Malas compañías

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La única forma de la que pudo librarse de terminar en la piscina fue ocultándose bajo el brazo protector de su imponente novio rubio, mientras él bebía impaciente de una sola vez la mitad de su cerveza oscura, ella reía a medias mientras veía a Tsuyu patear a Mineta hacia la piscina.

No fue la única que se refugió en Katsuki, pues el resto de sus amigas de a poco fueron encontrando su lugar en la mesa que ocupaba la pareja, sentándose sin pedir permiso, mientras se secaban lo mejor que podían. Jiro y Momo conversaban y reían, mientras Mina decidió acompañar a Katsuki con la bebida, llegando con algunas cervezas mientras se entretenía con lo que sucedía más allá de su mesa.

Katsuki terminó su quinta cerveza de la última hora, se giró hacia su novia castaña y la besó con hambre y lujuria, tocando descaradamente como era su costumbre, Ochako estaba acostumbrada a tales muestras de cariño y para ser sincera le encantaba la forma brusca en la que Katsuki la trataba, él la hacía sentir sexi y amada con solo un beso salvaje.

El animado ambiente de charlas y risas se apagó súbitamente, la atención de los invitados se centró en un grupo de invitados nuevos, nadie dudó ni por un segundo de quienes se trataba, con esos trajes hechos a la medida, las camisas negras, corbatas carmesí y las pesadas armas ajustadas en su cintura; algunos miembros de la familia Shigaraki caminaban descarados entre los invitados.

—Maldición, ¿qué hacen esos imbéciles aquí? —preguntó Mina por lo bajo.

Katsuki destapó otra cerveza, sin apartar su mirada fiera de los intrusos.

—No lo sé, pero creo que deberíamos irnos —habló con timidez Ochako.

El grupo de hombres reía mientras paseaba su vista por las mesas, a la distancia, los más jóvenes notaron a los trajeados hombres bromear antes de iniciar su camino hacia la mesa donde ellos se encontraban, que era la única que estaba ocupada casi totalmente y la única en la que había mujeres un poco ebrias en compañía de un solo hombre.

—Maldición, vienen hacia nosotros —susurró Mina.

Guardó silencio al notar que uno de los hombres sujetó la silla vacía a su lado.

—Señoritas, buenas noches ¿podemos hacerles compañía?, nos divertiremos todos juntos —dijo con una sonrisa que no ocultaba ni un poco sus oscuras intenciones con las chicas y menos ayudaba que no apartara su mirada del escote de Mina.

—No gracias —declinó Momo indiferente, mientras destapaba una cerveza.

—Ya nos estamos divirtiendo —señaló Mina— ¿o no Katsuki?

—Sí, lo hacemos, así que lárguense —dijo el rubio mirando amenazante a los tres sujetos.

—Tú ya tienes a la tuya hermano, deja que nos divirtamos un poco con las demás —se quejó el hombre de cabello negro sentándose en la silla desocupada.

Mina puso los ojos en blanco mientras se levantaba de su asiento, Momo intentó imitarla pero fue detenida por un brazo que se posó en sus hombros.

—Vamos nena, no seas tímida —dijo aquel sujeto acercándose peligrosamente a la chica.

Momo enfureció, no pensó en su miedo o en las consecuencias, su mano se movió por inercia aterrizando en la mejilla del sujeto con un fuerte chasquido y una marca roja que se formó en el sorprendido rostro del hombre.

Ella se levantó empujando la silla ante la perpleja mirada de los asistentes a la fiesta, solo quería refugiarse en alguno de los autos, lejos de esos idiotas. Un suspiro de miedo de la multitud la alertó, al girarse encontró la mano del sujeto a escasos centímetros de ella, seguramente no con buenas intenciones y a Katsuki sujetándolo, poniendo demasiada fuerza en su agarre.

No me salves, solo corre [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora