IV El espectáculo

68 6 0
                                    

Siguiendo el consejo de su viejo amigo Ben, al caer la noche Annie intentó ponerse en contacto con Vítale, el nuevo jefe de la mafia Medici. Sin embargo esto fue imposible, el sujeto era tan escurridizo como una serpiente, y una cara que solía verse frecuentando esos lugares sencillamente pasó a no ser vista nunca más. ¿El precio de ser el jefe? Era muy probable, Annie apostaría su propio pellejo a el hecho de que más de uno deseaba la cabeza de Vítale y por eso estaba tan resguardado como el mismo Lorenzo lo estuvo en su momento.

Suspiró. Era frustrante. Aun así, no se lamentó demasiado. Aprovechó la oportunidad para comprar un ticket y disfrutar del espectáculo en el circo. Reconocía perfectamente que había estado sometiéndose a demasiado estrés y su cuerpo pagaría las consecuencias en cualquier momento. Ya hacia bastante tiempo que su cuerpo le rogaba a gritos un momento de paz y descanso. No dormir el número adecuado de horas y tampoco cuidar su dieta alimenticia estaba acabándola. El estrés colaboraba también con sus males y muy de vez en cuando, experimentaba pesadillas y alucinaciones.

Necesitaba un receso, e increíblemente lo encontró en el sitio menos esperado: El circo.

El espectáculo fue de su agrado, debía reconocer que los matones de los Medici sabían cómo montar un buen espectáculo. Por desgracia, sabia el turbio contexto detrás de todo eso. Mientras más talentosos o agiles se vieran, más grande era la posibilidad de que fueran asesinos de elite. Era sencillamente un campo de entrenamiento donde se seleccionaban a los mejores y más talentosos para adiestrarles en el arte de matar. Era terrorífico, pensó. Aunque a la vez muy eficiente. Debía admitir que en ese aspecto, los Medici eran de respetar. Sus métodos cuestionables pero infalibles los posicionaron como la familia más fuerte, Solo por debajo de los Renoir desde luego.

Aunque ninguno de esos pensamientos le evito disfrutarlo de comienzo a fin, incluso el acto principal con la acróbata Cerebella estuvo a la altura de sus expectativas, que de hecho eran bastante altas. ¿A dónde demonios iba todo ese peso? La cuerda a dura penas se tensaba por el peso de los elefantes y lo que era más ¿el punto de apoyo de todo ese peso era el cuello de Cerebella? Como se viera, era un logro impresionante que la hizo suspirar de asombro y admiración.

Dejó en ella una impresión muy grande que la motivo a ir noche tras noche al circo. En algún momento, su camino se cruzaría con el de Vítale, pero mientras tanto dedicaría su atención al espectáculo. La misma rutina y los mismos espectáculos noche tras noche, pero realizados con una maestría que jamás cansaba. Alzar la cabeza para mirar el acto final siempre la dejaba sin aliento, a pesar de haberlo visto tantas veces. Con el pasar de los días, su objetivo fue diluyéndose cada vez más, hasta quedar solo una genuina necesidad de ir al circo. Era como una terapia que sanaba sus heridas, la droga necesaria para hacerla olvidar sus problemas y la venganza. Necesitaba sonreír y ser feliz por un instante, y era el circo de cartas su medio para conseguirlo. Era esa cosa que le traía felicidad y relajación, sin dudarlo era su adicción.

Pero todo en algún punto tenía que acabar, y de la forma más casual una oportunidad para encontrarse con vítale apareció.

A los oídos de Cerebella llegó el pequeño rumor de que la mismísima Annie estaba frecuentando el lugar cada noche, algo que le pareció bastante extraño y poco creíble de no haber sido porque logro verla en persona mientras hacia su acto.

Cerebella era de las pocas personas en el circo que genuinamente querían dar un buen espectáculo a todos los presentes. Ensayaba sus rutinas exigiéndose al máximo y conseguía la máxima perfección al ejecutarlas. Era la mejor, y lo sabía. Y a pesar de la gran decadencia y casi cancelación del programa de Annie la chica de las estrellas, debía reconocer que Annie era una magnifica artista en su medio. Recordaba ver el programa de Annie alguna vez en su niñez, se sentía alagada de que la estrella y ejemplo a seguir que alguna vez tuvo asistiera al circo noche tras noche A ver su espectáculo. A pesar de crecer y vivir entre la impureza e inmundicia de un mundo cruel y despiadado, Cerebella aun guardaba en su interior un poco de la inocencia característica de un niño. Había madurado y dejado de lado las enseñanzas de un programa televisivo que consideraba ya absurdo, Pero de igual manera deseo esa noche acercarse a saludar a quien una vez fue su heroína y un ejemplo a seguir.

Endless Despair (Skullgirls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora