-En serio no me aguanto de la risa- Gabriela se sostenía el estómago mirando a su hermano entrar con aquel intento de regalo
-¿Qué se supone que haces aquí?- se quejó dejando el enorme ramo de flores en la mesa
-¿Qué es esa cosa tan horrible?- continuo riendo acercándose al ramo enorme
-Elena detesta las flores, ya quiero ver cuando se las des-
-¿Qué cosa?- y con ambas manos en la cintura dio un largo suspiro
-Las detesta, y más algo así de ostentoso, ¿Acaso no la conoces?-
-Ese es mi puto problema-
-Bueno, no creo que no puedas deducir en este tiempo lo que le gusta o no a tu esposa- se encogió de hombros tomando una de las rosas rojas en sus manos
-Apenas si me tolera, hace unos días pensé que lo había logrado sabes, que por fin estaba avanzando, pero al otro día nuevamente paso de mi olímpicamente, al menos ahora me habla, pero preferiría que se callara, tiene una agudeza en cada palabra que todos a mi alrededor seguro piensan que soy un jodido mandilón-
-Ojala lo fueras, te tendría más respeto de esa manera- ambos comenzaron a desarmar el ramo para llenar los jarrones vacíos de la sala de estar- tenle paciencia, le fuiste infiel apenas unos cuantos meses después de casados, no es algo que cualquiera pueda pasar por alto-
-No sé qué se me metió en la cabeza-
-En el pito diría yo- y Tadeo solo chasqueo la boca molesto- Elena y tú se llevan casi doce años, es lógico que no siga tu paso, además...la vida ha sido difícil para ella, lo sabes, tú lo viste con tus propios ojos. Elena se aferró a ti y a tu habilidad para dar seguridad. Tienes ese don, incluso nosotras, Anita y yo sabemos que estaremos bien cuando lo dices... aunque muchas veces tanto ella como yo resolvamos tu mierda. Pero a veces hace falta alguien que esté ahí... y ese día tú lo estabas-
-Muchas veces me he preguntado si estoy haciendo lo correcto...- se abanicó con el sombrero dejando la labor a su hermana- quizá solo me estoy encaprichando con ella, como no me quiere necesito que me ame....-
-Elena te ama...- y la expresión de su hermano no tenía precio- ¿acaso eres idiota? Si solo estuviera a tu lado por el dinero te sangraría a muerte, además siempre preguntaba por ti en Houston, la única persona que seguro se preocupa de tus tontas necesidades como si comes, duermes o así-
-Eso no es amor del todo-
- ¿Y tú eres un experto en ello?- le arrojo un tallo a la cara- ¿Quién crees que hace la compra en la hacienda?, supongo que te diste cuenta cuan iluminado esta este lugar, ella se encarga de muchas cosas aquí, y ahora tú tienes tiempo para andar de carbón. No es muy lista si me lo preguntas-
-¿Quién se murió?- Elena entraba en el recibidor después de montar toda la mañana con Prieto
-Traje flores para los jarrones de la casa, ¿te gustan?- dijo Gabriela mirando engreída a su hermano por tener la razón
-Me gustan las flores, pero las rosas son muy corrientes... no sé, son tan falsas, te aseguro que quien te las regalo quería sentirse mejor con él, no contigo- se encogió de hombros- ¿Ya comieron?-
-No...- soltó Tadeo en un bufido mirando como su hermana se desarmaba de la risa
-Me daré un baño y comemos juntos ¿Si?- y ese par solo asintió mirándola subir los escalones de dos en dos
-Te lo dije idiota-
-Vete a la chingada- se quejo
Los jinetes estaban a punto de marcharse, apenas terminara octubre estarían listos para comenzar el camino a los rodeos, y un nuevo equipo llegaría a entrenar el siguiente año, ese era el ciclo en la hacienda. También era el momento de tener su primer aniversario. Elena pensó en ese día desde semanas atrás, pero decidió no engancharse, Tadeo pensó en dar el gran gesto, pero la verdad era que conocía a su esposa lo suficiente para saber que le rechazaría, así que no el único gran acto que podría sostener para ella era no volver a ver a Fabiola, y lo estaba cumpliendo.
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La Herradura
RomanceTadeo deberá responder a aquella familia que siempre le dio la mano a él y a sus hermanas, ante la desgracia y la perdida deberá salvar a quienes les cuidaron para continuar con el legado de su familia. No tenia opción, era Elena o nadie, pensó que...