Capítulo 22

9 0 0
                                    


"El festival de Día de muertos"


Natalie...

Ha sido complicado subir y bajar escaleras está última semana, así que, prefirieron dejarme dormir en el sillón. No está tan mal, pero no te acomoda muy bien.

Hoy me toca ir a que me cambien el vendaje y me hagan un chequeo.

Ya de camino al hospital, mi celular comenzó a sonar.

Llamada entrante.
Número desconocido.

―¿Si, quien habla?.

Dije al responder, volteando a mirar a mi mamá, quien fruncia el ceño al escucharme hablar.

―Hola, al parecer haz borrado mi número.

―Al parecer todos los contactos se quedaron en otro celular. ¿Quién eres?.

―Soy Julio.

―Ah con que tú.

―Parece como si no te agradara.

―Más o menos.

―Puedo saber ¿por qué no te caigo bien?.

―No, por nada en particular. Pero dime ¿qué pasa? ¿por qué tu llamada?.

―Te gusta ser directa, eso me gusta.
Pues mira, quiero saber si me permites irte a visitar. Quiero verte.

―En estos momentos no estoy en casa, pero en cuanto regrese del hospital, podriamos vernos, te puedo mandar la ubicación por mensaje. ¿Está bien?.

―Claro que si, espero tu mensaje. Con cuidado.

―Gracias, nos vemos.

Colgue la llamada regresando mi mirada al camino.

Se me hacía extraño que me volviera a hablar, pero tener a un amigo más no cae mal o ¿sí?.

***

Mamá fue a estacionar el auto, dejándome en la estrada del hospital, según ella para que si me veían ahí antes, me pasarán más rápido y extrañamente, funcionó.

―Buenos días señorita, vengo a mi chequeo y cambio de vendaje con la doctora Miller.

―Claro que si, permíteme tantito, puedes tomar asiento.

―Si, esta bien, espero ―le respondí con una sonrisa llendo a sentarme.

Pasaron unos cinco minutos aproximadamente, cuando la señorita de la recepción me llamó para que entrará al consultorio de la doctora.

―¡Puedes pasar!.

―¡Gracias!.

No se en dónde se había metido mi madre, así que me toco entrar sola.

―¡Buenos días doctora Miller!.

―¡Buenos días Nat!. ¿Cómo te sientes? ―preguntó mientras terminaba de lavarse las manos.

―Bien, sólo me sigue doliendo mi pie y un poco la muñeca, pero ya puedo hacer fuerza con ella. Supongo que ya es un avance andar en muletas.

Esta río a lo que dije y me senté en la camilla.

"Otra historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora