Recuerdos de sangre

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La persona a quien llamaba respondió al tercer sonido. No hubo ningún saludo de por medio, ni la paciencia necesaria para asegurarse que eran las personas correctas quienes estaban a cada lado del teléfono.

—Lo sabías —reclamó Katsuki con la furia brotando de los más profundo de sus entrañas—. ¡Sabía lo que esos malditos hijos de puta hicieron con Izuku!

Del otro lado de la línea hubo silencio.

—¡Respóndeme cabrón bastardo!, ¡lo sabías maldita sea!

—Lo sabía, por eso trabajo para ellos… —respondió Kirishima con una voz fría y distante que ahora parecía ser la verdadera, ya no la animada que recordaba de su viejo amigo—. No es una historia fácil de contar…

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Una noche lejana lo sacaron de su trabajo de medio tiempo a rastras, Tomura Shigaraki estaba fastidiado con él, su sola existencia le hacía hervir la sangre, todo porque él como muchos otros habían tenido el descaro de tocar a su más bello tesoro, su Deku.

Lo tendieron en medio de una sala oscura, atado de pies y manos como un animal recién cazado. Podía escuchar el tintineo de los vasos de cristal, los murmullos de un pequeño grupo de personas, y los gemidos lejanos de una mujer.

Una persona se acercó a él, tiró de su cabello y lo obligó a levantar la cabeza, pudo sentir el doloroso filo de un cuchillo presionando sobre su cuello, la sangre escurriendo por su piel.

De esa forma pudo distinguir al hombre sentado frente a él, escondido en la semipenumbra con una mujer tendida a su lado, usando su boca para atender la erección del sujeto, fue repugnante.

—¿Qué estás esperando?, degollalo ya —ordenó una voz aberrante con la que Kirishima había tenido pesadillas.

—El jefe quiere verlo —se unió una voz femenina de tono juguetón, que no dejaba de ser espeluznante—. Acabó fácilmente con dos de los nuestros, podría sernos útil.

—Eso jamás, lo quiero muerto ¡quiero ver su sangre corriendo por la alfombra, mátalo ya!

—¿No te he enseñado a no ser impaciente, Tomura? —se unió una nueva voz, fría y áspera. —No podemos precipitarnos, menos ahora que las cosas comienzan a marchar bien.

El hombre que recién llegaba atravesó la sala en penumbra, Tomura se quitó del lugar frente a él, se hizo a un lado acomodándose los pantalones y ese hombre desconocido llegó a ocupar su lugar, acariciando los cabellos de la mujer que había estado atendiendo al albino.

—Asesinó sin esfuerzo a dos de mis hombres de confianza, si no mal recuerdo todos estos niños han sido un problema desde hace tiempo, ahora que son hombres pueden sernos de utilidad.

—Prefiero morir —escupió Kirishima con saña.

—En eso te puedo ayudar —se burló Tomura. Sacó de su ropa un arma y con ella lo apuntó, si hubiese un poco más de luz Kirishima podría haber visto la mueca desquiciada en su rostro.

—Es una lástima que pienses así —señaló el hombre a quien Tomura le debía obediencia—. Tantos de tus amigos han venido a mí suplicando favores, han ganado deudas y yo he sido tan benévolo, ahora que necesito un pago por mi bondad tú te niegas y a ellos les cierras las puertas.

—¿Qué favores? —preguntó con la voz temblando.

Aunque a decir verdad ya imaginaba de lo que hablaba el hombre. Había perdido tantos amigos, familia, y cada perdida estaba relacionada de una u otra forma con la familia de yakuzas. Tal como su padre baleado en un callejón luego de atacar a una prostituta, o como su mejor amigo amenazado con bombas puestas en su propia casa, incluso Kaminari terminó hundido, luego de que tras meses de perderse en drogas y apuestas fuera asesinado.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2023 ⏰

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No me salves, solo corre [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora