CAPITULO 34

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No existieron dudas en sus movimientos, en cuanto la vio correr su cuerpo tuvo vida propia, si la vida queria demostrarle que estaba llegando al límite de todo, esa era la señal, como pudo llego a su lado, su mano se extendió apenas con su nombre entre sus labios, pero el terror de Elena le sobrepasaba y no pudo reaccionar, con fuerza la arrastro por la carrocería para cubrirla del primer impacto.

Sintió como su espalda ardía y el aire le abandonaba, no podía perder la conciencia, no ahora "Tadeo...mi bebé" dijo como una súplica y al bajar la mirada la vio... la vio igual que aquel dia que la saco de ese baño, tan asustada, tan pequeña. La fortaleza le llego de golpe, y de un tirón libero su pierna atorada entre las llantas y su cuerpo, la arrojo con todas sus fuerzas hacia el costado, Elena trastabillo hasta caer de frente y con todo lo que tuvo en su cuerpo se arrastró hasta el otro pasillo escuchando como el segundo impacto hacia retumbar.

Su mente estaba perdida y la voz de facundo sonaba en algún lugar de sus recuerdos, aquella última plática venía a su cabeza, aquel último deseo.

-¿No se puede hacer nada?- pregunto Tadeo sentado en aquella oficina

-Tadeo, estas cosas no deberían preocuparte, son cosas que la vida me ha puesto en frente y que no puedo evitar-

-Podemos encontrar las formas, yo-

-Mira, Tadeo, te pedí que vinieras no para que me arreglaras la vida, porque eso es lo que hacemos los adultos, aunque claro, tú lo eres, pero cada adulto se encarga de arreglar su vida, este es mi momento- Tadeo miro hacia sus nudillos sin saber que decir- aun así quiero tu ayuda-

-Sabes que hare lo que sea por ti-

-Mira, Elena es mi más grande amor, no existe nadie en este mundo que quiera más que a mi hija, ella es mi motivo, lo es todo para mí. Eliseo también lo es, pero su mundo es más simple, él tiene aquel tipo de carácter que muchas veces lo hará equivocarse-

-Eliseo solo es simple...-

-Eliseo es egoísta, quiere a su hermana, yo no tengo dudas de ello, pero sé que sería capaz de ponerla enfrente de cualquier cosa que le ayudara a mantener este lugar en orden-

-¿Crees que?-

-Y ella aceptaría sin dudar- dio un largo suspiro- el tiempo está pasando, todo está pasando, y quizá termine en la banca rota, está bien, estoy bien con ello, pero Elena necesitara a alguien que le guie-

-¿De qué hablas?-

-no lo sé- se encogió de hombros- solo prométeme que la mantendrás a salvo- lo miro con esa mirada llena de paz que vio desde que era un niño- cuídala, que tenga una vida feliz, que encuentre un hombre que ame... solo vigila que haga lo correcto...-

-Lo juro- y con un nudo en la garganta tiempo después se dio cuenta de que era a lo que se refería.

Quizá falto a esa promesa en miles de formas, tomando la ventaja cuando no era el momento, guardándola entre sus propios secretos, como si fuera esa la idea que tenia de protección, perdiéndola, haciéndola llorar, hiriendo su cuerpo... pero ahora, por primera vez, hizo lo correcto.

-Elena...- la voz de su esposo sonó apenas como un susurro mientras ella se movía nerviosa en la cama- Tranquila nena, aquí estoy- acaricio su frente

-El bebé- dijo inmediatamente cuando logro enfocar a su alrededor tocando su abdomen

-Esta Perfecta, tranquila, esta todo en orden, es una niña fuerte- y al escuchar aquello un enorme puchero se asomó y el dolor de su rodilla le hizo saltar un poco- Necesitaste puntos, pero el hueso esta como si nada, no te preocupes...- volvió a acariciarla- ¿puedes decirme lo que paso?-

La HerraduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora