Capítulo 8: "La visita a Dominik"

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Las Monarcas es un reino cubierto por historias tan numerosas que no de todas se tenía conocimiento. Cuando en estas historias se involucraban a las deidades nos jactábamos por poseer contacto directo con dioses que los asíngima solo podían idolatrar, por eso nuestras diferencias con los territorios humanos aumentan en cada era.

Ellos nos dieron la espalda hace miles de años.

La barrera se creó para protegernos de ser usados.

Nuestra existencia debía ser un mito para ellos, aunque viviésemos en la misma isla bajo el mismo cielo.

Entonces, ¿por qué sentía tanta tranquilidad al ver los ojos blancos de esa niña?

—¿No deberías estar en tu escuela hoy? —me preguntó al tomarme de la mano para no dejarla atrás.

Caminaba especialmente lento a pesar de ser solo veinte centímetros más baja que yo.

—Hoy es 31 de mayo —me di cuenta que no entendería—. Los números impares son los favoritos de los demonios, así que no tenemos en cuenta los mismos en los meses, sin embargo, hace dos siglos nuestro rey hizo una declaración sobre que esto afectaría el curso del tiempo y simplemente se establecieron como días libres.

—¿A dónde vamos a perder el tiempo en este día libre?

—Más bien huimos de casa, mis padres siguen molestos por lo que dije en la fiesta de hace cinco días. No han dejado de mirarme como si quisieran borrar mi existencia.

—¿Esa eres tú bromeando? No veo tus expresiones, así como no pude ver los rostros de tus padres, pero percibo tu aura tranquila, así como percibí sus auras preocupadas.

Nos detuvimos entonces frente a una casa antigua de ocho pisos, pero antes de aproximarme a la misma volteé mi rostro hacia la pequeña asíngima. Sí, era una niña de diez años, pero era muy inteligente para su edad, de pronto comencé a sentirme ansiosa por ella, si hubiese nacido en este mundo su problema de visión nunca hubiese resultado un problema.

—Eve, ¿no te gustaría poder ver el mundo a través de tus ojos en vez de seguir usando tus otros sentidos?

—Me gustaría, pero no es posible. Ya tus padres intentaron algo que llamaron "hechizo de recreación", dijeron que mi condición física es incurable incluso con magia.

Ese era el mayor hechizo de sanación que existe, quedé con la boca abierta de pensar que mis padres se preocuparon a ese nivel por una asíngima. Sin embargo, la parte donde eso no había funcionado me devolvió la tristeza, sabía que Eve era especial porque yo no podía sentir sus emociones, pero también sabía que era una humana sin magia que no pertenecía a nuestro mundo.

—Lo lamento... —Una idea llegó a mí de pronto—. Eve, si pudieses ver por unos segundos, ¿qué te gustaría ser capaz de observar?

—Por unos segundos... qué tiempo tan infinito —exclamó con una sonrisa—. Creo que eso serían palabras, siempre he sentido curiosidad sobre por qué las personas cambian sus emociones luego de leer palabras, quisiera hacerlo.

—Es una promesa —le dije al levantar la mano para hacer el sello.

Consistía en extender la mano para mostrar los cinco dedos que significaban los cinco grandes semidioses de la antigüedad, luego el dedo pulgar encerraba al meñique y el anular bajaba para presionarlos. Entonces, esos dos dedos los llevabas a los labios y luego al pecho envuelto en un puño, justo en el corazón, sin perder la forma extendías la mano y sacabas los dos dedos que debían unirse a los de la otra persona para sellar una promesa que sería bendecida por los dioses.

No supe cómo, pero Eve me respondió correctamente al sello, ¿lo hacían en Corazón también?

—Wow, la portadora del poder divino de la diosa de las promesas haciendo una promesa que probablemente no pueda cumplir —escuché que me decían a mi espalda—. Debería alguien explicarle las normas.

El Juego de los Hilos DivinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora