Por la mañana Tadeo entro a la habitación de Elena, la vio dormir con aquel plato con pastel apenas picado a su lado, aquella piel morena dibujaba pecas conocidas para él, esas pecas rojas que se dibujaban cuando lloraba de más. Se sintió un mierda y un mentiroso, apenas tenía 23 años... era el peor.
Tadeo acomodo aquel ramo de flores recompuesto por Rosita en su florero, repaso su rostro con los nudillos mirándola arrugar el entrecejo y bajo dispuesto a concluir con el tema del día anterior; Elena despertó con aquel ramo frente a ella una calidez embargo su corazón sintiendo como aún se mantenía en pie aquella promesa.
Para el medio día llamo a su marido quien continuaba ocupado en el pueblo, en el primer toque no le contesto, pero en seguida le devolvió la llamada.
-Lo siento mucho Elena, yo...- la voz de fondo le era familiar- estaré ahí para la cena, ¿Bien? llevare algo de...-
-Tadeo, yo, este mira, mi madre quiere que este en las fiestas a su lado, y pues hoy preparo algo para mí con mi hermano y mi nana, yo, yo quiero ir a casa ¿Puedo ir?-
-Claro que puedes ir, no necesitas pedirme permiso, lo sabes, dile a Juventino que te lleve ¿Bien? pasare en un par de horas para acompañarte-
-Gracias- su voz sonaba débil
-Bien, no salgas sola, que alguien te lleve ¿De acuerdo?- y ella asintió con un débil sonido
-Eres el marido perfecto- Fabiola se burlaba tras escuchar la conversación
-Deja de burlarte- suspiro con las manos en la cintura- Elena es una buena chica-
-No lo dudo, te gustan las niñas buenas- volvió a burlarse- pero ya en serio, sé que esto es difícil para ti, pero ahora que se todo y que tú sabes todo, apoyémonos, yo estaré para ti, después de todo no podemos solo borrar estos años y seguir-
-Lo sé, lo sé- suspiro sintiendo como esa mujer se anidaba en su costado
Aquel trato no era justo para Elena, pero si para ambos, el pensó en darle lo que buscaba durante un tiempo, la conocía, seguramente se cansaría y terminaría volviendo a la ciudad, la conocía sumamente bien y estaba de sobra seguro que no se quedaría más tiempo del que pudiera tolerar, además Elena tendría su último semestre, y él...
-Buenas noches- Tadeo se quitaba el sombrero en la entrada de la casa- Elena- la llamo caminando hacia el comedor
-¡Amigo!- Eliseo salía del improvisado despacho que habían hecho en la sala de estar- La zafra nos traer vueltos locos a todos ¿Eh?- le saludo amable y en ese momento supo que Elena no había dicho nada de lo que pasaba
-Sí, tu sabes, esto es una putada a veces, pero todo está en orden, además pronto llegaran mis nuevos jinetes y debo tener todo listo-
-¿Entonces si continuaran entrenando en la hacienda?- asintió buscando un tabaco entre la ropa
-Toma- le extendió la cajetilla- Elena estaba fumando en la tarde- arrugo la nariz embolsándoselos con una débil sonrisa- incluso en ese sucio habito encajan que horror- sonrió
-Ya vez, la magia está aquí- sonrió burlón haciendo reír a su amigo-¿Dónde está Elena?-
-Se ha ido a dormir, tu sabes, ayer fue su cumpleaños, papá siempre la sacaba a montar, es la princesa de esta casa... difícilmente volverá a sentirse feliz en estas fechas... pero te agradezco que la cuides... se ve calmada, además el dejarle pasar aquí todas las fiestas... en su primer año de matrimonio... gracias amigo, de verdad, gracias por ser amable con nuestro duelo...-
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La Herradura
RomanceTadeo deberá responder a aquella familia que siempre le dio la mano a él y a sus hermanas, ante la desgracia y la perdida deberá salvar a quienes les cuidaron para continuar con el legado de su familia. No tenia opción, era Elena o nadie, pensó que...