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La casa estaba iluminada con luces de Navidad.

Thomas la miró fijamente por unos cinco minutos antes de lentamente caminar hacia la puerta principal.

Podía ver las siluetas de gente en las ventanas y trató de imaginar las celebraciones de Navidad. Nunca había celebrado la Navidad en su vida. No tenía una familia con quien celebrar. Por no hablar de que en Rusia la Navidad era celebrada en enero y era sobre todo un evento religioso, la importancia del descanso no era tan grande.

Nunca se había sentido más extrañado de lo que lo había hecho últimamente, con todo el mundo a su alrededor pareciendo estar inmerso en las fiestas de Navidad. Incluso Yanov estaba complaciendo a Yuu y celebrando la Navidad con él.

Thomas se detuvo frente a la puerta y vaciló. Tal vez debería irse y volver otro día. A su entender, la Navidad era un día de fiesta de familia. Era poco probable que fuera bienvenido.

Pero había estado posponiendo esta visita durante demasiado tiempo. Había jugado con la idea de llamar a Tord, pero no tenía idea de qué decir. Necesitaba verlo. No podía esperar más o su regalo de Navidad para Tord sería inútil… si Tord siquiera lo aceptaba.

Thomas respiró hondo y llamó.

Pasaron unos minutos antes de que la puerta se abriera. Era la hermana de Tord.

La sonrisa de Tori se desvaneció cuando lo vio.

—¡Tú!

Thomas alzó las cejas.

—¿Yo?

—¿Qué quieres? —dijo Tori. Sus ojos eran como los de su hermano -plateados y grandes- pero Thomas nunca había visto una expresión tan fría en los de Tord. Si Thomas no hubiera estado en el extremo receptor de las miradas heladas de Yanov casi la mitad de su vida, podría haber sido intimidado por ella.

—¿Está Tord aquí? —dijo Thomas.

—¿Qué te importa? —dijo Tori, saliendo y cerrando la puerta detrás de ella. Ella cruzó los brazos sobre su pecho.

Thomas se sintió como un idiota con una chaqueta de invierno, mientras que ella estaba con un delgado saco tejido. No estaba particularmente frío, pero estaba nevando.

—Aquí, toma mi chaqueta —dijo, sacándosela, pero sus palabras cortantes lo detuvieron.

—No quiero nada de ti —dijo Tori—. Vete. Tienes agallas para aparecer por aquí.

—No estoy yendo a ninguna parte sin ver a Tord—dijo, un poco confundido por su hostilidad. Incluso si Tord había dicho a su hermana lo que había ocurrido entre ellos, debría haberle dicho que su relación había sido casual.

Tori frunció sus labios.

—¿Para qué lo necesitas? ¿Necesitas alguien para chuparte la polla?

Thomas la miró.

—Estoy aquí como un amigo —dijo al fin.

Ella rió.

—Correcto.

—Él dijo que podíamos ser amigos —dijo Thomas, refrenando su temperamento. No estaría bien ser grosero con la hermana de Tord—. Quiero ser su amigo —Querer probablemente era una palabra demasiado fuerte, pero no estaba mintiendo.

Tori se burló.

—Por favor. Tú no puedes ser amigo de Tord.

Thomas apretó los dientes.

—¿Y por qué no?

—Porque un amigo de Tord no lo miraría como si estuviera hambriento y Tord fuera una comida de tres platos.

𝙈𝘼𝙇𝙑𝘼𝘿𝙊 ✩ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora