Cuando pasaron las primeras horas sin que alguien respondiera sus mensajes se preocupó, sin embargo, tenía que ser paciente y no dejar que las malas ideas lo abrumaran, no era momento de ser negativo. Estar con su familia lo ayudaba a despejarse un poco, pero con el paso de los días su preocupación cobró fuerza. No había un solo mensaje de Katsuki o Uraraka, ni de nadie más, ni un solo mail que lo hiciera estar tranquilo, algo no andaba bien, podía sentirlo.
Intentó llamar, mensajear y enviar correos, pero nadie respondió.
Inko no tuvo el valor para contarle todo a Izuku, pero entró en detalles al relatarle lo mismo a Hisashi. Ambos padres tenían algo muy claro, haber sacado a Izuku de esa ciudad fue la mejor decisión que pudieron tomar. Entendieron el sufrimiento de su hijo y también sus preocupaciones, pero no encontraron el valor para decirle la verdad, qué padre podía decirle a su hijo que un líder yakuza tenía sus ojos puestos en él. Hisashi e Inko no tenían el valor para hacerlo.
Por eso las semanas pasaron sin que Izuku notará intenciones de Inko por volver a Japón, y mientras más se acercaba la fecha en que tendría que volver a inscribirse a la escuela, más aumentaba el miedo de no volver a su hogar jamás.
Preguntó e insistió tanto en eso que su padre explotó un día. Hisashi gritó que no los dejaría volver, que iniciarían de nuevo en ese país alejado de sus amigos y de su hogar.
No lo dejaron protestar pues la decisión estaba tomada. Por primera vez en toda su vida Izuku no fue el buen hijo obediente que habían criado. No tenían derecho a separarlo de esa forma sin siquiera darle la oportunidad de despedirse, no podían obligarlo, no iba a permitirlo.
Le llevó un año reunir el dinero de los boletos de avión, uno de ida a Japón y otro de regreso. Solo necesitaba ver a sus amigos de nuevo, despedirse, y podría volver en paz a comenzar de nuevo. No importaba el regaño y los castigos que le darían, solo necesitaba verlos de nuevo, se quedaría un día o dos y volvería.
La noche que eligió para irse tomó su mochila y una pequeña maleta con ruedas, salió lentamente de su apartamento dejando tras él solo una nota avisando de sus planes, y se preparó para las once horas de vuelo que le esperaban. En todo ese tiempo jamás encendió su teléfono, quería evitar los mensajes y llamadas que seguramente harían explotar el dispositivo. Solo había una cosa que importaba, volver a casa, volver con sus amigos, verlos al menos una última vez.
Nadie había respondido sus mensajes por un año, así que no volvió a enviar alguno, era más probable que nadie respondiera. Al aterrizar, salió corriendo al primer lugar que quería visitar, el hogar de los Bakugo, había pasado tanto tiempo que solo necesitaba ver a Katsuki para sanar un poco su corazón dolido.
Las cosas empezaron mal en su nueva aventura, cuando recorrió media ciudad para llegar a la casa de Katsuki no encontró a su amigo de la infancia, ni siquiera encontró un hogar, solo un edificio calcinado que contrastaba con el resto de la ciudad que se veía más moderna a como la recordaba. Y de su amigo no había rastro alguno.
Eso lo desanimó y lo preocupó, pero aún tenía muchos lugares que visitar, alguien podría decirle lo que había sucedido. Por desgracia, el resto de su primer día fue igual de decepcionante. Cada casa que visitaba, cada lugar dónde podía encontrar pistas siempre estaba vacío o se había convertido en algo más.
La tarde llegó con un sentimiento de desesperanza y desolación, estaba solo y no tenía a dónde ir, sin mencionar que no tenía ni idea de lo que les había sucedido a todas las personas que conoció en Musutafu.
Caminando por las calles vacías se encontró con un bar de aire familiar a las afueras de la ciudad, tenía la fachada pintada de un animado graffiti de colores y el nombre "Pinky" escrito en un anuncio de luces neón apagadas. Algo parecido a una corazonada lo hizo querer entrar y curiosear solo un poco. Abrió la puerta corrediza de cristal y se halló en un bar agradable, de mesas de madera y una barra en el fondo, estaba fascinado con la decoración. Solo pudo dar un par de pasos antes que alguien en la barra saliera con una pila de cajas.
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No me salves, solo corre [KatsuDeku]
FanfictionBakugo Katsuki, uno de los hombres de negocios más importantes de Japón, recientemente vive atormentado por una vorágine de recuerdos de sus épocas juveniles. Uno de esos recuerdos en especial lo mantiene en vela cada noche, aquel chico de su infanc...