Capítulo 1

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Desperté en el suelo mojado, la lluvia golpeba mi espalda con fuerza, enseguida quedé aturdido gracias a las luces de un gran vehículo, que parecía ser algún camión de carga. Estaba desconcertado, no sabía por qué me encontraba en ese lugar y por qué mis ojos goteaban, volteé a ver delante mío y pude observar a un chico sobre mis piernas, inconsciente.

De mi boca no logró salir palabra alguna y solo permanecí ahí, observando como la vida escapa lentamente de alguien a quien amaba y no intenté la mínima cosa para impedirlo.

Espera, ¿Yo lo amaba? ¿Quién es este chico?

Al escuchar un horrible pitido proveniente de algún lugar desconocido, desperté de golpe, petrificado, con la mano en el pecho tirando fuerte de mi playera como si mi vida dependiese de eso. Volteé a ver hacia dónde comenzaba el detestable sonido, me tranquilicé al ver que no era nada más que mi reloj sonando con intensidad marcando las cinco en punto de la mañana.

Sudado, llevé mis manos a mi cabello y jalé fuerte de él. Sin decir alguna sola palabra permanecí allí; en ese silencio inquebrantable dónde sólo se podía escuchar mi respiración agitada y temblorosa. Al pasar unos breves segundos interminables decidí levantarme de la cama para dirigirme al baño, que al ser un departamento pequeño pude llegar a él con sólo unos cuantos pasos.

Estando dentro apoyé mis manos al lavabo y me observé fijamente en el espejo, pude reflexionar sobre lo desatendido que estoy. Dirigí una de mis manos hacia mi mejilla, donde mis dedos podían tocar suavemente mis ojeras, que a menudo suelo ocultar para algún trabajo. Mis labios están morados y rotos debido al fuerte frío de Londres, cosa que a los directores nunca les ha agradado.
Mi cabello seco y quebradizo se encuentra tan largo que me consigue estorbar la vista, aún así conserva ese color ceniza bastante particular, correspondiente de mi albinismo. Característica que he odiado durante toda mi vida, pero sin razón alguna todos aman.

Inconscientemente me desprendí la ropa y me dirigí a la regadera. Abrí el grifo y el agua caliente recorría por toda mi espalda mientras yo mantenía la mirada baja, simplemente observando como el agua danzaba cerca del drenaje, ignorando el caos que danzaba dentro de mi propia cabeza.

Me alejé del departamento y me dirigí al campus, donde una voz conocida me llamaba por la espalda.

-¡Noah!

Voltear a ver era innecesario ya que sólo una persona sería capaz de tener una voz tan fastidiosa y dulce al mismo tiempo.

-Buenos días, Colette.- Respondí dándole la espalda.

La chica sonreía mientras agitaba su mano de un lado a otro, caminando lentamente. La pelirroja es muy alta, creo que llegó a medir un metro con setenta centímetros la última vez, su cabello rizado rojo es tan largo que cae por su cintura, sus ojos son de un café muy claro y debajo de uno de estos, un pequeño lunar. Ella, al contrario mío, se le da muy bien entablar nuevas amistades, siempre está rodeada de personas nuevas que seguro ni ella recuerda sus nombres, es tan popular entre los chicos que siempre buscan la oportunidad perfecta para fastidiarme y hostigarme.

Se detuvo en frente mío mientras extendía sus brazos para sujetar mi rostro y mirar fijamente de él.

-Estás tan demacrado...

Su comentario me hizo voltear mi rostro completamente, odiaba que me viesen en este estado. Deseaba escapar de ese lugar y esconderme de todas aquellas personas a las cuales sólo les importa mi apariencia. Me sumergí tanto en mis propios pensamientos que al sentir el mínimo contacto físico me sorprendí y di un paso atrás. Cuando regresé la mirada pude encontrar a Colette abrazándome y apoyando su rostro en mi hombro, dirigió sus ojos para encontrarlos con los míos, dejando salir unas cuantas palabras de su boca.

-Está bien, lo has hecho muy bien, eres muy valiente, Noah. Ya no estás con ella, no tienes que tener miedo, me tienes a mí.

Sus palabras lograron que mi garganta se hiciera un nudo, que mis ojos temblaran y que mi nariz se tornara roja. Levanté mis brazos y devolví el gesto, no me importaba nada más en ese momento, estaba feliz de volverla a ver, estaba feliz de tener a Colette en mi vida... realmente no sé qué es lo que se supone que haría sin Colette.

Junto a nosotros se podían escuchar algunas voces en forma de susurros, también un leve sonido de alguna cámara acompañada de una linterna proveniente de algún idiota que olvidó desactivar su lámpara. Cosa que al notar la pelirroja, decidió alejarse lentamente en completo silencio. Cuando logramos quedar un poco distanciados se forzó una sonrisa a la vez que palmeaba mi hombro y apoyaba la mano contraria en su cadera, sacudía la cabeza en señal de que ya era hora de irnos. Caminamos hasta alcanzar la entrada principal del edificio, lugar donde se podía escuchar a algún lunático gritar mi nombre.

Ambos volteamos a ver lo suficiente para darme cuenta que ese lunático se abalanzó sobre mí, lanzándome al suelo gracias al impacto. Quedé atónito, pero claro, viniendo de Stev hasta la cosa más estúpida y detestable es posible.

Mi hermana sólo se preocupó por ella misma, enseguida examinó su uniforme y bolso para confirmar su estado. Cuando se aseguró de ellos nos volteó a ver con la mirada más intimidante. Y claro, para evitar sus deseos de muerte hacia nosotros, me dirigí a Stev para reñirlo e insultarlo.

-¡¿Qué es lo que te pasa?! ¡Maldito lunático! Pudiste haber lastimado a Colette.... o a mí, ¡imbécil!

Me dediqué a gritarle mientras este yacía sobre mío, con esa sonrisa en el rostro como si no le importase todos mis insultos.

-Sólo quítate de encima.

A pesar de ser amigo de este chico durante más de tres años, nunca me pude acostumbrar a él, ser amigo de un maniático como este es siempre recibir alguna broma pesada o tener que escucharlo gritar sobre un mismo tema toda la semana. Si pudiera describirlo en una palabra sería que es demasiado estúpido.

*** 《♡》 ***

Hooolaa, acá Eslie para informarles que hasta acá termina el primer capítulo, me ayudarían mucho dejándome un voto, comentando y compartiendo la historia. Nos vemos en el siguiente capítulo. ♡

Mientras Intento OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora