Prologo

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-Esto es todo, estamos en quiebra- Don Facundo confesaba a sus hijos mientras se miraban unos a otros sorprendidos

-¿Pero papá? No se supone que la zafra de este año será buena, el campo está lleno y los trabajadores no muestran molestias Eliseo el hijo mayor se cuestionaba mirando a su padre quien no podía ni levantar la mirada

-Es verdad hijo, pero tenemos dos años sin lograr una zafra que de buenas ganancias, además en la última perdimos muchas hectáreas y la producción no fue pagada como se esperaba- se sentó con el corazón roto- no importa lo buena que sea esta zafra, podremos pagar todo, pero no nos quedara ganancia, no tenemos ganado suficiente, pasaran al menos dos años para poder volver a sembrar-

-Pero... ¿No podemos hacer nada? podemos trabajar, ir a ferias, podemos volver a concursar en los rodeos- Elena intentaba crear en su cabeza una opción coherente

-Pequeña, créeme que he pensado en todo, en todo, y lo último que quiero es que sus vidas cambien, o perder nuestro legado, pero debo admitir que todo esto me sobrepaso... mi padre tenía razón, yo no...-

-No lo digas querido- su esposa se levantaba para apoyarlo- hemos tenido malos años, no es que esto te quede grande, ya arrastraba grandes problemas-

Elena miraba a su alrededor, su madre intentaba darle consuelo a su padre, quien se rompía a pedazos frente a su familia. Su hermano repasaba desesperadamente la lista de su celular, como si intentara encontrar algún nombre que pudiese tener una solución mágica a sus problemas, y ella estaba ahí, sentada intentando que el cerebro le funcionara adecuadamente.

-¿Hablaste con Del Rio?-

-No hablare con Del Rio- su padre se puso serio apenas su hermano menciono ese nombre

-Seguro que él puede ayudarnos, siempre ha querido invertir en el campo y...-

-Lo que del Rio quiere no es invertir en mi campo, lo que quiere es mi rancho, él ya tiene una gran hacienda, no sé qué mas ambiciona, no estoy dispuesto a darle nada, y el no querrá simplemente ayudar-

-Deberías intentarlo...- Su esposa segundo a su hijo

-No...-

-Pero... padre-

-¡HE DICHO QUE NO!- y dando un golpe en la mesa hizo que Elena cerrara los ojos asustada-¡Continuare luchando! No es como si me rindiera, pero era justo lo que necesitaba que supieran... quería que supieran...-

-Tranquilo...- Su esposa lo sostuvo mientras tomaba su costado angustiado- ya encontraremos algo querido...-

-Elena continuara en la universidad como hasta ahora, pero necesito que tu- señalo a su hermano- te entrevistes con algunos amigos que han accedido a tener la posibilidad de contratarte, necesito que tengas estabilidad... su madre regresara con sus abuelos, ello han accedido a pagar la universidad de Elena, y cuidar de su madre un tiempo, yo igual intentare vender algunas tierras después de la zafra y deberemos encontrarle otro uso al rancho... lo que sea que nos de algo de dinero... ya que este año no tendremos producción...-

-Papi...- Elena intento ayudar- yo puedo, puedo conseguir algún empleo, para que los abuelos no tengan que ayudarnos...-

-Está bien, te falta un año solamente, estarás bien...- y ella asintió sin ánimos de llevarle la contraía.

No importaba cuantas vueltas le dieran al asunto, los Herrera se estaban en la nada, su padre llevaba meses y meses meditando sus opciones, y por más que hubiera querido mantener la compostura con sus hijos no lo había logrado. Todo se estaba terminando y como hijo único de su padre no podía si quiera imaginarse perdiendo el legado de toda una generación por su incompetencia.

Elena no podía ver su vida lejos de ese lugar, la universidad para alguien como ella que amaba de sobre manera el campo fue complicado, pero siempre soñó con volver a casa, trabajar con la familia, encontrar un buen hombre... pero ahora sus sueños debían cambiar, seguramente tendría que trabajar en la ciudad, ayudar a sus padres, poder servir de algo.

Intento encontrar consuelo en su hermano, pero estaba tan desesperado como su padre, él era el hijo mayor, debió haberse percatado de todo aquello. Pero no fue así. Elena apenas tenía 22 años, y su hermano 32, su madre paso mucho tiempo pensando que no podría ser madre de nuevo, pero pasado los años le bendijo con su hija menor, a pesar de la distancia en años Eliseo siempre mostro gran afinidad con su hermana, eran buenos amigos, y su más cercano consejero.

Por ello ahora mismo se sentía completamente a la deriva.

Elena no sabía que hacer...

Elena no quería perder su hogar...

Y las opciones parecían desaparecer.

La HerraduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora