Capítulo 4: "Ofrenda humana"

89 26 10
                                    

Querido diario, me han esperado dos semanas monótonas fuera de lo común. Afirmo que, cuando Brajko bromeó sobre intentar seducirme, mi respuesta salió antes de poder analizarla, pero nunca pensé que se lo tomaría en serio.

Ese día las clases habían finalizado más temprano, por lo que solo pensaba en pescar un coche volador para llegar a casa. Mi plan se vio interrumpido cuando alguien me tomó por el hombro para empujarme hacia un rincón oscuro únicamente habitado por columnas de mármol. Me di la vuelta para enfrentar a mi acosador cuando él cubrió mi espacio personal hasta verme yo con la espalda contra la fría piedra.

—¿Brajko?, ¿qué haces?

—Últimamente sólo deseo estar cerca de ti, es una maldición contra la cual mi mente se cansó de luchar.

Era la primera vez en diez años de conocernos que él me decía algo dotado de hermosura. Mi mente no podía procesarlo.

—Ja, ja —se carcajeó en voz baja al acercar su rostro al mío—. ¿Eres de las que cae fácilmente por ese tipo de comentarios?

—No lo sé, mas, hasta ahora no he sentido nada.

Pude notar cierta ira en sus ojos la cual no comprendía. No entendía por qué los hombres siempre tenían una reacción parecida cuando les decía algo así, solo les era sincera. A pesar de la molestia, Brajko no se separó de mí, sino que se acercó un poco más para quedarse mirando mi rostro mientras sus manos acariciaban mis cabellos amarillos y negros.

—Extraño —me dijo de pronto—. Siempre pensé que me temías, pero ahora ni te sientes incomoda.

—Mi temor hacia ti estaba basado en que yo era capaz de percibir el intenso odio que me tenías, me asustaba de solo imaginar lo que pudieses hacerme. Pero ahora no puedo percibir hostilidad.

No podía confesarle la verdad detrás de mis actos.

—Siempre muy metódica, cuando me libere del hechizo sin dudas te haré sufrir.

—¿Y qué hay de ti, Brajko?, desde que éramos niños me has guardado profundo odio, ¿por qué?, no recuerdo haberte hecho daño.

—No es algo que puedas recordar.

Y justo como estas dos últimas semanas, él se alejó de mí repentinamente y se fue. Incluso sin hechizo Brajko siempre fue alguien abstracto para mí, pero ahora era diferente porque su mente y su corazón luchaban una batalla imposible. Por eso quería ayudarle a remediar lo que hice.

No podía considerarlo error porque gracias a eso mi mejor amigo se salvó de ser expulsado, pero todo estaba dirigiéndose en una vertiginosa dirección. Mis dos mejores amigas no me hablaban, y en la escuela se creaban rumores de que Brajko y yo nos volvíamos cercanos. Fue por eso mismo que el vernos debía ocurrir fuera del ojo de otros.

Mi querido diario a quien dedico mis más profundos pensamientos incapaces de ser dichos en voz alta. Para este punto estaba asustada de mí misma, por ser la responsable de tanto desastre y por carecer de aptitud para resolverlo.

—Señorita Huffmoore —me llamó Nyela, la empleada vistosa—. Sus padres avisaron llegar tarde, mas, la tardanza no será eterna. Le recomiendo, descanse.

Si no podía encontrar la ofrenda para arreglar todo, tampoco podía estresarme sin razón. Le dediqué una sonrisa a Nyela como siempre y subí las escaleras para llegar a mi habitación a meditar, necesitaba calmarme para comprender cómo afrontarlo todo desde otro punto de vista.

Giré la manilla que me dio entrada a mi cuarto cuando algo se ganó toda mi atención.

Dejé caer mi mochila.

El Juego de los Hilos DivinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora