IX La Promesa 2da parte

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- Jo, Jo, Jo. Debo admitirlo, esto ha logrado superar mis expectativas.

Dos payasos actuando en el escenario ¿Por qué contendría su risa ante tal espectáculo? Black
Dhalia reía bajo la vista expectante de sus chicas, llevándose la mano a la boca en un gesto sutil por disimular su sonrisa. Se habían apoderado de cada estación de radio y televisión en el territorio, incluyendo aquellas dedicadas a trasmitir exclusivamente información importante
para los ciudadanos, incluyendo los decretos reales.

Bajo la petición de Vítale ella y sus chicas se desplegaron hábilmente a lo largo y ancho de todo el territorio, irrumpiendo a tiros en cada uno de los lugares marcados. La sangre fluyo mientras los casquillos de bala caían al suelo. Los
gritos y suplicas eran silenciados al instante por el rugido de las Tommy que las conejas portaban. Para ellas, la piedad y la diversión eran conceptos opuestos entre sí, y no estaban
dispuestas a sacrificar su propio disfrute. Aquellas mascaras esqueléticas eran lo último que
alguien quisiera ver en su vida, y por desgracia era el turno de los trabajadores del lugar rendir
cuentas a los Medici.

Para Dhalia era gracioso cuan superficial era aquella supuesta lealtad que los humanos se
juraban entre sí. Las negaciones a cooperar se detuvieron al oírse el primer disparo, Tal parecía
que un cadáver era más que suficiente para hacerlos cooperar sin rechistar. No era una broma,
esas armas eran tan reales como los cadáveres que dejaban. Entenderlo era el primer paso para extender la garantía de sus vidas, al menos por un poco más de tiempo.

De esa manera todos se movieron, preparando los equipos para la transmisión en vivo que se aproximaba. Sus frentes húmedas perladas de sudor delataban la presión y nerviosismo del
momento. Estaban acostumbrados a trabajar contra el reloj y bajo órdenes inmediatas de sus
superiores, pero tener un arma apuntando sus espaldas iba más allá de todo eso. Los matarían,
independientemente de lo bien o mal que todo pudiera salir. De alguna manera podían sentirlo,
como una sentencia inamovible sobre todos ellos. Pero aun así trabajaban, esperando que la
suposición fuera tan errónea como seguramente lo eran sus esperanzas.

Hubo silencio.

Y luego

La transmisión comenzó.

Ese día marcó un antes y un después en la historia del reino Canopy, el gran temor que robó
noche tras noche el sueño de Parasoul al igual que su tranquilidad, se veía hecho realidad frente a sus ojos. No hubo pantalla o bocina en la cual las palabras de Fukua y Vítale no resonaran con claridad. Ya fuera el interior de las casas, las oficinas de trabajo o cualquier lugar de entretenimiento, el mensaje fue entregado, fluyendo libremente, sin nada ni nadie capaz de detenerlo.

Black Dhalia sonrió, una sonrisa tan sutil que a duras penas pudo verse a través del velo que le
cubría la cara en su totalidad. Lejos de interesarse en el mensaje, su mirada estaba fija en el monitor, viendo más allá de Fukua y Vítale. Sus ojos estaban fijos en la multitud, captando el
preciso instante en el cual sus rostros se deformaban en muecas verdaderamente complacientes para ella. Podía verlo, la frustración y la ira que emanaba de ellos era tan palpable que la llevaba
al éxtasis. Posiblemente Parasoul estaba viendo lo mismo que ella, la frustración de esas personas que se sentían engañadas y traicionadas. Podía imaginar el tipo de expresión que tendría la princesa. Quizás miedo, o incluso el más puro terror. La desesperación que debió haber sentido al notar que todos y cada uno de sus súbditos comenzarían a darle la espalda a partir de ese momento, el solo hecho de imaginarlo era tan excitante.

Mataría por solo una mirada a ese delicado rostro. Tan impasible e indiferente, y la arrogancia y el orgullo que emanaba su mera presencia. ¿Cuán diferente se vería al sentir la verdadera desesperación? ¿Sería acaso reconocible?

Justo en ese momento, los teléfonos de la televisora comenzaron a vibrar. Primero uno, luego dos, y con el pasar de los segundos todos al unísono de manera estridente y desgarradora. Dhalia tenía la certeza de que más de uno venía de parte de la princesa. ¿Una amenaza quizás? ¿O quizás las suplicas de una mujer desesperada? Daba igual, no contestaría ninguno de ellos.

Era el momento de terminar con el espectáculo. Con mucho cuidado Fukua preparo el terreno para Vítale, su pasión fue contagiosa y el sentimiento que deseaba transmitir estaba presente en el corazón de todos y cada uno de los presentes. En medio de esa conmoción, Vítale actuó astutamente, esparciendo su mensaje de lucha y rebelión entre los presentes. En ese momento, el magullado apellido Renoir acababa de perder la poca credibilidad que pudiera tener. Y Luego de tantos años bajo el manto protector de la realeza, esas personas no podían evitar sentirse sin guía y desorientados. Vítale aprovecho la oportunidad para señalarles el camino que debían seguir, Ser el pastor de aquellas ovejas desorientadas y guiarlos directamente al matadero.

Para Dhalia, los objetivos estaban cumplidos, cualquier palabra dicha a partir de ese momento
pecaría de redundante.

- Suficiente con eso, corte la transmisión.

El discurso de Vítale parecía no tener intensiones de acabar, sin embargo, la jefa había hablado.
Las conejas instaron con sus armas a los trabajadores del lugar a darse prisa. En menos de un minuto, la transmisión en vivo llego a su fin. Sin la voz de Vítale resonando en los altavoces, el lugar se vio sumergido en un silencio sepulcral que nadie se atrevía a romper. Dhalia los miraba, a todos y cada uno de los trabajadores. Pese al silencio, sus rostros no ocultaban sus miedos ni lo que pensaban estaba por ocurrir.

- Jo, Jo, Jo. Que tensos están todos... hicieron un trabajo esplendido ¿saben?

Su sonrisa se ensancho, un gesto que horrorizo a los trabajadores por un motivo que no
acababan de comprender. Los murmullos y risillas que resonaron luego pesaron sobre ellos como cientos de toneladas, las burlonas conejas no se esforzaban en disimular su emoción. La imagen de esa mujer en conjunto con su sequito era imponente y no podían evitar sentir aquel terror. Así como ellos no podían ocultar su miedo, ellas tampoco disimulaban sus pensamientos siniestros.

Una vez más, su voz se dejó oír. Llevaba consigo un toque de elegancia y diversión.

- Sin embargo, eso significa que perdieron toda utilidad para mí. Una pena, ¿No les parece? pero la rebelión requiere de su sacrifi-

Fue interrumpida, un hombre de color, alto y robusto se abalanzo hacia ella con un navaja en la
mano, dispuesto a apuñalarla aunque fuera lo último que hiciera. La desesperación se veía en su rostro, sus ojos inyectados en sangre y su gesto furioso camuflajeaba a la perfección el miedo de su ser. Sin embargo, no había manera de algo como eso ocurriera. A tan solo centímetros de Dhalia el hombre vio como todas las armas lo apuntaban, y en tan solo un instante...

ya no vio nada más.

Una ráfaga de disparos cayó sobre él y se extendió hacia las personas que estaban detrás. En tan solo un instante, todos estaban muertos. Alrededor de diez cuerpos tirados en el suelo,
sangrando como cerdos mientras exhalaban su último aliento. Era un escenario tétrico que se
repetía sin excepción en todas y cada una de las emisoras y televisoras tomadas por las chicas de Black Dhalia.

Sin embargo, era parte del día a día. Personas nacían,y otras morían. Dhalia tenía su propia manera de hacer las cosas, una algo cuestionable, pero muy efectiva, aparentemente.

Al final, fue una muerte piadosa; rápida e indolora, como pocas en el mundo. El último regalo de Dhalia, un consuelo por el apoyo brindado.

Endless Despair (Skullgirls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora