XXV

100 15 6
                                    


Este capitulo contiene acciones cuestionables que para nada apruebo, leer con precaución. 











La clave era. Pensó Isaac. ¿Cuál era?... A sí. 212. Empezó a presionar número por número. 2811, oh sí se abrió. Un poco ansioso dio el primer paso dentro de ese departamento que a pesar del corto tiempo con él alfa, conocía tan bien.

No fue necesario adentrarse del todo para sentir ese olor que tanto había necesitado, dios. Se sintió en la gloria, ese olor a pino y tierra mojada era todo lo que su lobo pedía a gritos y arañazos.  Caminó hacia la sala de estar con los ojos cerrados, dejándose llevar, recorrió todo el lugar desde el  menos intenso en olor al más fuerte, la habitación de Damián. Mientras recorrió el departamento le fue imposible no recordar su estancia en aquel lugar, que lo sentía más como un hogar que su propio hogar.

Los buenos recuerdos lo inundaron, el enorme sillón en L dónde había sido atacado por el monstruo de las cosquillas, o así lo llamo su alfa. Le fue inevitable no reír. La cocina, dónde varias veces cocinaron juntos, como esa vez que se les quemó el huevo por perderse en los ojos del otro. El baño, que había sido testigo de cómo se abrieron al otro, de cómo se sentían, de las verdades. Fue inevitable no sollozar entre una sonrisa, lo extrañaba. Jamás pensó extrañar y necesitar tanto a alguien. Lo quería con el, ahora y aquí.

Divagó tanto que no se dio cuenta de cómo su cuerpo se sentía, era increíble lo que un simple olor podía causar. El dolor de estómago, los mareos, las punzadas en su cabeza, ya no más, hasta sus hombros se sentían menos tensos. Sin embargo, un inmenso sueño lo invadió y envolvió. Pero necesitaba a Damián, camino hacia su closet y se escondió ahí, se sintió calientito y a gusto. Veinte minutos paso ahí, dentro del closet, cuando estuvo a punto de quedarse dormido, se levantó, totalmente decidido. Tomo todas las prendas, bueno, para ser exactos las que tenían mayor olor al alfa.

Media hora después, sonrió orgulloso, le había quedado muy lindo, se veía acogedor, pero por sobre todo, olía mucho mucho al alfa.  Justo ahí, se sintió entre los brazos del mayor, protegido, amado. 

Se durmió.

El sonido determinado de su celular lo despertó, abrió los ojos sin saber exactamente en dónde estaba, algo desorientado busco su celular, no encontrando lo, ese simple hecho asiendo que se diera cuenta de lo que había hecho.

Un nido. ¿Mierda en serio hice un nido?, No podía creer lo que veía, aún así después de resignarse a su lado más primitivo e instintivo, se dio cuenta de lo bonito que le había quedado aunque ahora lucía un poco desordenado dónde había dormido sobre él, se lamento cuando lo desarmo para lavar toda la ropa, solo así encontrando su celular. Joder, 10 llamadas perdidas, Alison me va a matar.

Se sentó en el sillón, analizando se, por primera vez agradecía a su lobo por lo que le hizo hacer, se sentía renovado, como si todo lo que había sufrido las últimas semanas nunca hubiese pasado.

Pero ese no fue motivo para no sentir vergüenza por lo ocurrido. Y se preguntaba. ¿Tanto lo extraño? ¿Al punto de hacer un nido?, Después de todo había despertado en el departamento del alfa, en la cama del alfa y por sobre todo sobre la ropa del alfa. Joder. Si lo pensaba así, sonaba extraño, perturbador. Pero era su instinto, no siempre podría ir en contra de eso. Nuevamente el sonido de su celular lo sobresalto, a la vez que la lavadora avisaba que había acabado de lavar y secar.

Fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora