I Solas en el almacén

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─ A veces, solo se necesita a una persona para evitar que todo se vaya a la mierda. No parece mucho, pero cuando notas lo estúpidas que son las personas, lo irracionales que pueden llegar a ser para complacer sus deseos más bajos... te sientes asqueada ¿sabes?, y la tarea parece imposible.



Refugiadas de la locura de las calles, dos chicas se encontraban en el interior de un viejo almacén ya con varios siglos de abandono encima. El aire se sentía denso, producto del polvo que había acumulado con el pasar del tiempo. No era un lugar agradable para la vista, y mucho menos cómodo. Las paredes deterioradas y agrietadas le daban un aspecto horrendo a la fachada del lugar, al igual que las ventanas rotas, y un techo de zinc agujereado por el cual pasaban delgados rayos de luz provenientes de la luna. Era un lugar apartado, y en cierto modo temido. Se sabía que en fechas específicas los Medici hacían negocios en el lugar, motivo suficiente para alejar el interés por el lugar a todo ser inteligente y racional.



─ Así es como nace la corrupción y el crimen. Así surgen las desgracias, y da paso al caos. Filia Medici, en un juzgado tendrías que llevar sobre tus hombros cargos de pedofilia, violación, homicidio involuntario y otras cosas más que no me interesa decir...pero estas de suerte, yo solo estoy llamándote estúpida...Mira que meterte con la familia real...que estupidez, incluso para un Medici debería ser impensable.



Interrumpiendo su monologo, la chica de cabellos verdes sujeto del mentón a su contraria y lentamente fue haciéndola levantar la mirada. Una sonrisa complacida se dejó ver en su rostro en cuanto sus miradas se encontraron. Se sentía fuerte y poderosa. Sabía que era ella quien tenía el control, y amaba que su compañera de juegos también lo tuviera lo suficientemente en claro como para no agregar una estupidez más a la gran lista que llevaba. ¿Pero en todo caso, que podía hacer? Llevaba horas sentada, con las manos atadas detrás de la espalda de manera tan fuerte que apenas podía sentirlas, y Los hombros le ardían intensamente debido a la incómoda posición en la que se encontraba. Sentía también las piernas rígidas y pesadas. Sabía que en ese estado, no podría poder escapar.



─ Eres una chica muy bonita, debo admitir al menos eso. Me habría encantado conocerte en otras circunstancias. Pero cuando por casualidad nos vimos en aquella fiesta, y me llamaste fenómeno solo por tener la misma cara que tú... Auch, fue TAN doloroso... casi te destrozo la maldita cara en ese mismo instante.



La chica de cabellos verdes acaricio con suavidad los labios de la contraria usando su dedo pulgar. Amaba sentir la sensación áspera de sus labios resecos y agrietados, sedientos por un poco de agua que jamás llegaría. Al menos no por los momentos.



─ ¡Pero vamos! Era una fiesta, estabas pasada de copas. Un error lo comete cualquiera. Pero luego me entere de lo que le hacías a la princesa, y vaya que me sorprendí. Supe que realmente eras la basura de persona que dabas la impresión ser. Entonces me arrepentí de no matarte cuando la idea de hacerlo cruzo por mi cabeza... pero como te dije, un error lo comete cualquiera, y no matarte fue el mío.



La chica suspiro, pensativa. ¿Cuántos cosas habrían cambiado? Al instante se respondió, muchas cosas en realidad. Aunque la muerte de Umbrella no le interesaba en lo más mínimo, ni tampoco le afectaba...debía admitir que esa niña sufrió en su corta vida mucho más que algunas personas en toda su vida. Sin notarlo, había fruncido el ceño. Los pensamientos violentos se manifestaron claramente en el rostro de Fukua, en forma de una horrenda mueca que filia de ninguna manera pudo ignorar. Sus ojos se abrieron de par en par al igual que su rostro parecía perder el color por completo. Por un instante, habría jurado que la mujer que se mantenía sosteniéndola con delicadeza, y hablándole con aquel tono tan coqueto, sencillamente la mataría así sin más.



Se arrepentía con toda su alma de haber drogado a Sansom la noche anterior ¿Cuándo despertaría? ¿En tres, cuatro horas? Maldijo para sus adentro una y otra vez. Maldijo el momento en el cual se metió con aquella mocosa, maldijo no seguir el consejo de Carol cuando tuvo la oportunidad.



─ Yo podría...podría declarar. Podría entregarme...



Una salida, necesitaba escapar de esa situación a como diera lugar. Debía convencer a Fukua a como diera lugar de que la dejara ir, sabía que una vez comenzara a dañarla, no iba a parar hasta estar satisfecha. Umbrella había sido una gran prueba de ello. ¿Cuántas veces no había llevado al límite a la niña, una y otra vez, solamente por el morbo de probar hasta donde podía llegar? Era su turno de probar cuál era su límite, y sentía que Fukua la ayudaría en eso. Una vez más palideció imaginando las cosas que podrían ocurrirle a partir de ese momento. Aunque su mente jamás podría imaginar lo que le pasaría en las próximas seis horas.



─ Mmm... Podrías entregarte, lo cual sería lo correcto ante la ley. ¿Pero sabes? La ley es ciega, y no creo que sea capaz de ver que el único motivo por el cual aceptas tus crímenes, es porque sientes ya como una soga se trenza más y más a tu cuello. Asfixiándote cada vez más y dejándote sin opciones... déjame contarte que ya la soga te dejo sin opciones hace rato querida, aunque veo que no lo habías notado y aun seguías buscando una alternativa.



Sin previo aviso una bofetada aterrizo en la mejilla de Filia con tal fuerza que le hizo girar la cabeza. El sonido del golpe resonó por el lugar, haciendo eco al igual que el chillido de filia al ser golpeada. Al instante la marca roja de una mano se dejó ver en su mejilla blanca como la nieve. En cuanto filia intento retomar una postura erguida otra bofetada aterrizaria en el mismo sitio que la anterior. Filia lo entendió y se mantuvo viendo a un lado, sin atreverse a voltear el rostro al frente una vez más. Su mejilla ardía dolorosamente y sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas, sentía un terrible miedo. Aquello no era personal, Fukua no se mancharía las manos con un ser tan...despreciable. Solo era trabajo, alguien había pagado para que filia pasara un rato divertido junto a ella. Aunque no podía negar que estuviera disfrutándolo mucho. ¿Cuántas personas podrían tener la oportunidad de saldar cuentas, ganar dinero, y en cierto modo hacer justicia?



Estaba segura de que no muchas.



La noche apenas comenzaba. Tal como una amante, Fukua planeaba disfrutar de cada rincón del cuerpo de filia. Se apoderaría de cada parte de ella, rompiendo su mente en el proceso. Sus esperanzas, sus sueños, todo quedaría expuesto ante ella, los tomaría y los destrozaría con deleite. Esta era su venganza por aquella humillación en la fiesta, y tambien su trabajo.


Endless Despair (Skullgirls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora