V

142 12 0
                                    

Así que ten cuidado, para que puedas decirme Oli durante mucho tiempo.

—Por supuesto. No crees que te librarás de mí tan rápido, ¿Verdad?— Eliza sonrió, mirando al cielo.

—Claro que no. Además, no quiero hacerlo.— Cuando la muchacha se giró para sonreírle al albino oyó una voz a sus espaldas.

—¡Eli, hasta que te encuentro!— Gillian se asomó y miró a ambos chicos. —Eh, espero no interrumpir nada.

—No, está bien.— Se puso de pie y miró a la rubia. —¿Qué es lo que necesitas?

—Louis te busca.— Sintió a Oliver ponerse de pie detrás de sí y ya podía sentir su ceño fruncido antes de mirarlo una última vez para despedirse con la mano.

—No pongas esa cara, Oliver. Nunca entendí por qué te cae tan mal.

—Digamos que tengo mis razones.— Farfulló el chico, suspirando. 

—Bueno, como digas. ¿Nos vemos más tarde?

—Seguro. Ten cuidado.

—Hasta pronto, Oliver.— La chica se retiró, oyendo el saludo lejano del muchacho. Gillian silbó, poniéndose una mano en la cintura.

—Ella no se da cuenta, ¿Verdad? O sea, lo que quiero decir es que hasta yo lo noté para este punto. ¿Tendrá un problema en la vista o algo?

—Supongo que él lo habrá hecho desde el inicio, entonces no se da cuenta de lo mucho que él le coquetea.— Gillian asintió con la cabeza.

—En realidad hablaba de ti, pero bueno, como digas.

—¿De mí?— La miró, casi sorprendido. —Bueno, creo que yo fui más sutil al respecto. No quiero abrumarla, y si realmente comienza a sentir algo por mí, espero que sea genuino.

—Entonces ella no es la única con problemas de visión...

—¿Qué dijiste? No oí bien.

—Nada, nada. No está en mi trabajo decírtelo, aún.

Mientras tanto, Eliza caminaba por el falso pueblo buscando al muchacho con el que se crió y con el que fue enviada allí. Pronto lo vio resaltar entre la multitud, así que se acercó.

—Me dijo Gillian que me estabas buscando.— El alto chico de ojos verdes y cabello negro se giró para sonreírle.

—No sé dónde te metiste estos últimos días, así que no pude darte un regalo de cumpleaños.

—Louis, no te hubieras molestado...

—¡Es un abrazo!— Ella arqueó una ceja, sorprendida por un segundo. Pero al ver al chico abrir los brazos solo pudo soltar una pequeña risita.

—Está bien, muchas gracias.— Sonrió, luego de separarse del muchacho.

—Sí. Eres muy afortunada por poder recibir mis abrazos. Además, eres la única a quien se los doy. ¿Quieres saber por qué?

—¿Porque somos como hermanos?— Aventuró falsamente, porque sabía que esas no eran las intenciones detrás del comportamiento del moreno, pero no encontraba nunca las palabras para poder rechazarlo. Sentía que algo le debía, después de haberlo conocido de toda la vida y que sea el único que conoció a quienes fueron las personas más importantes en la vida de Eliza.

—No, no es eso.

—¿Sabes algo? Recordé que, esto... Peter me pidió verlo más tarde, así que debo irme.

—¿y Quién es Peter?

—Uno de los niños que salvé hace poco en una de las cacerías.

—¿Sigues haciendo eso? Es inútil, ¿Lo sabes? Eventualmente todos vamos a morir aquí.

—Eso... Eso no es cierto. No digas esas cosas.

—Bien sabes que es cierto. A veces me pregunto si en realidad lo haces por la culpa que sientes por lo que pasó con Alicia y Amanda.— Ella se quedó congelada en su lugar, incapaz de moverse o de pensar correctamente.

—No digas esas cosas.

—¿Por qué? Si tengo razón.— Se encogió de hombros, como si estuviera hablando de algo tan casual como el clima. Cuando ella retrocedió chocó con el pecho de Oliver.

—Bueno, yo creo que si ella te pide que no digas algo, lo mejor sería no decirlo.— Su mirada era intensa, casi como si hubiera esperado ese momento por mucho tiempo. El contrario frunció el ceño.

—Vamos, Eliza, no me digas que te lo tomaste personal. Sabes que lo digo como una broma.

—Entonces, no fue una broma graciosa. Sería mejor que no la repitas, ¿Verdad?— La muchacha asintió con la cabeza anonadada. Louis bufó.

—Si prefieres ponerte aburrida, para eso me voy. Hasta luego o lo que sea, porque al final nunca puedo verte.— Se retiró, con los pasos perdidos de quien no tiene un lugar a donde ir, pero sabe que debe irse.

—¿Estás bien?— Cuestionó el del mechón rojizo, poniéndose en frente de la del gorro. La tomó de la mano, dudando. 

—Sí, estoy bien. No pasó nada.

—¿No pasó nada? A mí me dio la impresión de lo que dijo sí fue algo. ¿Por qué razón siquiera pensaría en decir algo así? Es terrible.

—Bueno, seguro no pensó que era malo. No lo hizo con mala intención, ya sabes. 

—Incluso si esa no fue su intención, sí hizo algo malo. Y está bien si te sientes ofendida o molesta al respecto.

—Estoy bien en serio, Oliver, no fue algo tan grave.— Él suspiró, finalmente rindiéndose a razonar.

—Si tú lo prefieres así, te creo. Aunque me parece que ya te darás cuenta mientras pase el tiempo.

—¿Qué es lo que te molesta tanto de él? No sueles ser la clase de persona que enfrentaría a alguien más.

—¿Si te soy honesto? La verdad es que me preocupas. Me preocupa que te pase algo, y no confío en él.

—Pero yo sí.— El albino suspiró, acariciando su nuca con su mano libre.

—Y tampoco estoy muy de acuerdo con eso, pero es tu decisión. Tú eres la que tiene el poder de elegir lo que prefiere al final del día, no yo, no él. Espero que elijas lo que te haga más feliz. No te deseo nada más que felicidad eterna.

—Eso es muy dulce, Oliver.— Balbuceó ella, soltando la mano del chico y girándose para que no viera su sonrojo.

—Puede que sea muy dulce, pero es la verdad. ¿Hay algo que quieras hacer ahora?

—Iba a buscar a Peter. Debe estar con sus amigos, pero creo que necesito enseñarle algunas cosas más sobre esconderse.

—¿Quieres que te acompañe? Creo que con dos profesores aprenderá mejor.— Ella lo miró, sonriendo dudosa.

—¿No estás ocupado? Tal vez alguien más te necesita ahora.— El chico miró hacia el cielo celeste y ella imitó la acción, siguiendo el curso de las nubes falsas con los ojos.

Si es para ti, nunca estoy ocupado.

Dientes de León {Oliverxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora