Trato

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Martes 10:30 pm. Sakura palace.

Se halló de nuevo en la lujosa puerta del bar, esta vez el corpulento cadenero ni siquiera pidió su nombre, simplemente lo dejó entrar. Fue guiado hasta la misma sala donde se había reunido con el jefe por primera vez, al entrar fue recibido por otra asquerosa escena. La mujer que justo ayer casi lo asesina con la mirada, una rubia de ojos escarlata a la que recordaba como Toga, estaba sentada en uno de los sofás, con esa pobre chica pelirosa sentada a horcajadas en sus piernas, devorando sus labios en un beso salvaje. Sintió lástima por la más pequeña, otra vez sus torpes movimientos junto a sus palabras incoherentes lo hacían sospechar que ella no estaba del todo consciente, y saber lo ocurrido con Ochako solo aumentaba sus sospechas.

—No te quedes ahí, siéntate donde quieras, pide una bebida o un acompañante, eres un invitado —habló el jefe, quien acababa de entrar a la habitación.

—Solo un whisky —pidió, sentándose lo más alejado de los yakuza.

El jefe hizo una llamada ignorando por un momento a Katsuki, se concentró en pedir sus bebidas sin quitar la mirada de la chica pelirosa, inevitablemente Katsuki terminó mirándola también sintiendo desagrado y tal vez compasión.

El jefe carraspeo al notar la dirección de su mirada.

—Lo siento, Bakugo —comenzó, acariciando los largos mechones de la chica—, pero hay mercancías reservadas solo para clientes muy especiales.

—No estoy interesado de cualquier forma —respondió desviando la mirada.

—Eso no me lo creo, esta hermosura ha hecho caer hasta el más correcto de los hombres. —El jefe se interrumpió con un gesto desagradable, golpeó el trasero de la chica llenando la habitación con el eco de la nalgada, ella gimió en la boca de Toga sin separarse de la yakuza. Era repugnante.

—Pero no estamos aquí por eso —continuó el hombre—, dime ¿has venido a aceptar mi propuesta?

—Cinco trabajos para ti, a cambio ella queda libre. Si es así, tenemos un trato —respondió desafiando al jefe con la mirada.

El yakuza aplaudió su decisión sin molestarse en contener su risa.

—Eso es lo que necesitaba oír, muy bien, tenemos un trato. Ahora creo que tu Whisky tendrá que esperar, antes que nada necesito confirmar que sigues siendo tan bueno como antes.

Los yakuzas lo guiaron a través del complejo hasta el estacionamiento subterráneo. Terminó en una camioneta negra rodeado de hombres trajeados de rostros hoscos, todos armados. Él viajaba en la misma camioneta que el líder yakuza.

El convoy avanzó por las abarrotadas calles de Musutafu, recorriendo las calles inundadas de colores neón.

El viaje fue corto y terminó cuando estuvieron frente a la estación de policía, se trataba de un enorme edificio remodelado recientemente al parecer. Supo de inmediato que en ese problema estaba totalmente solo, pues ni siquiera la policía se salvaba de la influencia de esos monstruos.

El grupo de yakuzas se movió dentro del edificio y las alarmas saltaron en la mente de Katsuki. El numeroso grupo fue bien recibido, el nuevo jefe del departamento de policías recibió a Shigaraki con un saludo animado. Katsuki sintió su furia crecer, ese bastardo estaba al tanto de las actividades de la yakuza y era parte de ellos, si pudiera lo golpearía hasta tirarle los dientes. No tuvo tiempo para eso, pues entendió de inmediato el alcance del poder de la familia Shigaraki, la sala donde habían terminado era la sala donde se veían las cámaras de vigilancia de la ciudad, cada rincón, cada esquina, todo Musutafu podía verse desde ahí, si alguien se atrevía a dar un paso equivocado ellos lo sabrían. Entonces, seguramente todas esas veces en que la policía llegó a las carreras clandestinas fue la policía ayudando a esos bastardos.

No me salves, solo corre [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora