Era de mañana, hacía frío y aún estaba oscuro en los alrededores. A pesar de estar muy abrigado el viento se metía por mi camiseta y me hacía temblar. Debido al frío el tiempo se hizo infinito, había estado de pie en ese lugar durante lo que yo creía mucho tiempo, con un ramo de flores, un oso de peluche y una caja de chocolates en forma de corazón.
¿Cómo fue que llegué a esto?
Hace dos días estaba en la casa de Lena, conversando en su cuarto mientras veíamos una película, lo que para mí fue algo normal como hablar de Steven, para ella fue algo más profundo, sacando a colación mis sentimientos por ella y por el pelinegro.
— Hay veces que no te entiendo, Noah.— susurró agobiada rascándose la cabeza con el codo apoyado en su rodilla.
— ¿De qué hablas?
— ... Hablo de tí y Steven... ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente con ustedes dos y por qué me lo ocultas? Con la boda a la vuelta de la esquina aún tenemos muchos secretos entre nosotros, debemos cooperar para llevarnos bien.— habló esta vez más preocupada. —No soy tonta. He visto las miradas que le diriges y la forma en la que tus pupilas se dilatan cada que escuchas siquiera su voz... cosa que nunca haz hecho por mí.
Me quedé inmovil analizando cada una de sus palabras, recordándolo, creo que eso fue lo que más le molestó... mi silencio.
Ella siguió hablando, al borde del llanto, preguntándose por qué Steven y no ella, traté de tranquilizarla, apoyarla, pero no quería que hablara siquiera. Me sentí tan mal que quería cortarme el cuello para entregarle mi cabeza, aunque asumo que eso la hubiera lastimado más a ella que a mí.
Nunca fui alguien que supiera expresar sus sentimientos y mucho menos que fuera bueno en el tema del amor, pero ella me lo enseñó todo. Tal vez nunca estuve enamorado de ella y solo la veía como una amiga que estuviera dispuesta a ayudarme en todo... pero ella sí que se veía formando una familia conmigo.
Y a pesar de todo, luego de reflexionarlo por todo el fin de semana, hablarlo hasta con el gato de Lucy y practicar unas mil veces, estoy acá en el aeropuerto esperando a que Steven baje de su avión y encontrármelo. Esta vez sí estoy dispuesto a dejar atrás todo por él.
Me estaba durmiendo cuando escuché que todos los pasajeros estaban bajando, así que me acomodé bien y empecé a buscarlo con la mirada.
Ahí estaba, tan serio que parecía una persona diferente, cargando con una maleta que parecía ser hasta más pesada que él. Lo iba a llamar si tan solo no me hubiera quedado inmóvil al verlo. Reaccioné cuando sus ojos se encontraron con los míos por un segundo, un segundo que duró toda una eternidad.
— ¿Qué mierda haces tú aquí? Maldito poste de luz albino— masculló parado frente a mí.
— Lo siento.
Él mi observó de pies a cabeza, juzgandome, se podía notar en su mirada que no entendía que estaba pasando, por lo que dejé las bromas de lado y comencé a explicarle.
— Terminé con Lena. Esto... esto es para tí.— le entregué el ramo y el peluche, quedándome solo con los chocolates y ofreciéndome para cargar su maleta.
— Ahora lo entiendo— susurró mirándome fastidiado. —, como te volviste a quedar solo, vienes corriendo a donde mí para que reemplace a Lena... pero eso sí, ¡ni creas que voy a caer, maldito pálido!— me enseñó su dedo de enmedio y comenzó a caminar.
— ¡Espera Steven! ¡Estas equivocado! No te estoy reemplazando... Lena era tu reemplazo... ¡pero me equivoqué! Así que, te pido por favor que me des una oportunidad— lo perseguí rascandome la cabeza.
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Mientras Intento Odiarte
Teen FictionNoah; un chico apuesto pero arrogante, ¿quién diría que alguien así podría odiar tanto? Pues sí, a pesar de todos sus intentos por vivir y mantener una "vida normal" siempre es decepcionado al darse cuenta que toda persona que ama, muere, pero, ¿por...