XXII

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En que te amo, mayormente.

—¿Y? ¿Qué tal?— La muchacha movió su cabeza hacia un lado, mirando cómo Zack salía de una de las habitaciones que hicieron funcionar como enfermería. Él soltó un suspiro y abrió la boca como si estuviera por responder, pero luego sus ojos se abrieron y pegó la oreja a la puerta nuevamente.

La muchacha se apuró a correr hacia él e imitar su acción, mordiendo su labio inferior en un intento de aguantar las risas que trataban de escapar de su boca.

El moreno solo la miraba, en un intento de dejar de distraerse con ella y poder prestar la suficiente intención a lo que sus amigos se decían.

—Demonios, qué manera de coquetear tan triste tienen esos dos.— Soltó una pequeña risa mientras se alejaba de la puerta, susurrando sus palabras. —Pero al mismo tiempo es terriblemente tierna.

—Ya, pero es como si dos ciegos trataran de indicar un camino que ninguno conoce. Al final, terminan demasiado perdidos.— Bufó el azabache, frunciendo el ceño. —No sé cuánta paciencia puedo tener como para esperar que se confiesen o lo que sea que hagan para resolver este tema.

—Se nota. Por eso les propusiste lo de las cartas, ¿Verdad?— Ella soltó una risa, negando con la cabeza. —Eres un impaciente, Zack. Y un metiche.— Apoyó suavemente su dedo índice en su pecho, de manera acusatoria. El muchacho fingió falsa ofensa y tomó la muñeca de la chica con dulzura.

—¿Por qué metiche?

—El cómo evoluciona o no su relación no es problema tuyo, metiche. Es algo que ambos van a resolver eventualmente, con o sin tu ayuda.— Le reprochó, cerrando los ojos, y él soltó un suspiro aún sosteniendo su mano.

—Bueno, sí, quizás. ¿Y qué?— Apretó los labios. —Son mis mejores amigos. Y, bueno, ella me ayudó bastante contigo...— Murmuró, sonriendo suavemente. La joven le acarició la cabeza y él apoyó la frente en su hombro, sosteniéndola de la cintura con su mano libre.

—Es cierto, sí, pero tú le pediste ayuda directamente. Esto es distinto.— Giró el rostro para mirarla a los ojos.

—¿Crees que lo que estoy haciendo está mal? ¿Crees que los perjudicaré?

—No, no realmente.— Jugó con sus cabellos, buscando tranquilizarlo. —La verdad, yo diría que lo mejor es que ellos solos se dieran cuenta de sus propios sentimientos. Pero siendo como están siendo ahora quizás si les venga bien un poco de tu ayuda.— Zack sonrió satisfecho, besando suavemente la mejilla de la chica.

—Y es por eso que te amo.

{~°~}

—Creo que estoy en problemas.— Eliza se tapaba el rostro con ambas manos, dejando un espacio entre sus dedos para poder ver con claridad.

—¿Qué es lo que has hecho?— Cuestionó Violet, negando con la cabeza y suspirando.

—¡No importa! Seguro que podemos resolverlo.— Asintió Gillian. —Porque no es tan malo, ¿Verdad? Si fuera así te verías mucho más preocupada.

—Es que estoy muy... Confundida.— Dijo, negando con la cabeza. Oliver no se encontraba en la habitación, porque había salido para completar un chequeo médico rutinario. Así que las jóvenes allí reunidas realmente no tenían tanto tiempo como para poder darle más misterio al asunto, porque entonces el albino de mechón rojo reaparecería, y eso sería problemático. Pero por más que lo intentaba, no parecía poder lograr que las palabras formaran frases lo suficientemente coherentes como para poder explicarles la situación.

—¿Confundida por qué?— Cuestionó la de cabellos morados.

—Sobre mis sentimientos.

—¡Oh!— La rubia se llevó una mano a la boca, sorprendida. —¿Qué sentimientos? ¿Y por quién? Creo que nunca te vi enamorada.

—No, no, déjame adivinar. Ese alguien tiene ojos rojos, cabello blanco y apenas colorado, es el que nos lidera y su nombre empieza con O y termina con liver.— Violet enarcó una ceja, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra y apoyando una mano en su cintura.

—¿Oliver?— La sonrisa de la de ojos verdes se ensanchó, y pequeñas risitas comenzaron a escapar de entre sus labios. —Bueno, pues ya era hora para eso, ¿Verdad? Era solo cuestión de tiempo hasta que uno cayera por los encantos del otro.

—No sé qué hacer.— Terminó confesando la muchacha recostada en la camilla, soltando un sonoro suspiro.

—Bueno, primero que todo, cambiar la cara.— Su amiga de cabello corto se sentó a su lado y le golpeó la cabeza. —No te preocupes tanto por eso.

—Es que yo lo quiero mucho. Y si él se llegase a enterar de que siento esto por él y él no siente lo mismo por mí, podría llegar a alejarse de mí... Y no quiero eso.

—Naturalmente, pero es algo que tiene que pasar. No vas a poder guardarte esto para siempre, seamos honestas. Eres demasiado transparente como para poder tragarte tus sentimientos durante mucho tiempo.— Lo dijo con completa honestidad. Tanta honestidad que Eliza tuvo que procesarlo durante unos momentos.

—¿Y qué es lo que quieres que haga? ¿Que de la nada le confiese mis sentimientos, así como así?

—No, no.— Intervino la tercera, alzando su brazo como si pidiera permiso para hablar. —Si te quieres declarar, mejor haz algo romántico.

—Bueno, sí, ella podría tener razón. Las declaraciones de amor definitivamente no son parte de mi área de trabajo.

—¿Y yo qué sería en esa situación? ¿El producto?— Soltó una risa por los nervios, pensando un poco el cómo se sentía nuevamente.

—No lo sé. Realmente no sé qué hacer, porque si lo amo...— Soltó un suspiro pesado mientras sus mejillas se tornaban de color. —Tengo demasiadas cosas en las que pensar en este momento. No sería justo para él salir conmigo, porque él ha sido más que solo dulce conmigo. Si quiero realmente salir con él, debo resolver mis problemas primero.

—Eso es muy maduro de tu parte, Eliza.— Gillian asintió con orgullo, sonriendo.

—Y también muy problemático. No sabes cuánto tiempo puedes llegar a tardar en sanar emocionalmente, y no creo que reprimir mucho tus sentimientos ahora sea lo ideal.— Se cruzó de brazos y alzó los hombros mientras soltaba un suspiro de resignación. —Pero si tú crees que es lo correcto, entonces hazlo. Tienes que ser feliz con el resultado final, porque al fin y al cabo, es tu vida.— Eliza asintió con la cabeza, y no pudo pensar más en el tema, porque Oliver volvía a entrar a la habitación. Él sonreía, pero había algo extraño.

Una expresión afligida escondida.

Dientes de León {Oliverxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora