Capítulo 30

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Genaro...

Hoy se cumple una semana desde que llegó Natalie al hospital. A evolucionado bastante bien y sus heridas han sanado de la mejor manera posible, así que, el neurólogo a dado la orden para despertarla hoy mismo. Pues entre más rápido sepamos cómo evoluciona ya despierta, mejor.

Sobre Julio... fue detenido en el aeropuerto junto a su familia tres días después de lo sucedido, alego que él no había hecho nada, que solo habían discutido por una tontería, pero que habían terminado después de no poder arreglar el mal entendido, según su versión, que habían terminado en buenos términos. Luego de dejar a Natalie en la puerta de su casa, se fue directo a la suya, pues que no aguantaba saber que había perdido al amor de su vida por una tontería y que de ahí no volvió a saber nada de ella.

Cuando interrogaron a los padres, le siguieron el juego, dijeron que cuando llegó, comenzó a votar todo y a romper todo lo que se le cruzaba en el camino, así que tuvieron que actuar rápido y sedarlo por lo alterado que se encontraba, así que pasó todo lo que faltaba de esa tarde y hasta el siguiente día, dormido. Pero... fue más que obvio que mentían y no les creyeron en lo absoluto.

Solo espero que la noticia de que por fin ese animal se encuentra encerrado, anime a Nat cuando despierte. Pues sé que no será nada fácil de asimilar lo ocurrido. Y menos, seguir como si nada.

Sus padres, sus hermanos, además de amigos, se encontraban en la sala de espera. Habían llegado temprano para poder verla más tiempo.

―Hijo, ¿No entraras con ella?, el Dr. Cuevas ya va a comenzar ―dijo mi madre por lo bajo, acariciando mi hombro.

―Enseguida voy. Iré a saludar a sus padres y avisarles que hoy es el gran día.

Ella me miró y con una sonrisa en su rostro, volteó hacia donde se encontraban los ya mencionados.

―Bien, pero no te tardes.

Asentí y fui directo hacia con los señores.

―¡Buenos días! ―saludé con una sonrisa afable.

Al escucharme, enseguida todas las miradas que había en ese momento, cayeron sobre mi.

¡Incómodo!.

―¡Buenos días, doctor! ―respondió enseguida la señora Tere.

El señor tomó mi mano y la estrujó firmemente. Los hermanos hicieron lo mismo al igual que sus amigos, excepto Frida y Nicole, ellas me saludaron con un beso en la mejilla y con un enorme abrazo.

―¿Sabe algo? ―me preguntó el señor luego de saludar a todos.

―Si, de hecho los llamamos para avisarles que hoy será el día, pero ya estaban aquí cuando lo hicimos ―sonreí nervioso y un tanto divertido.

Todos voltearon a mirarse emocionados y a la vez sorprendidos. Pues todos querían volver a ver a Nat a como fuera, que todo estuviera bien y que volviera a ser ella misma. Al menos es lo que deseábamos todos.

―¿Podemos entrar a verla? ―Frida preguntó con un brillo de emoción en sus ojos amielados.

―Claro, tan solo debo de cerciorarme que pueden entrar y de inmediato vengo por ustedes.

"Otra historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora