CAPITULO 26

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CAPITULO XXVI

Llevo la caja de pizza a la sala y conecto el computador al televisor, decido ver algo para relajarme, mañana saldré a conocer un poco antes de que comiencen las clases, adelantaré estudios para terminar lo más pronto y comenzar la universidad los antes posible. No aguanto las ganas de estudiar lo que me gusta -comercio internacional- y poder dirigir mis propias empresas, ganar dinero por mérito propio.

Opto por ver el Cisne negro, amo esta película y apago las luces de la sala.

De nuevo comienzo a acostumbrarme a vivir sola, pero aun así extraño las constantes discusiones con mis hermanos, Chloe y ... No, a Dean no lo extraño; mientras yo estoy aquí lamentándome como una estúpida por él, Penélope lo debe de estar abrazando y deben de estar celebrando la gran noticia.

Cuando dan las 23:30 pm, lavo mis dientes y me pongo el pijama, quiero dormir y descansar, lo que no he hecho desde que me enteré lo sucedido con Dean.

Aún no supero que haya burlado mi confianza en la fiesta que hizo la fraternidad el equipo de fútbol, el optó por quedarse acompañándome, pero no quise, quería que también pasara tiempo con sus amigos y no dijeran que era la típica novia que mandaba y tenía a su novio como un perrito faldero. Pero de que sirvió eso si ese mismo día se acostó con Penélope y de esa noche de calentura se obtuvo un resultado.

Suelto mi coleta ya estoy lista para caer en brazos de Morfeo, no quiero seguir pensado más en Dean y lo que puede ser mi futuro sin él. Nadie es indispensable y después de más de 4 días de haber terminado una relación, el llanto y las inmensas ganas de tenerle cerca van desapareciendo.

Apago la televisión y a los pocos segundos de haber cerrado los ojos tocan a mi puerta. ¿Quién podrá ser a esta hora?

Me pongo de píe rápidamente e inmediatamente se me viene a la mente Dean, siento correr por parte de mi cuerpo emoción, pero a la vez desprecio y rabia con solo pensar que tiene el descaro de venir para que lo perdone.

Miro por el ojo de la puerta y me encuentro con Wesley algo nervioso, de nuevo toca mi puerta. Acomodo mi cabello inconscientemente y abro.

- ¿Pasa algo? -lo miro preocupada.

-No, lo siento, ¿estabas dormida? -me sonríe a medio lado y apoya su peso en su pie derecho.

-Oh, no. -niego con la cabeza y sonrío a medio lado.

-Sólo quería hablar un rato, pero puedo volver mañana -señala hacia atrás con su pulgar y se da la vuelta para volver a su apartamento.

-Tranquilo, pasa. Me agrada la idea de hablar un rato -abro más la puerta y dejo que pase a la sala - Disculpa un momento. Ponte cómodo -digo desapareciendo por el pasillo hacia mi cuarto para buscar una chaqueta o un buzo, tengo un pijama puesto y no me siento nada cómoda.

Acomodo otra vez mi cabello delante del espejo y regreso a la sala en donde lo encuentro mirando por el balcón.

-He vuelto -llamo su atención y los dos reímos estúpidamente. - ¿Deseas algo de tomar? -le pregunto, me siento nerviosa teniendo a alguien que acabo de conocer en mi apartamento, solo los dos. Quien carajos sabe si es un asesino, un violador o yo que sé. Río ante mi idea y el me mira como si descifrara algo.

-No soy nada de eso -se ríe y me quedo perpleja ante su respuesta, ¿cómo sabía que pensaba eso?

Sonrío a modo de disculpas.

-Un poco de agua estaría bien -responde y salgo directo para la nevera en busca de un poco de agua.

No me había dado cuenta que llevaba una camisa blanca en la cual se marcaba su musculoso torso y unos pantalones negros de pijama.

Una historia de amor que jamás dejará de ser escritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora