CAPITULO 36

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CAPITULO XXXVI

Narra Dean.

Desde el momento en que me enteré que Christofer no era mi hijo biológico quise morir y dejar todo, pero había algo que no me dejaba hacerlo. Y ese algo es Blue Dietrich.

Me alejé de la persona que más amaba a consecuencia de una mentira. Una mentira por parte de la persona más arrogante, hipócrita y egocéntrica que he conocido en mi vida. Cuánto daría porque Blue no se hubiese alejado de mi lado en ningún momento. Sé que le hice daño, bueno realmente no le hice daño... todo fue un engaño, un engaño que puso en duda mi integridad y honestidad.

Tiro a un costado el control del televisor y me dispongo a caminar por toda la sala. La desesperación es más grande que yo, pero no puedo hacer nada para apagarla, Blue es feliz con otra persona -o eso es lo que me dice- no puedo irrumpir de nuevo en su vida, debo dejarla ir y comenzar desde cero.

Dispongo de dos vacíos entonces, el de mi amada y el de mi hijo, el después de casi dos años brindándole todo mi amor, creyendo llamarlo realmente mi hijo, sangre de mi sangre, se vuelve una ecuación que se suma a las tantas que tengo en mi vida.

Tomo el vaso de Whisky que se encuentra en la mesa de centro y me lo llevo a la boca. Ojalá el alcohol solucionara todos los problemas.

Tomo asiento y reviso los últimos papeles que me faltan para la próxima conferencia que es pasado mañana. Mi empresa en este momento es mi único apoyo, mi bebé, a la que puedo llamar mía sin temor a despertar un día y enterarme que nunca me ha pertenecido; a la que he visto crecer poco a poco acompañado de la paciencia.

Deposito el vaso de Whisky junto a los papeles y me dispongo a seguir mi trabajo.

¿Cómo estará mi hijo... o bueno, Christofer en estos momentos?, ¿su respiración aún será lenta al dormir o estará comiendo algo?; No puedo pensar en dejarlo ir de mi vida, lleva mi apellido y parte de mí, aunque biológicamente no es mío, me pertenece tanto como a Penélope y a su verdadero padre.

Pues, el padre no es aquel que dona la esperma, sino, es aquel que cuida desde los primeros segundos de vida.

Christofer Brooks es MIO.

Tomo mi teléfono e intento calmar mi respiración, llamaré a la madre de Penélope -pues no sé nada de Penélope hace rato- y pondré en marcha el asunto de la custodia de mi hijo. La abuela de Christofer es otra víbora culpable de mi constante despecho.

- ¿Hola? -contesta del otro lado de la línea.

-Pásame a Penélope -siento que su respiración se para al escuchar mi voz, al parecer creía que iba a desaparecer de sus vidas dejándoles el camino libre. ¡Ja!, pobre ilusa. De tal palo, tal astilla.

-No está -recupera su voz.

-Si está y necesito hablar con ella -exijo.

-Dean... está en la registraduría, cambiarán tu apellido por el de su padre -dice orgullosa y cuelga dejándome con la ira más grande que la Torre Eiffel.

Me llevo las manos a la cabeza e intento tranquilizarme para poder llamar a mi abogado. Marco rápidamente su número.

- ¿En qué puedo ayudarle señor Brooks? -contesta al segundo timbre.

-Hola John, perdona molestarte a esta hora -ni sé qué horas son, pero sé que allá es de día- necesito un gran favor, Penélope está en estos momentos en la registraduría cambiándole MI apellido a MI hijo, por el de su verdadero padre sin mi autorización.

-No puede hacer eso, puede que sea el padre biológico del niño, pero este está registrado como suyo, ya mismo voy camino hacia allá y le llamo para contarle que pasa -escucho el sonido de una puerta cerrarse.

Una historia de amor que jamás dejará de ser escritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora