Los tacones de Elena sonaban en el mármol, si alguien le hubiera dicho hace un par de meses que hoy caminaría con la mano de Tadeo sosteniéndole seguramente reiría, y que decir sobre el hecho de que ahora mismo aquel anillo en su dedo le conectaba con alguien para la eternidad.
Mucho tiempo estuvo enamorada de Tadeo, enamorada como cualquier niña lo estaría del mejor amigo de su hermano. Ese hombre de 34 años, cabello oscuro y moral cuestionable. Era todo lo que no debería mirar y lo que miro durante años. Porque nadie sabía lo que ellos vivieron más que su familia, porque ella podía mirar un poco más lejos de eso.
Quizá fue eso lo que le motivo a tomar el trato, Tadeo pensaba que con el tiempo ambos podrían hacerse felices, con ella las complicaciones se reducían, no debería darle explicaciones de nada, sus hermanas le adoraban y añoraba tanto como en la vida en el rancho.
No esperaba que se amaran en ese mismo momento o establecerse en esa noche, estaban comenzando al revés, y lo sabían y estaban de acuerdo. Su hermano creyó al instante el hecho de que ambos estuvieran enamorados.
Conocía la mirada de su amigo y la mirada de su hermana, siempre pensó que sería cuestión de tiempo, y quizá el momento le sorprendía pero dado todo lo que estaban viviendo... pensó que era el momento justo, era lo que requería.
-¿Te gusta?- pregunto Tadeo después de que terminaron de acomodar sus cosas en la hacienda
-Es lindo-
-Esta habitación se une con la habitación de junto, era la habitación de mi madre y la de mis hermanas, así que mientras nos adaptamos yo me quedare por aquí- abrió la puerta y ya después veremos todo esto- ella asintió sentándose en pequeño repose que daba hacia el jardín trasero de la hacienda aun vestida de luto- ¿Todo en orden?- se sentó junto a ella sintiendo como se recargaba ligeramente en su costado
-Todo va muy rápido, supongo que ahora estoy comenzando a pisar tierra-
-Han sido meses complicados, pero al menos ahora mismo toda mejora- se inclinó ligeramente para acercarla más a él-
-No quiero volver a la universidad- suspiro
-Son un par de semanas libres, tómatelo con calma, ya solo es un semestre, así que tranquila, he pagado ya el alquiler de tu apartamento, así que, no te preocupes-
Y volvió a asentir tranquila. Desde ese trágico mayo hasta este momento habían pasado seis meses, después de hablarlo, y llevar el tema con sus familias se casaron a finales de octubre con solo ellos y sus testigos. Ahora mismo todo estaba en orden, la zafra iniciaba y estaban listos para poder darle vuelta al negocio.
-Padre sigue molesto- Anita acariciaba al pequeño gato de su ahora cuñada serena en el pórtico
-Me importa poco su humor, por mi mejor que no se aparezca por la hacienda, ya Gabriela soluciono lo que debía ser solucionado, y ahora todo está en orden-
-Nunca pensé que la nueva señora de la casa seria Elena, creo que nadie lo esperaba-
-Supongo que yo lo sopese algunas veces, es hermosa, y es cercana, eventualmente uno siempre toma la salida fácil-
-Eso parece para ti, pero bien sabes que no fue así- ambos se miraron nerviosos
-Solucionare esa parte en cuanto se haga presente, ahora mismo no quiero meterme en lugares de los que no pueda salir- y agotado regreso a su habitación.
Curiosamente Elena era lo que aquella vieja hacienda necesitaba, hacía mucho tiempo que los desayunos en familia se vinieron abajo, pero a ella le encantaba, cuando escuchaba la puerta de la habitación de su marido salía corriendo tras él, le acompañaba a la cocina con apenas un poco de luz de día y le preparaba café.
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La Herradura
RomanceTadeo deberá responder a aquella familia que siempre le dio la mano a él y a sus hermanas, ante la desgracia y la perdida deberá salvar a quienes les cuidaron para continuar con el legado de su familia. No tenia opción, era Elena o nadie, pensó que...