capítulo 15

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Antes de empezar, esta es la primera canción que pongo en los capítulos y me di cuenta que queda bien, así que mucho ojo 🏃🏻‍♂️.


Habían pasado unas cuantas semanas desde la última vez que salí con Lena, semanas que fueron lo suficiente para reflexionar el como me siento y poner en orden mis sentimientos. Suena fácil, pero no lo es, desde que discutí con Colette ninguno de los dos nos hemos dirigido la palabra, como un contrato entre hermanos.

Colette es... bueno, es mi hermana mayor, ¿no? Tengo que obedecer a todo lo que ella me dice, porque todo lo hace por mi bien; pero aún sabiendo todo esto no logro comprender qué motivo tuvo para ser la causa de que Steven y yo dejáramos de hablar.

"Para amar a alguien más, primero debes de amarte a tí mismo" es lo que vive repitiendo mi tío, y aunque pareciera algo simple, no lo es. No tengo ningún motivo por el cual quererme siquiera, todo de mí me repugna y me acuesto pensando que el día siguiente todo estará mejor, pero solo me estoy mintiendo a mí mismo.

Un ser tan miserable como yo ni siquiera tendría derecho de vivir, la culpa me carcome cuando caigo en cuenta que desgracio la vida de las personas que me rodean, así que las alejo para no herirlas, así que me he convertido en ese personaje solitario del que nadie habla, de ese ser invisible, se ese alguien cuya vida es tan lamentable que llora todas las noches por no saber que está haciendo mal, aunque sabe qué está haciendo mal.

Tal vez y mi madre siempre tuvo razón, y en realidad solo soy un niño malcriado que no merece nada de lo que tiene, pero, al mismo tiempo no tengo nada.

Nada por lo cual luchar, nada por lo cual vivir. Solo desperdicio mis días esperando a algún día morir, sintiéndome culpable por arrebatarle la vida a alguien quien sí merecía vivir, no yo, que solo soy un patético hermano menor.

Aún recuerdo la promesa que hice con aquel niño muchos años atrás, promesa que hizo llorar a alguien como grand frère y yo no entendía el por qué, pero mientras más lo pienso, tal vez ese niño sabía más de mí que yo mismo. Su nombre era Dai, su débil cuerpo apenas le permitía caminar y correr... éramos muy pequeños, pero aún así él sabía su destino, sin llorar y sin asustarse, aceptó su muerte a la edad de siete años, falleciendo a los nueve, "gozando" de lo que según los demás fueron los mejores dos años de su vida.

Él era mi hermano y aún así yo ni siquiera pude llorar, era demasiado pequeño para aceptar que mi gemelo había muerto, así que todas las noches me escapaba para ir a nuestro escondite secreto, esperando su regreso. Había pasado un año de su muerte y mi padre murió, no sabía como procesar la información y quedé en coma durante un mes, Colette se regresó de Estados Unidos para cuidarme, ya que mi madre nunca lo hizo, y desde ese entonces ella se ha quedado a mi lado.

A pesar de todos sus intentos de tratarme de convencer de romper mi promesa con Dai, nunca lo ha logrado, y no sé si sentirme mal o aliviado, es algo complicado.

Toc, toc —¿puedo entrar?— murmuré frente la habitación de Colette.

No recibí ninguna respuesta, solo tragué saliva y giré la perilla, entrando y sentándome en la cama mientras ella se maquillaba.

—¿vas a salir?— susurré mirando como se arreglaba.

Ella suspiró y dejó su cepillo en el escritorio, se volteó y me miró con lástima.

—Lo siento... sabía que no debía involucrarme en lo que pasaba entre ustedes dos... pero eran tan tontos que me comenzaron a hartar— susurró con voz audible, entrando en conflicto —, te amo porque eres mi hermano, pero amo a Steven porque es mi mejor amigo, y no pude soportar ver como una persona que amo lastimaba a otra persona a la que también amo.

Mientras Intento OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora