CAPITULO 4

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-¿Qué se supone que haces en mi casa?- Tadeo la tomo por el codo caminando hasta donde sabia Elena no podía verlos

-Te dije que te entendería, para ello debo hablar con Elena, ser amigas quizá...-

-¿De qué pendejo hablas?- se pasó ambas manos por el rostro-¿Estas demente?-

-Tú mismo lo dijiste, que solo te casaste con ella para que su familia no perdiera el rancho, ya están en marcha de nuevo, sé que no quieres lastimarla, y que cuando das la palabra la cumples, pero creo que es justo para ella saber que cuenta conmigo. Después de todo. Cuando esto termine-

-¡Esquer no lo entiendes Fabiola!- grito frustrado- Yo no me voy a divorciar de Elena...-

-Pero dijiste que...-

-Te lo dije, te lo dije claro, es una promesa y planeo cumplirla, yo me quedare con ella, lo único que puedo darte es esa casa en el pueblo y ya-

-Llévame al pueblo- dijo tragando grueso sintiendo como la furia subía por todo su cuerpo

-No puedo, Elena esta...-

-¡QUE ME LLEVES AL PUEBLO MALDITASEA!- grito furiosa con ese verde inyectado en coraje- si me trataras como tu puta mínimo llévame a casa-

Tadeo suspiro pasando su peso de una a otra pierna, debía estar sereno, un par de semanas, Elena se iría a Houston y podría poner fin a todo aquí. Sería mejor llevar la fiesta en paz.

-Elena...- Entro a la cocina buscándole un par de horas más tardes aun con la ropa del día siguiente y cara de susto-¿Dónde está la señora?-

-La señora esta en los establos- Rosita le contesto al verlo nervioso

-¿Desayuno o comió algo?-

-Apenas si toco ambas comidas, pero dijo que se iría en la noche a casa, así que le estoy preparando algo para que meriende antes de irse-

-Deja de jugar chamaco- Fátima salía detrás de él- no seas un desgraciado con esa muchacha, ¿Cómo crees que se siente teniendo que ocultarse de la amante del señor de la hacienda? Seguro se cuestiona si esta es la vida que merece. Ella no dice nada, porque ha sufrido y tu abandono es lo último que quiere ahora. Pero lo hará... y el día que explote con gusto la seguiré si continuas de idiota-

Si alguien más le hubiera dicho esas palabras le mandaría a callar, pero Fátima siempre tenía la razón, esa mujer de 50 años y voz de mando siempre tenía la razón, seguro paso mucho más tiempo que el analizando a Elena, seguro escucho detrás de las puertas cuando lloraba o maldecía, no tenía duda de que tuviera la razón. Así que solo asintió para seguir hasta los establos.

-Hola... ¿Cómo te llamas bonito? Eres muy bonito... que lindo-

-¿Te gusta?- su voz le hizo saltar sorprendida mientras pasaba el cepillo por aquel caballo de pelaje negro rojizo que brillaba entre sus dedos

-¿Es un prieto azteca de verdad?-

-Lo es, lo conseguí puro hace unos años, en realidad quería un palomino, o uno de montar americano, pero esta belleza me cautivo- dijo acariciando al animal-

-¿Cuál es su nombre?-

- Pues no soy bueno con los nombres, te vas a reír-

-No es verdad-

-Gaby es quien bautiza a todos los caballos, pero no estaba, y pues yo... simplemente se le quedo de mote-

-¿Prieto?- asintió mirando como reía- que nombre más feo, eso ni si quiera es un nombre- achico los ojos aun con la sonrisa- aunque bueno mira, es muy bonito como para que el nombre le pese- lo tomo de la cara para chocar cabezas- ¿A que eres hermoso verdad?-

La HerraduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora