-¡Perdón por llegar tarde! Me quedé dormido.- Se excusaba aquel chico con la respiración agitada y una que otra gota de sudor recorriendo su rostro.
Nadie respondió ante su comentario, haciendo que el silencio se tornara incómodo, sobre todo para mí. Se comenzó a hacer presente el sonido de los cubiertos y los platos, pero aún así nadie supo como romper la tensión del salón.
Mis ojos recorrieron el lugar con molestia, el sentimiento era nuevo, pero algo se me hacía nostálgico, algo de lo que no soy muy capaz de comprender. A mi lado estaba mi hermana concentrada en su celular, frente de ella una chica a la cual no conozco, a su lado el recién llegado Steven, y frente mío, Lena junto a su pequeño hermano.
Mi mente comenzó a divigar entre cosas estúpidas mientras mis dedos recorrían cada parte de sí, esta jodida reunión me abruma mucho más de lo que había pensado.
-Oye tú, pelirroja falsa, deja ese maldito celular y comienza a comer como todos los demás.- La chica frente a mi hermana lucía furiosa, tanto como para enojarse con Lette por algo de lo que yo ya estoy bastante acostumbrado.
Fruncí el cejo y apreté los puños, confundido, pues esa furia contra Colette se estaba compartiendo a mí contra ella. No era necesario ir a defender a mi hermana, yo más que nadie soy consciente de lo que ella puede llegar a hacer solo por un mal comentario, Colette Beaulieu es alguien de la que hay que tener miedo.
Y como esperaba, en un sólo segundo, Colette se había levantado de su silla y arrecostado a la mesa lo suficiente como para tirar del cabello a la otra chica con corte baronil; los gritos de angustia y enojo se hicieron presente muy rápidos. Al menos ya no estamos incómodos.
-¡¿Cómo me dijiste?! maldito pedazo de idiota. Esto es rojo natural ¡¿Entiendes?! ¡Pelirrojo natural, no como tu estúpido sentido de autoridad carente de autoestima en su totalidad!- Gritaba Colette cada vez más furiosa, había tomado la cabeza de su contraria y estaba jaloneando su cabello, todo al mismo tiempo que, con su mano derecha libre, tomaba mechones su propio cabello y los acercaba a la cara de la pelinegra, quién parecía querer asesinar a alguien.
Steven se levantó de su silla y trataba de tranquilizar a las dos fieras que estaban luchando entre sí, yo solo le recordaba a Colette lo que había ocurrido la última vez, pues por solo unos cuantos golpes al rostro la habían demandado, pues nada bueno resulta al pelear con una niña rica, eso lo sabe bien. Me arrecosté más a la silla para apreciar el pequeño espectáculo y me crucé de piernas, giré mi vista un poco y vi a un pequeño y emocionado niño.
-Danny, no mires ahí, vamos- Lena trataba de que su hermanito no se involucrara o que siquiera apreciara la pelea de su querida amiga y muy buena conocida de su hermano menor, pues aunque nosotros no nos conociéramos, mi hermana visita constantemente a Lena, por lo cual ellos ya tenían cierta relación.
-¡Pero yo me quiero quedar a ver!- los berrinches comenzaban a pesar de tener ya una edad avanzada para eso. Me imagino que se trata de un niño bastante mimado, un niño que me recuerda mucho a mí, por alguna razón.
-Déjalo, esto no pasará a mayores, tranquila.- Aclaré la situación antes de que Lena comenzara a alejar al niño de su asiento.
Su mirada viajó entre mis ojos y los de su hermano, frunciendo el cejo con inquietud. Creí que había logrado convencer a la castaña, pero sus palabras me dejaron en blanco enseguida. -Lo siento Noah, pero nos tenemos que ir.- dijo tomando la mano del niño para comenzar a caminar.
-Adiós Colette.- Se despidió con un gesto de manos e ignorando la pelea completamente.
La pelirroja soltó uno de sus agarres de cabello a la contraria y le devolvió el gesto con la mano libre, mientras sonreía e imitaba las palabras que su amiga le había dado. Luego de eso volvió a jalar el pelo de su nueva enemiga.
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Mientras Intento Odiarte
Teen FictionNoah; un chico apuesto pero arrogante, ¿quién diría que alguien así podría odiar tanto? Pues sí, a pesar de todos sus intentos por vivir y mantener una "vida normal" siempre es decepcionado al darse cuenta que toda persona que ama, muere, pero, ¿por...