VIII

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Entonces yo debería agradecértelo a ti.

—No lo entiendo.— Gillian se cruzó de brazos, mirando a Eliza. —¿Por qué no le dices y ya?

—No puedo simplemente decirle algo así.— Oliver se dio la vuelta, dejando de admirar a la muchacha a la distancia, muy a su pesar. —No es ni el momento ni el lugar.

—¿Y qué es lo que esperas exactamente?

—Un futuro más sustentable. Cuando tengamos eso, te prometo que le diré.— Gillian bufó sonoramente, caminando hacia la salida de aquella casa.

—Como quieras, pero creo que pierdes el tiempo. Si algo le llegase a pasar, habrías perdido la oportunidad para siempre.

—Pero no le va a pasar nada. No voy a permitirlo.— La chica se encogió de hombros, mirando hacia el cielo rayado y las falsas estrellas.

—Ella como que siempre está poniéndose en peligro, ¿Cierto? Y no estás cerca de ella ni en la mitad de esos momentos. ¿Qué te asegura que nunca saldrá herida?

—No lo hará.— Frunció apenas el ceño, en completa negación de aquella idea. —Ella es inteligente y habilidosa. No le ocurrirá nada malo.

—¿Y cómo estás tan seguro de que tú saldrás ileso también?

—¿Perdón?

—No es que diga que es posible que mueras pronto, no me malentiendas.— Se apuró a decir. —Pero este plan de Emma y Lucas es bastante peligroso, incluso para ti. ¿Cómo sabes que todo saldrá bien y que ambos van a estar bien?

—Solo me queda esforzarme para cumplirlo. Sé sobre la promesa que hicimos, pero no voy a permitir que ella salga herida. Simplemente no.— La rubia se encogió de hombros.

—Si tú lo dices.— Se retiró mientras el muchacho pensaba intensamente. Se rindió, apoyando la cabeza en el escritorio frente a sí y llevándose las manos al cabello.

—No pasa nada.— Se dijo a sí mismo. —No es el momento. No está bien, hay cosas de las que tenemos que ocuparnos antes. Sin embargo...— Y giró la cabeza, viendo cómo Eliza se adentraba en la casa, y no pudo evitar hacer un pequeño y casi imperceptible puchero antes de dirigirse a una habitación para dormir.

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—Eso es lo que llamo prometedor.— Habló Eliza, mirando al blanco que Emma había atravesado justo en el centro. —A mí me tomó muchísimos intentos tener esa precisión, y todavía erro en algunas veces. —Ya terminamos los preparativos. ¿Encontraste armas que te resultaran cómodas?

—Sí, esta y aquella.— Señaló a un arma sobre la mesa y levantó la que tenía entre sus manos. Luego, su expresión cambió. —Todos... Sabían cómo matar demonios.— El grupo compartió una mirada. 

—Sí, sabíamos.— Respondió la muchacha. 

—Pero ellos no saben que sabemos cómo matarlos y que queremos hacerlo.— Continuó Sandy.

—Para ellos no somos más que mocosos sin habilidades que no saben cómo escapar, y eso es lo que quisimos aparentar. —Completó Sonya. —Solo atacamos en defensa propia, escapamos solos y conseguimos información a toda costa. Mientras íbamos avanzando con los preparativos, también perdimos muchos compañeros. Con la experiencia de Lucas y nuestros preparativos seguimos avanzando, perdiendo compañeros y consiguieron nuevos. Los frutos de todo eso fueron este plan. Conocemos bien cuán fuertes son nuestros enemigos, pero nosotros vamos a ganar.

—Exactamente, pero no por eso vamos a bajar la guardia.— Retomó Eliza. —Sobre todo con el archiduque Leuvis. ¿Escuchaste lo de los compañeros de Lucas?— La de cabellos anaranjados negó con la cabeza. —Lucas y los amigos que tenía al principio peleaban bastante contra ellos, con buenos resultados. El amigo de Lucas, el que era el líder del grupo, era muy bueno dando indicaciones. Era muy hábil con las armas, creando estrategias, defendiendo y huyendo. No murió ninguno y pudieron sobrevivir a este coto de caza. Realmente eran un grupo impresionante, no eran gente común. Pero tan pronto como llamaron la atención del archiduque... Fueron aniquilados. Asesinó a cada uno de los amigos de Lucas como si fuera un juego. Como si le sacara el dulce a un bebé y después se lo mostrara a los padres.— La menor tenía una expresión horrorizada, por la que la relatadora se tomó una pausa para carraspear. —Hizo todo eso para que Lucas y el mejor amigo lo detesten. Para despertar sus ansias de matar, los arrinconó constantemente, para que su caza fuera más divertida. Está a un nivel completamente distinto, y a eso se le suma que está bastante desquiciado. Es imposible saber qué va a ser, así que si alguien nos va a arruinar el plan, es él.— La menor pareció pensar profundamente en sus palabras, con la mirada perdida en el suelo. —Pero no te preocupes mucho.— Se apuró a decir. —Todo va a salir bien.— Le compartió una sonrisa y el resto rápidamente se puso a informar los detalles de los preparativos, tratando de reanimar el ambiente.

—Eliza.— Peter apareció por detrás de la chica y ella lo apartó, guiándolo hacia el pueblo.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?— El chico asintió y la miró fijamente.

—Es que había alguien buscándote. Me dijo que se llamaba Louis.— La joven frunció el ceño, inevitablemente. —Le dije que no sabía dónde estabas porque parecía enojado, pero si quieres ir a ver qué quiere, debe de estar por el pueblo.— La mayor suspiró y le revolvió los cabellos al niño.

—Será mejor que vaya a ver, ya que mañana será un día muy ocupado. Tú intenta descansar.— Caminó por las calles antes de chocar contra alguien, que caminaba con demasiada prisa. —Lo siento, no te vi...

—¡Eliza, te estaba buscando!— Exclamó el chico. Ella lo miró.

—Sí, eso escuché, por eso vine a ver qué era lo que necesitabas.

—¿Cómo se les ocurrió un plan tan disparatado?

—¿Qué dices?

—¿Nosotros? ¿Vencer a los monstruos?— Se carcajeó, como si la idea le pareciera realmente un disparate. La chica se enervó de enojo, pero no dijo nada. —Solo somos humanos, ¿Cómo podríamos hacer algo así? No hay forma de que podamos vencer a los monstruos con esas armas que apenas sabemos cómo usar. Y no hablemos del liderazgo de Oliver, que ni siquiera es confiable.

—Oliver es un líder muy fiable.— Replicó. El más alto la miró fijamente.

—Siempre estás de su lado. Deberías defenderme a mí, porque somos familia. Somos la única familia que nos queda, ¿Recuerdas? Entonces deberíamos estar el uno con el otro.

—Lo sé, pero aún así...

—Es que Oliver te está manipulando, ¿No es así? Él quiere que dejes a tu verdadera familia atrás. Que me dejes atrás.

—No, no digas eso, él jamás querría eso, y yo nunca lo haría.— Respondió. Toda la aparente tristeza se borró del rostro del muchacho y ella se quedó allí, confundida, mirando cómo se alejaba y pensando en sus últimas palabras.

Eso espero.

Dientes de León {Oliverxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora