VII

147 13 7
                                    

Me sentiría terrible si así fuera.

Eliza corrió por el bosque. Luego de presenciar la escena donde aquella muchacha de cabellos anaranjados que en un inicio le pareció algo sospechosa lanzaba un hacha hacia el rostro de Luce, salvado apenas por el archiduque.

Es atrevida... Y se arriesga demasiado. Exactamente por eso, podría haber funcionado, pero el archiduque es demasiado astuto. Pero tenerla aquí es lo ideal. Esto es algo muy, muy bueno.

—¡Violet!— Exclamó, llamando la atención de su amiga. Vio que ambas chicas tuvieron una discusión, así que prefirió no interferir hasta que el ambiente se hubiese calmado. Ambas muchachas la miraron. —Hola, yo soy Eliza. Tú te llamas...

—Yo soy Emma. — Emi. Sintió una puntada al oír ese nombre en su cerebro, aún buscando vengar a la muchacha que en un pasado fue tan importante para ella. A pesar de todo esto, la sonrisa de su rostro ni siquiera titubeó.

—Es asombroso eso que hiciste.— Bajó la mirada a ver a los tres muchachos que las acompañaban; ellos claramente no estaban acostumbrados al coto, y el miedo y cansancio se les notaba a flor de piel. —Déjame ayudarte con eso. Son muy valientes. —Se inclinó para revisar la herida en el brazo del menor, sacando una venda de su bolsillo y limpiando la sangre. —Más tarde la curaré mejor. ¿Cuál es su plan?

—Esperaba que ellos fueran por su cuenta.— Le mencionó la de ojos verdes. La del gorro puso una mano en su cadera.

—Bueno, con todo lo que has llamado la atención me parece lo más seguro.— Miró a su al rededor, dudosa. —Seguro llamaste la atención del archiduque. Prometí no meterme en muchos problemas hoy, pero si llegas a encontrar a algún herido, haz que me busquen. Tengo lo mínimo para tratar de emergencia las heridas. Ten mucho cuidado, ¿Sí?

—¿En serio tengo que ir detrás de ella también?— Violet suspiró. —Ya me bastaba contigo. Pero está bien, solo por ahora. Hasta que termine la caza.— La joven le dio una sonrisa apenada y se alejó saludando con la mano. Intuyó correctamente que ambas chicas le darían la información suficiente para que el resto del grupo pudiera escapar. 

La tarde pasó más rápidamente, probablemente por la adrenalina de estar tratando a chicos en el acto. Pero, eventualmente, la música sonó nuevamente, y todos corrieron a reunirse nuevamente en el pueblo. Tomó tu parte de las medicinas con velocidad, vociferando junto a los demás en el puesto de primeros auxilios que siempre montaban al final de las cacerías. Un muchacho se le acercó, con una niña llorando a su lado. Extendió su brazo con una expresión de dolor.

—Está bien, está bien. Lo siento, va a doler un poco.— Eliza desinfectó su herida con habilidad, dando algunas puntadas al corte y luego cubriéndolo con una venda. —Ya está. Ya terminó, pueden descansar.— Se arrodilló para mirar a la pequeña, que lloraba desconsolada. —Ten.— Le entregó un fruto pequeño, que solía crecer en los costados más alejados del bosque, por los lugares donde los niños no solían escapar. Extrañamente, era un fruto extremadamente dulce. La pequeña lo tomó, aún con los ojos llenos de lágrimas.

—Gracias.— Murmuró el muchacho.

—Traten de descansar. Ya mañana todo va a estar más tranquilo.— Asintió apenas con la cabeza y se retiró, con todo el cuerpo temblando.

Cayó la noche y comenzaron a guardar las cosas. Oliver se acercó a Zach, que estaba al lado de la muchacha.

—¿Cuántos murieron hoy?— Cuestionó.

—Cuatro personas.— Respondió el chico.

—Bien. Como siempre.— Lo dijo con una mirada tan amarga que le acarició el brazo, haciendo que sus ojos se desviaran hacia ella. Se suavizó, soltando un suspiro y tomando una de las cajas.

—Eso lo tengo que llevar yo.— Protestó la muchacha. Él sonrió apenas.

—Déjame ayudarte entonces, ¿Sí? Por no haberte metido en tantos problemas.— Suspiró, resignada.

—Ya los alcanzo en el molino. Quiero comprobar algo.— El albino asintió con la cabeza y se retiró, mientras la joven dio vueltas por el pueblo. Finalmente encontró a Peter sentado en uno de los escalones.

El niño sollozaba.

—Eliza...— Balbuceó, al verla llegar. —Yo estaba con unos chicos... Y aparecieron los monstruos y... Uno de ellos...— Lloró con más fuerza, abrazándose a sí mismo. Ella se sentó a su lado y lo rodeó con sus brazos.

—Es realmente terrible. Pero no hay nada más que podamos hacer por ellos, al menos no por ahora. Solo seguir viviendo. Ten fuerzas, Peter. Al final, nosotros seremos los vencedores.— El pequeño apenas asintió con la cabeza y se quedó allí un rato más, alegando que deseaba estar solo. La mayor se dirigió al refugio, donde ya estaban la mayoría reunidos. 

—Violet va a traer a esa chica que dijeron, ¿No?— Habló Gillian.

—Probablemente.— Mencionó Eliza, saludando con la mano al entrar. —Las vi en el bosque. Ella estuvo arrastrando a Violet mientras rescataba a los niños.

—Eso me trae recuerdos.— Rió Nigel. La muchacha rodó los ojos, divertida. Antes de poder agregar algo oyó la puerta abrirse, y todos esperaron la entrada de ambas muchachas.

{~°~}

Luego de hacer las presentaciones necesarias dejaron a la muchacha hablar con Lucas, retirándose el grupo del molino hacia el exterior.

—Las estrellas se ven maravillosas esta noche.— Dijo Eliza. Oliver alzó la cabeza.

—Sí, es cierto. A pesar de todo, parece bastante apropiado. Este día hubo desgracias, pero ahora tenemos una esperanza a la que vale la pena aferrarse. Como las estrellas, que siempre iluminan el oscuro cielo de la noche.— Mencionó el chico.

—Eso fue poético. ¿Te sientes bien?— Sonrió la chica. El contrario bajó la mirada, quizás algo avergonzado.

—Estoy un poco feliz, podría decirse. Conocer a alguien más que escapó de las granjas además de Lucas hace parecer las cosas un poco más optimistas. No quiero emocionarme demasiado, pero las oportunidades aumentan y eso es algo que apreciar.

—Supongo que tienes razón. Hay que apreciar los pequeños bonitos regalos que a veces te da la vida.

—Sí, es cierto.— Ella no lo notó, pero Oliver la estaba observando fijamente mientras estas palabras se deslizaban suavemente de sus labios. Sus ojos parecían más brillantes que nunca, y una sonrisa coronaba su rostro perfectamente. Desvió la mirada unos segundos antes de que la chica se girara.

—Gracias.

—¿Y eso por qué?

—Por haberme acompañado todo este tiempo. Realmente te lo agradezco.— Él soltó una pequeña risa.

Entonces yo debería agradecértelo a ti.

Dientes de León {Oliverxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora