Para cuando Thomas volvió del baño, Tord ya se había cambiado con una vieja camiseta blanca y un par de pantalones cortos que había encontrado en el armario. La ropa era un poco pequeña y se estiraba sobre los músculos que no habían estado allí cuando las había vestido hace años.

Evitando mirar a Thomas, Tord se dirigió al cuarto de baño.

Mientras que estaba cepillando sus dientes, se vio reflejado en el espejo e hizo una mueca. Sus labios estaban hinchados, y había contusiones por todo su estómago y piernas. Al menos las que estaban en su rostro no se veían tan mal. Esperaba que pronto se desvanecieran o los maquilladores lo matarían. Tenía otra sesión de fotos pronto.

Tord casi chocó con su hermana cuando salió del baño.

-Te ves horrible -dijo Tori, barriendo su mirada sobre él.

-Gracias -dijo Tord-. Eso es justo lo que tu hermano pequeño necesitaba oír después de un día tan traumatizante.

Ella puso los ojos en blanco.

-Por favor. Tú eres más duro que todos nosotros juntos. Además, tu peor estado es aún mejor que mi mejor. No soy la bonita en la familia -Ella le dio un abrazo con un solo brazo y un beso en la mejilla-. Me alegro de que estés bien, idiota. No jodas con tu guardaespaldas homofóbico

Tord sospechaba que se parecía a los proverbiales ciervos encandilados por los faroles, porque Tori se echó a reír.

Tord apretó los labios.

-¿Qué te dio esa idea...?

-Por favor -ella dijo-. Te conozco, ¿recuerdas? La tensión sexual en la mesa era algo embarazosa. Además, es exactamente tu tipo: un imbécil, con aspecto de Vikingo, alto, construido como un tanque, manos grandes, gran polla...

-Tú no sabes eso. Tal vez su polla es pequeña.

Ella lo miró curiosamente.

-¿Lo es? Extraño. Por lo general puedo decir el tamaño de la polla del hombre por la forma en que camina. Estoy segura de que tiene por lo menos veinte centímetros.

Tord resopló.

-Oh mi Dios, cállate. Me da vergüenza estar relacionado contigo. Además, me molesta profundamente la implicación de que nuestra confianza depende del tamaño de nuestras pollas.

Tori sonrió abiertamente y palmeó su mejilla.

-Escucha la sabiduría de tus mayores, hermanito. Cuando llegues a mi avanzada edad, te darás cuenta de la sabiduría de mis palabras.

-Espero con impaciencia ese punto en el plazo de dos años -dijo Tord con expresión desinteresada, alejándose-. Buenas noches.

-Buenas noches. ¡No jodas a tu guardaespaldas!

Tord le hizo burla y entró en su dormitorio.

La habitación estaba a oscuras y en silencio. Apenas podía distinguir la figura de Thomas en el saco de dormir al lado de la cama.

Interiormente maldiciendo al ruso obstinado por perseguirlo, Tord caminó silenciosamente a la cama y se metió bajo las sábanas.

Se estiró sobre su espalda, cerró los ojos, y se dijo que debería dormir.

Después de media hora de valientes intentos de contar ovejas, Tord se rindió y abrió los ojos.

La habitación estaba tan silenciosa que podía oír la respiración de Thomas. Era constante y regular, pero sabía que Thomas estaba despierto. Estaba seguro de que no estaba imaginando la tensión en el aire, tensa y zumbando, como una cuerda en su punto de ruptura.

𝙈𝘼𝙇𝙑𝘼𝘿𝙊 ✩ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora