XIX

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Te amo, Oliver.

La muchacha soltó un suspiro de puro cansancio antes de volver a acomodarse bien entre las sábanas y comenzar a descansar, con la respiración suave y los ojos cerrados, aferrada a la camisa del joven a su lado, que la sostenía contra su pecho.

Lo cual lo comenzaba a asustar bastante, quizás. Porque el oír aquel "Te amo, Oliver" amenazaba con dejarle problemas cardíacos crónicos. ¿Qué diablos quería decir exactamente ella con eso? Tal vez hacerse el dormido fue una pésima idea. Un muy, muy, muy mala idea, porque ahora no sabía cómo iba a siquiera mirarla a los ojos sin descomponerse internamente en el proceso, no sabía siquiera el cómo preguntarle si aquel te amo era platónico o romántico.

No había forma de que pudiera preguntarle algo así jamás, pero era cierto que la duda ya mostraba capacidad de carcomerlo durante semanas, haciendo que pase noches en vela y los pensamientos se le arremolinaran en la cabeza. No era algo que se viera capaz de batallar fácilmente, al menos no mientras experimentaba aquella creciente cercanía con Eliza.

Esa noche le costó mucho dormirse. Por eso, probablemente, es que cuando finalmente despertó Eliza se había retirado con camilla y todo a hacerse unos estudios más.

—Hasta que finalmente despiertas. Buenos días, bello durmiente.— Zack dejó a un lado el vaso de agua, luego de haber dado un sorbo, y miró a su amigo adormilado con una ceja alzada. —Es la primera vez que te despiertas fuera de tu horario. ¿Qué te pasó?

—¿Qué? ¿Qué hora es?— Se llevó una mano al rostro, tratando de quitarse el sueño.

—Las seis y veintitrés. Felicidades, casi veinticinco minutos tarde.— Se puso de pie y tomó la bandeja de comida mientras acomodaba la almohada de Oliver y así ayudarlo a enderezarse para que pudiera desayunar más cómodamente. —Pensé que se te iba a enfriar. Menos mal que despertaste, casi lo llevaba de vuelta para la cocina.

—¿Y Eliza?— Le dió un sorbo al café tibio y sonrió suavemente. Se sentía bien tomar algo cálido apenas despertar.

—Se la llevaron hace un rato, quieren hacerle unos estudios más para ver cómo están sanando sus heridas. Aunque confío en que va a salir todo bien.

—Sí, seguro. Ha estado descansando y comiendo bien.— Entrelazó sus dedos al rededor de la taza, dudoso. —De hecho, aprovechando que ella no está, hay algo que quisiera hablar contigo.

—Sí, supuse. ¿Qué es?— Se cruzó de piernas con una sonrisa cómplice. —Soy todo oídos.

—Me dijo te amo.

—Ah, sí, cómo olvidar cuando tus puros y totalmente platónicos sentimientos fueron correspondidos por ella en el bosque. ¿Qué con eso?

—No, ella me lo dijo a mí. 

—Sí, lo sé, lo entendí la primera vez que lo dijiste, pero no iba a perder la oportunidad de recordarte aquel momento. —El albino rodó los ojos, sonriendo, mientras el otro se carcajeaba. —¿Y? ¿Ahora son pareja? ¿Me estás pidiendo mi bendición?

—No, es demasiado pronto para pedirte tu bendición. Además, no somos pareja. Ella me dijo eso porque pensó que estaba dormido, y me sorprendió tanto que no pude moverme, así que decidí fingir que no lo escuché.— Zack parpadeó un par de veces. 

—Esa es una de las peores ideas que se te han ocurrido en tu vida. ¿Por qué harías eso?

—Porque temo que ella no esté segura. Quizás es muy pronto para pedirle formalizar algo. Estuvimos hablando, y creo que por primera vez en su vida, una vez ya liberada de todas las memorias dolorosas que le traía el coto de caza, se siente como si pudiese liberarse de otras cosas que siente que le hace daño. Otras cosas, personas... Sabes a lo que me refiero.

—Ah, hablas de Louis. Bien por ella.— El moreno frunció el ceño inconscientemente. —Ya era hora de que hiciera eso. Ese chico se lleva aprovechando de ser su supuesta familia desde hace muchísimo tiempo. 

—Sí, exactamente. Creo que sería mejor para ella concentrarse en esas cosas primero, y no quiero abrumarla con que piense también en mis sentimientos.

—Bueno, eso es realmente noble. No me sorprende viniendo de ti.— Se inclinó un poco hacia adelante, mirando al de ojos rojos fijamente. —Pero ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres hacer?

—Si te soy completamente honesto...— Bajó la taza e hizo la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro. —No, la verdad que no. Una parte de mí dice que no debería arriesgarme a perder los posibles sentimientos que ella tiene por mí. Pero esto es lo correcto. Y si de verdad me ama, yo no me voy a alejar de ella en ningún momento de este proceso que está atravesando. Voy a seguir estando cerca de ella, tanto como pueda, tanto como me lo permita.

—Eso suena tan cursi de alguna manera.— Oliver lo miró con falsa molestia mientras el otro hacía muecas de asco en un intento de acallar sus risas.

—Algún día te sentirás igual por alguien, créeme.— Zack negó con la cabeza.

—Sigue soñando, bello durmiente. Eso es imposible.

—Ya lo veremos.— Se oyó el sonido de la puerta principal de la habitación de la enfermería abrirse, y Eliza se asomó sonriendo.

—Ah, veo que ya despertaste. ¿Cuánto se le pasó su horario?

—Veintitrés minutos.— Informó el de cabello azabache, mientras se ponía de pie para recibir a su amiga y hermana con un abrazo.

—Vaya, nuevo récord.— Lo recibió entre sus brazos con un suspiro de alivio y también cansancio, para luego acomodarse entre las almohadas mientras volvían a colocar su camilla al lado de la del albino de mechón rojo. —Buenos días, Oliver.— Le dijo, sonriente.

—Buenos días, Eliza. ¿Cómo te fue? ¿Te dijeron algo?— Ella se enderezó con emoción.

—Dicen que en estos días voy a poder estar haciendo la fisioterapia, ¿No es asombroso? Finalmente voy a poder levantarme de esta camilla.— Se estiró en su lugar, casi como si comenzara desde ya a saborear la movilidad añeja. —Ay, Oliver, hay tantas cosas que quiero hacer. Quiero ir a explorar este refugio, quiero ver lo que me contaron de los archivos, quiero hacer tantas cosas.— Su sonrisa titubeó mientras pensaba, y el chico temió que desapareciera por completo. —Hay cosas que quiero hacer que quizás no sean tan lindas. Pero me vas a acompañar, ¿Verdad?— Oliver la tomó de la mano, sonriendo no solo con el rostro, si no con el alma, porque no había cosa en este mundo que lo hiciera más feliz que ella.

Siempre, Eliza.

Dientes de León {Oliverxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora