Capítulo 6

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Aquella noche no pude dormir en lo absoluto, pues me limité a llorar abrazando una almohada, lloré hasta que mis párpados se tornaron rojos, al igual que mis ojos. Contenía la respiración agitada, pues tampoco quería escuchar mis gemidos toda la noche, simplemente estaba ahí sin estar ahí.

Estaba en un estado de confusión que hubiera decepcionado a mi hermana, puesto que ya había aceptado ir con ella a América, realmente sentía que debía permanecer en Reino Unido, una parte de mí quería quedarse por alguna razón que yo mismo desconocia. Sólo pude sentir ese vacío en el pecho y como este me dolía con cada palpitación, sin saber un por qué y culpandome por eso.

Tal y como lo ordenó mi hermana, al día siguiente tuvimos que presentarnos en clase, a el que sería nuestro último día en Oxford. Sabía que mi presencia no era relevante para nadie, así que no tuve la necesidad de despedirme de o avisar de mi fuga. Planeaba pasar el día tranquilamente, sin ningún inconveniente.

Pero como siempre, mis planes fueron frustrados gracias a un japonés que acababa de llegar corriendo al salón en donde me encontraba, se miraba algo golpeado y sudado, más de como es habitualmente. Traté de ocultarme con todas mis fuerzas, pero me fue imposible. Él corrió rápido hasta el fondo del salón, donde me encontraba yo, e interrumpió mi calma con una sola frase, frase que hizo que mi corazón latiera con rapidez debido a la furia y preocupación, que mis piernas temblaran al igual que mis ojos, y que me hizo seguirlo sin dudarlo dos veces.

-Están golpeando a Steven.

Lo seguí a prisa por toda la instalación, hasta llegar a los baños de varones más apartados de todos. Yushiro me indicó que Steven se encontraba dentro, junto con otros tipos que lo estaban golpeando y que él -a duras penas- pudo escapar para buscar ayuda.

La puerta estaba cerrada desde dentro, pero eso no me impidió entrar en lo absoluto, pues gracias a la adrenalina del momento, la pude abrir fácilmente de una patada. El escenario dentro de esos baños era horrible, totalmente detestable y asqueroso. Los chicos habían retirado parte de la ropa de Steven, teniéndolo con el torso desnudo, dejando a simple vista sus pechos, sí, esos pechos que solía ocultar para poder sentirse bien consigo mismo, esos pechos que solía ocultar para poder sentirse como un hombre de verdad.

Él estaba inconsciente, le sangraba la cabeza y nariz, aparte de tener algunos marcas de mordidas y besos por todo el cuello y pecho, de verdad que estaba enfurecido. Mi cuerpo actuó en voluntaria propia cuando agarré aquella barilla de metal con la que prensaban la puerta y comencé a golpear a cada uno de esos chicos, sin piedad ni remordimiento alguno. Mi cabeza estaba en blanco, poco era lo que podía ver de lo que estaba sucediendo en ese momento, y cuando volví a tomar conciencia, estaba golpeando a un chico hasta casi matarlo.

Yushiro sólo observó la escena con detenimiento, se había quedado inmovil desde que entramos a los baños, pues esta era una parte de mí a la que no le había mostrado a nadie, y a la que más temía. Steven comenzó a abrir los ojos poco a poco, y de inmediato salté hacia él para tomarlo entre mis brazos, buscando su saco entre toda la ropa tirada en el suelo, y cubriendo su cuerpo con él.

Estuvimos en esa posición segundos suficientes para que Yushiro saliera de los baños y nos dejara a solas -con los idiotas inconscientes-, tomé el rostro de Steven para poder ver sus ojos, de un verde suave tan delicado que siempre lograban llamar mi atención. Él correspondió la mirada, una mirada asustada y llena totalmente de llanto. No pude evitar soltar algunas lágrimas al ver su estado, al sentir como sus brazos me sujetaban con fuerza, y para no ser visto entre sollozos, oculté mi rostro enterrandolo en su hombro. Y ahí estábamos, llorando sobre el hombro del otro, hasta que, por instinto propio me separé para volver a mirarlo a los ojos, tomar su rostro y acercarme lentamente a él, besando sus labios con delicadeza.
Él correspondió el beso, algo confundido y desorientado, solo disfrutando de aquel momento que hasta hace cinco minutos fue traumatico y desagradable. Tenía ganas de hacer eso desde hace ya bastante tiempo, pero no sabía como iría a reaccionar o si luego me abandonaría, pero ya no importa, nada más importa.

Mientras Intento OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora