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Tord se limpió las manos en el delantal y miró su creación. El pastel no era mucho que ver, pero olía delicioso y estaba seguro de que había acertado la receta que su madre le había enviado.

Algunas personas probablemente pensarían que estaba loco, pero cocinar era su actividad favorita cuando se sentía nervioso. Y él se sentía algo ansioso esta noche, mirando el reloj cada pocos minutos.

No estaba seguro de si Thomas vendría. No habían hecho ningún arreglo anoche. Thomas se había marchado para el momento en que Tord se despertó esta mañana, y ahora Tord no estaba seguro de qué esperar. ¿Thomas estaba planeando venir todas las noches? ¿Siquiera iba a volver? A pesar de las palabras de Thomas, Tord medio esperaba que Tom enloqueciera y cambiara de opinión.

Eran las diez de la noche ya. Seguramente Thomas no vendría.

El timbre sonó.

Correcto.

—No te comas la torta —dijo Tord a su gata y fue a abrir la puerta.

Thomas estaba parado al otro lado.

Tord mojó sus labios, tomando una mirada en Thomas. No estaba acostumbrado a ver a Tom en otra cosa diferente a trajes negros, pantalones negros y camisetas negras. Ahora llevaba un par de pantalones vaqueros azules y un suéter azul oscuro de aspecto suave que acentuaba la anchura de sus hombros y la profundidad de sus intensamente oscuras cuencas… cuencas vacías que inmediatamente se fijaron en Tord. Era tan fácil perderse en aquella profundidad, en aquella mirada. Como a todo el mundo, a Tord le gustaba ser el centro del universo de alguien, y Thomas podría ofrecer eso con un solo vistazo. Amaba esto… ser el centro de la atención de Thomas.

—Mmm, hola —dijo Tord, dándose cuenta de que había estado simplemente mirando a Thomas en silencio.

Thomas finalmente apartó la mirada de su rostro para barrerla por encima de su cuerpo. Sus labios se torcieron.

—Bonito conjunto.

Tord se sonrojó, recordando que llevaba sólo una camiseta negra de gran tamaño y un delantal con la inscripción “el cocinero más bonito”.

—Fue un regalo de Navidad del año pasado, de Tori —dijo él a la defensiva, sacándose el delantal. Lo lamentó inmediatamente. Ahora se sentía casi desnudo, auto-consciente de que su camiseta no hacía nada para cubrir sus piernas desnudas—. Voy a ponerme unos vaqueros —dijo, señalando torpemente hacia su dormitorio.

Thomas miró a sus piernas y apartó la mirada rápidamente.

—Sí, haz eso.

Aliviado, Tord huyó a su habitación. Después de ponerse un par de pantalones vaqueros, tomó unas cuantas respiraciones para calmarse, echó un vistazo al espejo, gimió ante el nido de pájaros en su cabeza y rápidamente se ató el pelo en una coleta. Unos mechones cafés escaparon, cayendo sobre su cuello, pero Tord los dejó ser, pensando que no podía esconderse en su habitación por más tiempo o Thomas podría tener la impresión equivocada: que quería verse bien para él. Lo que no hacía. Obviamente. Eran casuales compañeros de jodida nada más.

Cuando Tord regresó a la sala de estar, Thomas se encontraba mirando a su alrededor, dando al interior una buena ojeada.

—No es mucho comparado con el hogar de Yuu —dijo Tord, cambiando el peso de un pie al otro—. No soy ningún multimillonario. Como alguien dijo, ser profesionalmente apuesto no es un trabajo muy lucrativo para los tipos.

—No lo estás haciendo demasiado mal —dijo Thomas, echando un vistazo alrededor.

Tord se encogió de hombros.

𝙈𝘼𝙇𝙑𝘼𝘿𝙊 ✩ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora