrarán a otra escuela. Estarás en otro equipo, así que, ya harás otra novia. Eres joven, no puedes pensar que ella es la única en el mundo. Tienes un futuro por delante Álvaro, no por una chica que acabas de conocer puedes dejar todo a un lado. Nosotros somos tu familia, y tú familia está incluso antes de ti.

Oírlo hablar de esa manera, fue como un balde de agua fría. No pensaba que no le importáramos, no pensé que le valiéramos de tal forma. 

―Damián, deja que asimilen la noticia, no seas tan brusco ―dijo mi madre no tan afectada.

Yo permanecí perplejo, los miraba sin creerlo. Mis hermanas, tampoco decían nada, solo los miraban de la misma forma que yo.

―¿Cómo le puedes decir eso a tu hijo, papá?. Bien sabes como vivía antes de conocer a la muchacha, tu mismo se lo reprochabas a cada rato, hasta te encargaste de presentarle a las hijas de tus amigos y cuando te enteraste de que las rechazo, decidiste no meterte más y dijiste que era un caso perdido. ¿Cómo le puedes decir ahora que ya tendrá otra novia?.

Él la miró y luego posó su mirada sobre mi, al igual que yo, estaba molesto, aún que yo me sentía demasiado molesto con él.

―Esa no es una solución papá, mis amigos, mi vida, todo esta aquí. Mi novia, esa chica que me hizo arrepentirme de como trate a cada una de esas chicas que tú, una vez defendiste. Ahora me dices que ya encontraré a otra porque soy joven y ella no es la única en el mundo, sabiendo que me la pasaba como un don Juan. ¿Quieres que vuelva a lo mismo?.

―Necesitamos apoyar a tu abuela y a tu padre en esto, Álvaro. La vida de todos esta aquí, pero no podemos darle la espalda a tu padre. Sé que si hablas con Natalie, lo entenderá. Podrían terminar, y luego que volvamos regresar. La distancia no es para siempre. O podrían verse en vacaciones, hijo.

―Mamá, ¡Por favor!. ¿Estás escuchando lo que me estás diciendo?. Me estás pidiendo que le pida una relación a distancia, o más bien dicho y peor aún, que me esperé aquí mientras yo hago mi vida en California. ¡Eso es una estupidez, mamá!.

―¡No le hables así a tu madre! ―advirtió mi padre.

―¡Entonces no me pidan que deje mi vida así como así!. Y menos, cuando por fin pude abrir mi corazón a alguien ―musité y me levanté de la mesa de mala gana.

Subí a mi habitación, no antes de oír gritar a mi padre desde la planta de abajo mi nombre. Me tiré en mi cama frustrado, no dejaba de pensar en que iba a suceder con Natalie, no sabía cómo decirle que debíamos separarnos, no sabía si aceptaría estar conmigo en distancia. Mi cabeza me estaba matando con todo lo que se me venía. Envolví mi cabeza con la almohada de tal forma de no oír los gritos de mi padre afuera de mi habitación.

Perdí la noción del tiempo desde que subí y me acosté, hasta que oí sonar mi celular por un mensaje de WhatsApp. Quité la almohada de mi cabeza y busque mi celular, lo encendí y era Nat.

Mi princesa 👑.
| Amor mío, te veo en la fiesta. Vi que no llegabas y pensé que tenías algo que hacer, así que… nos vemos allá .
Te quiero, mi amor grandote.😘 |

―¡Mierda!.

Miré el reloj de la cómoda y me apresuré a correr escaleras abajo.

Eran las 20:15 pm, agarré mis llaves y me dispuse ir a la salida, subí al auto que se encontraba en el garaje y salí de ahí lo más pronto. No sin antes escuchar a mis padres gritar por la puerta principal. Los ignoré y salí de ahí.

Pensar en Nat, me hizo olvidarme de Nat, ¡Que tonto!.

Luego de un largo rato, llegue al lugar de la fiesta, bajé del auto y un mar de gente con sus vasos rojos y bailando al zon de la música que se escuchaba de fondo, se estrellaron contra mi. Me acerqué a la casa, esquivando a un par de chicas ebrias, era algo temprano para que ya estuvieran hasta tras, pero no me sorprendía verlas así, yo lo solía hacer.
Mientras atravesaba el umbral de la sala buscando a mi amada, algo o más bien dicho, alguien, me lo impidió.

―¡Alvy! ¿Qué haces aquí? ―dijo la chica que sostenía mi brazo. Me giré hacia ella y me sorprendió verla justo aquí.

―¡Ey, Fanny! ―la salude extrañado―. Bueno, eso debería de preguntártelo yo

―Me invitaron unos amigos y pues ¡Mírame aquí!. ―me dijo mientras abría sus brazos para que la viera―. No pensé ver a nadie conocido por aquí y mucho menos a ti, como ya no hablamos.

Su cara se puso triste, aún que a mí me hizo enojar.

―Sabes bien el por qué deje de hablarte ―respondí tajante.

―Lo sé y te pedí perdón por eso, pensé que ya lo habías olvidado ―dijo acercándose hacia mi.

―No quiero discutir contigo, ¿¡Quieres‽.

―Yo tampoco quiero discutir contigo, así que... ¿Te gustaría tomar algo conmigo? ―me dijo con ojitos de cachorro.

Miré a mi alrededor buscando a mis amigos y a mi novia, pensé que estarían en la pista o en la barra, así que acepté sin mucho ahínco.

―Sólo un trago, mientras encuentro a mis amigos y a mi novia. ¿De acuerdo?.

No muy convencida, aceptó, pues lo de mi novia, no le pareció en lo absoluto, puso una mueca de asco, pero trato de disimularla sonriéndome tiernamente. Se pasó por enfrente de mi, y me tomó de la mano jalándome con ella hacia la barra.

Luego de atravesar al mar de gente que se encontraba en la pista, llegamos a la barra, pedo un trago y ella hizo lo mismo, cuando nos lo trajeron, comenzamos a platicar sobre la fiesta. Aún que, sinceramente no le estaba prestando la más mínima atención.

―¿Te pasa algo? ―preguntó con el ceño fruncido y expresión preocupada.

―¿¡Eh!?. ¡Aah, no!. Tranquila, no pasa nada.

―¿Estás seguro?.

―Si, todo bien.

―Okey ―dijo no muy convencida―. Ven ¡Vamos a bailar!.

―No, no puedo. Debo irme, iré a buscar a Nat. Necesito hablar con ella.

―¡Vamos!. Ella puede esperar. Estás conmigo y puedes hablarme y lo sabes ―dijo de mala gana.

―Lo sé Fanny, pero lo siento. Solo quiero ir a buscar a mi novia y estar con ella.

Me levante de la silla luego de sonreírle y comencé mi búsqueda. Estaría mintiendo si diría que se había quedado quieta en su lugar, enfurruñada, pero quieta. Pero no fue así, el rechinido de la silla al levantarse, se oyó por encima de la música, se apresuro a llegar a mi y se puso frente a mi, y a como pudo, se puso de puntillas y estampó sus labios contra los míos.
Todo paso tan rápido, que no tuve tiempo de reaccionar, sólo sentía sus labios buscando que los míos le correspondieran, pero no podía hacerlo, ni mucho menos quería hacerlo.

―Ahora veo que si que te encontrabas ocupado ―dijo una voz lo suficientemente alto para escucharla sobre la música.

Oír su voz fue un interruptor para mi, empuje a Fanny sin mucho tacto.

―Nat, esto tiene una ex...

Solo sentí el ardor recorrer mi mejilla, no me había dado cuenta en que momento estuve tan cerca de ella que pudo cachetearme ―me la tenía merecida, lo sé―. Al voltear la cabeza, sus ojos estaban llenos de dolor e inundados en lágrimas. Di un paso hacia ella y de inmediato retrocedió.

―¡No me toques, Álvaro! ―musitó con la voz entrecortada―. Yo pensé que te había sucedido algo, no respondías las llamadas y comencé a preocuparme. Pero veo que no debía hacerlo.

Alcancé su mano y la tomé entre las mías.

―¡Por favor, princesa!. Déjame explicarte.

―No, no quiero escucharte. No quiero ninguna explicación, y no quiero nada ya de ti. Quédate con ella, yo me voy. La que sobra aquí, soy yo.

Se soltó de mi agarre y ágilmente, atravesó entre la gente hacia la salida.

―¡Nat! ―comencé a gritar sobre la música para que no se fuera, llevándome un par de miradas de los invitados.

―¡Espérate, Alvy!. Déjala ir, ya la escuchaste, no quiere saber de ti. Y tú y yo tenemos que hablar ―dijo acariciándome la clavícula. La miré mal, me quise alejar de ella, pero no pude.

―¡No me puedes dejar así! ―me gritoneó.

―¡Suéltame! ―grité bruscamente, soltándome de su agarre.

Me apresuré a buscar a mi novia entre la gente sin ningún tipo de éxito. Llegué a la salida y al instante, la vi montada en su moto ―como alguna vez lo dije, es un peligro en esa moto―. Apenas di medio paso al exterior, ya se había perdido por la calle.

Busqué mis llaves en mis pantalones y rápidamente corrí a mi auto para alcanzarla, no podía dejar las cosas así. No quería que si me iría de aquí, me odiara. No así, no de esta forma.

"Otra historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora