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Tord se quedó dentro de su departamento, cerró la puerta y se quitó las botas Chelsea con un suspiro de alivio. Las adoraba, pero aún eran nuevas y no eran ideales para usar durante todo el día. Moviendo los dedos de los pies para librarse de la rigidez en ellos, Tord se dirigió hacia su dormitorio.

Gritó cuando vio una figura sentada sobre la cama en la oscuridad.

—Soy yo —dijo Thomas.

Tord exhaló, presionando una mano en su corazón latiendo acelerado.

—¡Jesús, me asustaste! Advierte a un tipo de que estás esperando por él en su dormitorio a oscuras. Acechador. La gente normal espera afuera cuando no hay nadie en casa.

—Tú dejaste la puerta del balcón abierta.

Tord encendió las luces.

—Vivo en el segundo piso.

Thomas se encogió de hombros y le dio una mirada, como diciendo: “¿Y?”

La sonrisa divertida de Tord se congeló. ¿Qué estaba mal con él? Los hábitos criminales de Thomas no eran adorables. No lo eran. Eran terribles. Thomas era una terrible, terrible persona.

—Correcto —miró con curiosidad a Thomas, tirando de su abrigo y dejándolo caer en la silla—. ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿No deberías estar de guardaespaldas de Yuu?

—Yanov volvió. Mi contrato terminó.

El estómago de Tord se apretó.

Al cabo de un momento, dijo en un tono cuidadosamente casual,

—¿Eso significa que estás dejando Inglaterra?

Las cuencas profundamente vacías de Thomas lo estaban estudiando intensamente.

Poniendo su mejor expresión neutra, Tord comenzó a desabrocharse la camisa.

—No —dijo Thomas por fin—. Yanov me recontrató como su jefe de seguridad.

Tord dejó escapar el aire que había estado conteniendo.

Miedo anudó su interior cuando se dio cuenta de que se sentía aliviado. No tenía por qué sentirse aliviado.

—Eso es... bueno —dijo, deslizándose fuera de su camisa. Se sintió un poco expuesto, inseguro. No sabía dónde se encontraban después de la rareza de la otra noche… después de que Thomas había saltado como un hombre de las cavernas sobre él. Le había gustado eso. Le había gustado demasiado, en contra de su mejor juicio—. Quiero decir, eso es bueno para ti, ¿verdad?

Thomas se encogió de hombros, con la vista todavía en el rostro de Tord a pesar del estado semi desnudo de Tord.

—¿Le has dicho a Yuu sobre esto? —dijo Thomas—. ¿Le has dicho a alguien más?

Tord frunció el ceño.

—¿Sobre qué?

—Sobre tú y yo —dijo Thomas con voz cortante.

—Por supuesto que no —dijo Tord, su ceño profundizándose—. Yuu sólo sabe lo que vio con sus propios ojos —Frunció los labios—. No le he dicho a nadie… bueno, a Boris, pero estuviste de acuerdo en hacer un trío con él, por lo que era inevitable. Pero nunca te haría salir ante nadie sin tu permiso explícito. Eso no está bien.

Thomas se mantuvo mirándolo con esa extraña mirada intensa.

—¿Qué? —dijo Tord.

Los músculos de la mejilla de Thomas pulsaron.

𝙈𝘼𝙇𝙑𝘼𝘿𝙊 ✩ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora