-¿Dónde está la señora?- Tadeo entraba acalorado del sol de la tarde
-En cuanto llego subió a su cuarto estaba muy acalorada- y la risita burlona del hombre nació
-¿A qué juegas niño?- Fátima le extendía un vaso de agua fría- tienes una semana llevándotela al campo, ¿crees que ella está acostumbrada a eso?-
-La mente cansada no piensa tonterías- se encogió de hombros
-En eso tienes razón, porque no has puesto un solo pie en el pueblo- le devolvió la burla haciendo que saliera molesto del lugar- Te enojas ahora, pero nosotros estamos contentos de que al fin Elena te pusiera en tu lugar
-¿En mi lugar? ¿Cuál se supone que es mi lugar mujer? Ilústrame si tienes tanto que opinar-
-Tu lugar chamaco es junto a Elena, no junto a la piruja que tienes en el pueblo, ya va siendo hora de que te des cuenta-
Desde su última pelea Tadeo no había vuelto a la ciudad, Fabiola a diario le llamaba pero el paso de contestar. No quería perder a Elena, pero sus palabras lindas ya no funcionaban en ella, cada persona de esa casa hablo en su contra y sin querer termino albergando a su rival.
Cada mañana la levanto en punto de las cinco para llevarla con él al campo, ambos regresaron llegadas las seis de la tarde, los primeros días se mostró fuerte, y reacia a negarse, pero ahora mismo estaba que no podía mas.
-Elena- entro en la habitación donde la vio dormida con el cabello húmedo y la bata de baño con el aire acondicionado- Elena, vamos niña- la movió picando su nariz con una sonrisita que agradeció no pudiera ver
-Creo que me voy a morir- se quejó estirándose dejando la cuenca de sus pechos por la bata de baño- quiero dormir tres años-
-Pensé que eras una chica ruda-
-Lo soy, una cosa es entrenar y otra cargar arpillas de bagazo, eso es tortura- se cubrió al abrir los ojos y notar la mirada devoradora de su esposo
-Te traje agua, baja a cenar, mañana ya es domingo, no tendremos que ir a ningún lado-
-Eso dijiste ayer... y la verdad- tomo un largo sorbo de agua- es que tu palabra no es de confianza- camino con el vaso hasta su closet
Tadeo descubrió en esa semana que su esposa tenía una lengua bastante aguda, cada dos por tres remataba con algún comentario que le recordaba continuaba molesta con su persona y eso no era para menos.
-Te espero abajo- dijo al verla dispuesta a cambiarse la rompa delante de él, una tortura que también había incluido en su menú
Mientras cenaba llego su hermano, tenían pendientes que tratar sobre la última zafra, y la verdad estaba bastante angustiado por su cómo su cuñado tomo su actividad en los rodeos. Estuvo feliz de ver que todo estaba en orden, trabajaban juntos y parecían calmados.
Pues nada que Eliseo no era el ser más brillante del lugar, además de no querer mirar los problemas aun cuando estos le golpeaban.
-Dijiste que hoy no saldríamos- Elena se quejaba mientras manejaba con rumbo al pueblo
-Te dije que tengo algunas cosas que llevar para la iglesia, harán un quermes para septiembre, y siempre dono algo, no he podido ir a la ciudad así que iremos a comprar algunas cosas y necesito que me ayudes-
-Bien- se desinflo en el asiento- necesito un celular, el mío se lo quedo Miguel-
-No lo necesitas-
-Sabes que tengo como comunicarme con el mundo ¿no? Si te lo pido es porque quiero seguir en paz, pero igual lo puedo pedir por internet- y Tadeo solo gruño en respuesta
ESTÁS LEYENDO
La Herradura
RomanceTadeo deberá responder a aquella familia que siempre le dio la mano a él y a sus hermanas, ante la desgracia y la perdida deberá salvar a quienes les cuidaron para continuar con el legado de su familia. No tenia opción, era Elena o nadie, pensó que...