Ese día, la Inquisición visitaría la escuela de magia Althae Cea para conocer a los jóvenes magos. Yo no podía controlar mis emociones porque siempre había sido mi sueño avanzar hasta formar parte del Consejo que respalda a la Inquisición. Debía causar una buena impresión.
El único problema es que mi sello mágico continuaba sellado. Por ende, no tenía magia conectada a los dioses, solo mi triste poder de nacimiento que me permitía sentir emociones ajenas.
—Ganhen welltre can, sa vitre difichel, destro y la pontre —me dijo Lilibet.
—Lilibet tiene razón, Tyna, tú puedes hacerlo. No tienes una magia asombrosa como la Inquisición querrá ver, y posiblemente si fallas marcarás a toda tu familia... arruinando así la enorme reputación de tu padre, el presidente de los Círculos de Hechicería. ¡Pero igual no puedes huir!
No iba a huir, tenía miedo y lo enfrentaría con miedo. Estaba bien, solo me presentaría cuando hicieran las visitas a los alumnos. Mientras, las prácticas de hechizos avanzados con la señorita Verdiana Genovesi eran mi prioridad.
—Walentyna Huffmoore —me llamó la profesora Genovesi colgada cabeza abajo en el techo—. La Inquisición te ha convocado a ti y a Brajko Hargreaves personalmente para representar al tercer año de la academia. Diríjanse al gran recinto, por favor.
Mis amigas Lilibet y Charlotte me agitaron para hacerme despertar porque no podía creerme que en serio fuese convocada personalmente por la Inquisición. ¡La Inquisición! En algunas cuestiones ellos podían hasta refutar al rey. Moví la cabeza a ambos lados para despejarme y agradecí a la profesora por el aviso antes de salir corriendo del aula.
Estaba emocionada, con el corazón latiendo con fuerza y los nervios peor que en mi primera reunión con la diosa familiar Fordtghet.
Llegué al gran recinto ubicado en el ala norte de la academia. Aquí se debía tener cuidado porque algunas baldosas de piedra del suelo flotaban al pisarlas. Caminé apresurada para alcanzar al grupo de adultos donde estaba el director, pero antes de llegar mis pies se volvieron como rocas y terminé por caer al suelo.
Una risa se escuchó y un chico de cabellos rojos y negros interceptó mi camino con esa cicatriz que le cruzaba el rostro. No tardó en desaparecerla.
—Brajko... —lo llamé al tenerlo delante de mí—. ¿Podrías deshacer el hechizo? La Inquisición llamó a...
—Lo sé, odiosa sin magia. Y considero una falta de respeto que tú te presentes ante ellos, una Huffmoore con su sello intacto, ¿qué te crees al venir aquí?
Brajko Hargreaves era el tercer hijo de nuestra familia rival, resultaba comprensible que me dijera esas palabras, así que trataría de no molestarme, después de todo, él también había sido llamado.
—Te dejaré ir solo porque no me conviene meterme en problemas. Yo sí represento a mi familia como mago —dijo al extenderme la mano.
Él nunca me extendía la mano. Debía estar soñando.
Al tomar su mano la molestia en mis piernas desapareció y pude levantarme. Respiré profundo para permanecer impasible al dirigirme junto a Brajko hacia el sequito de la Inquisición.
De solo llegar nuestro director se mostró afectuoso, necesario recalcar que en tres años nunca nos había hablado más de un minuto.
—Walentyna, Brajko, conozcan al secretario mayor, Gutyren Klopp.
—Es un honor —dijimos ambos con una reverencia.
—Oh, no, ver a las futuras joyas de Wingbat solo me puede llenar de orgullo —anunció el señor Klopp al tomar mi mano para besarla—. Que además sean encantadoras es un premio.
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El Juego de los Hilos Divinos
FantasyBrajko es un chico arrogante y egocéntrico que se siente superior a los demás, en particular disfruta haciendo miserable la vida de Walentyna. Una chica amable y de alma pura. Sin embargo, todo cambia cuando la diosa del amor interviene en sus vidas...