Capítulo 9

15 1 0
                                    

“El beso”

Natalie....

Ser tan confiada ante un pedante y un egocéntrico como él, no estaba definitivamente en mis planes, pero fue muy gratificante, charlar con él. Luego de reírnos, se levantó del banquito, y comenzó a levantar todo lo que uso en mi curación. La charla me sirvió para distraerme mientras me cocía, me sirvió más que eso, pero decírselo, solo serviría para elevarle más el ego.

―No tengo espejo para que te puedas ver, pero te aseguro que te quedó lo más invisible posible.

Lo miré desconfiada y asentí. No entendí muy bien porque no me llevaron a un hospital, pero supongo que fue mejor. Lo que me preocupaba era como iban a reaccionar mis papás.
Lo más seguro era que no me volverían a dejar salir a fiestas, pero ya los convenceré si se me presenta alguna.

―Gracias por tomarte la dedicación en mis suturas. Espero que no quede marca de este día, confiaré en tus manos ―dije levantando un poco la voz para que me escuchará desde el baño.

―No tienes porque agradecerme. Me agrado charlar contigo ―respondió volteando a verme rápidamente desde donde estaba.

―Después de todo, creo que no eres tan orangután.

―Ja. Ja. Ja. Y yo no pensé que tuvieras sentido del humor ―dijo y salió del baño.

―Hay muchas cosas que no sabes de mi.

―¿¡Ah si!? ¿Cómo cuáles? ―dijo y se recargo sobre el escritorio que se encontraba a un lado de la mesita de noche donde tenía todo lo del botiquín. Alcé un poco la cabeza para poder verlo, tenía una mano sobre su boca y la otra la tenía como soporte para su brazo. Sin querer, mi mirada bajo a sus labios, estaba sonriendo y con eso solo hacia que sus labios se vieran más carnosos, jugosos y apetecibles.

¡Relájate Natalie!.

―No lo sé, no se me ocurre ninguna ahorita ―dije nerviosa volviendo la mirada para otro lado.

―¿Por qué te pones tan nerviosa? ―dijo comenzando acercarse.

―Por nada y por favor, no te acerques más ―dije apenas en un hilo de voz.

―¿Tienes miedo? ―solté una carcajada que lo hizo poner una sonrisa ladina.

―¿Por qué te tendría miedo? ―respondí a la defensiva levantando más la cabeza, ya que su altura es mucho mayor estando aquí sentada.

―No lo sé. Estás nerviosa, estás agarrando mis sábanas con mucha fuerza, tu respiración cambio y te estas ruborizando.

―Yo no estoy nerviosa y si me ruborizó es porque hace calor ―dije poniéndome de pie, haciéndolo que se quitará de mi camino.

Caminé hacia la puerta que supuse era la salida y me tope con su armario gigante, era casi mi habitación completa, apenas lo abrí dejo salir su olor, olía muy rico, toda la habitación olía a él, pero el olor fue remplazado por consultorio médico, así que, casi no pude disfrutar del agradable olor de su perfume.Y mientras me suturaba, pues casi no le preste atención.

Cerré la puerta y me giré, pero apenas lo hice, choqué contra él, lo tenia tan cerca de mi, que podía oler la combinación tan extraña entre cigarro, alcohol, loción, jabón caro y perfume. Olía increíble.

―Eres irritante y no entiendo porque sólo conmigo lo eres. Pero si te puedo decir que no me interesa saberlo, así que, déjame pasar ―le puse la mano en el pecho y lo empujé.

Caminé lo más rápido posible hacia la otra puerta y apenas tomé la perilla, el brazo de Álvaro se posó sobre la puerta muy cerca de mi cara, impidiendo que la pudiera abrir. Pegó su cuerpo al mío, y un escalofrío recorrió hasta la punta de mis pies. Me giré para confrontarlo y no fue muy buena idea hacerlo.

"Otra historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora