CAPITULO 19

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La paciencia de Tadeo estaba rota, no podía ni mirar a la mujer que tenía a su lado con el coraje que traía atorado. Debió estar orgulloso, aquello era un gran logro, pero de alguna manera sentía que la perdería para siempre.

Nunca deseo tanto ser un ser poco emocional, deseaba desde el fondo de su alma poder tomar su mano y apoyarla, sonreír y festejar, pero no podía. Se sentía relegado, quería escapar y lo peor de todo es que lo estaba logrando.

-¿No dirás nada?-

-¿Vale la pena que diga algo?-

-Tadeo, es una oportunidad, no podía negarme yo...-

-Lo sé, se lo que significa, pero también sé que significa para mí-

-Lo nuestro pende de un hilo con o sin contrato-

-No hablare de eso ahora- y saliendo del asesor camino tan rápido como pudo para dejarla atrás

-Debo ir con JB...- Elena se detuvo aun con su maleta del evento en mano Tadeo no la miro simplemente entro a la habitación sin decir nada.

El dolor que Elena sintió en ese momento fue nada en comparación a lo que imagino. Aquí estaba sola frente al que debería ser el mejor momento de su vida. Su madre seguro la apoyaría, su hermano, pero hacía mucho tiempo que dejo de verlos como alguien que pudiera tomar su mano a lo largo de una vida.

Esa persona debía ser Tadeo, pero no. No lo fue. Mientras entraba a su habitación para cambiarse limpiaba las lágrimas que inevitablemente comenzaron a rodar, se sentía tan perdida y no sabía si hacia lo correcto. Pero quedarse con Tadeo, dar vuelta atrás por el ¿Cuándo eso salió bien?

Al acercarse al bar pensaba que valía más la pena: dar vuelta atrás y ¿Ser feliz por poco tiempo con Tadeo? A pesar de saber que todo terminara en algún momento, que siempre algo saldrá a la luz y que ese amor se estirara y se romperá mientras este atado a este acuerdo...o entrar a ese bar y darle la mano a ese hombre que le prometía el sueño de cualquier vaquero.

Se quedó en blanco.

-¿Necesitas un empujón?- aquel acento sureño la hizo salir de su nube, JB estaba detrás de ella con un cigarro en los labios y aquel cabello aplastado por el sombrero, sus ojos azules y su sonrisa entrecortada se centraban en ella y por un momento la electricidad les atravesó a ambos.

Mauney jamás vio tan de cerca a Elena Herrera, ahora mismo estaba meditando su propuesta, porque con solo verla las manos empezaron a sudarle y el tabaco se humedecía con su nerviosismo.

-Creo que lo necesito- respondió apenas empujando la puerta para ambos

Mauney apago el tabaco bajo su bota y le siguió por el lugar señalando la mesa donde Clayton y Cadena también estaban. En cuanto se sentaron fue Clayton el primero en susurrarle "estas bien" y ella asintió dando una sonrisa amable y bastante forzada.

-Creo que mi propuesta está en la mesa, no sé si necesites que la repita de nuevo- el sureño comenzaba a hablar esperando interactuar lo menos posible con su próximo talento- mira yo no me dedico a dar contratos ni nada. Pero el tiempo está avanzando, y creo que es hora de abrir un poco el panorama. Son pocas las mujeres capaces de entrar en los rodeos, o que de verdad se interesen en el deporte y lo tomen con respeto. Tú eres una de ellas, y por mucho la mejor, además eres joven, tienes toda una carrera por delante-

-No es que no me atraiga el trato, pero no sé si tengo, tú sabes lo necesario, lo que se lo he conseguido entrenando en Laredo, solo eso y el legado de mi padre-

-Conocí a tu padre- le estiro una cerveza de la cubeta que tenían enfrente- lo vi competir en Barretos cuando yo tenía unos 21 años, me dejo sin aliento, no podía creer lo que veía, me impresiono más cuando supe que se retiraba, supongo que la gloria no está hecha para todos, pero supongo que él debe de saber lo que es este sueño- miro como Elena se tensaba- lo siento, no quise ser insensible- miro a su lado con ese par de ojos negando a que siguiera por ese camino

La HerraduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora