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Tord cerró la puerta de su dormitorio y lentamente se acercó a su cama. Dejándose caer sobre ella, miró sus elegantes botas Saint Laurent, pero se sentía como un estúpido, iluso de dieciséis años, de nuevo.

Cuando tenía dieciséis, había tenido un enamoramiento enorme con el capitán del equipo de fútbol de la escuela, Hellucard Charbonn. Dios, esto era tan cliché: el raro, geek marica local (y ellos nunca se preocuparon cuando Tord dijo que era bi) suspirando por el chico más popular de la escuela, que era recto como una flecha en lo que concernía a todos. Hellucard Charbonn no había sido recto como una flecha... al menos era lo suficientemente gay como para permitir que Tord lo chupe cuando no lo estaba llamando maricón en los pasillos de la escuela. Hellucard nunca le había correspondido, no lo tocó, porque, según él, no era puto. Hellucard nunca lo había besado, pero el Tord de dieciséis años era lo suficientemente ingenuo e iluso como para pensar que Hellucard estaba sólo negando sus sentimientos... él no dejaría que Tord chupara su polla si no tuviera sentimientos genuinos por él. Fue mucho más tarde que Tord se había dado cuenta de que lo que él y Hellucard tenían ni siquiera era sexo; era una devoción incondicional, unilateral. Cuando Tord le dijo a Hellucard que estaba enamorado de él y quería más de su relación, Hellucard se rio en su cara y dijo:

-¿Qué relación?

Habían pasado años, pero Tord todavía recordaba la inflexión en la voz de Hellucard y la burla en su cara, cuando se lo había dicho. Y como si no hubiera sido suficiente para Hellucard pisotear el corazón de Tord, él y sus amigos, literalmente, patearon sus sentimientos fuera de él más tarde ese día. Hellucard rió mientras sus amigos lo usaban como saco de boxeo.

Después de eso, Tord había hecho todo lo posible para permanecer lejos de Hellucard Charbonn, pero este no lo dejaría en paz. Casi un año más tarde, Hellucard fue el que atrapó a Tord dándole una mamada a su primer novio, Brock Baker. Hellucard tomó una foto de ellos, y el resto, como dicen, es historia.
Brock, que no había estado fuera, fue obligado a salir del armario y condenado al ostracismo por su propia familia. Un mes más tarde, de pie justo frente a la tumba de Brock y sintiendo las miradas de juicio de la gente sobre él, Tord se prometió a sí mismo: nunca otra vez. Ya no se involucraría con tipos que intimidaban a otros para ocultar su propia sexualidad. Los tipos como Hellucard nunca cambiaban. Eran del tipo de casarse jóvenes, producir dos-punto-cinco niños, y joderse a algún maricón ingenuo a un costado antes de regresar con su esposa perfecta. Nunca otra vez.

Y ahora, casi diez años más tarde, Tord se sentía enfermo del estómago, ardiendo de vergüenza, porque era Hellucard Charbonn una vez más, ¿verdad? Aparentemente, seguía siendo tan estúpido y débil como lo había sido en aquel entonces.

Jesús, ¿cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo ir en contra de sus propios principios y dejar que otro homofóbico, imbécil en el armario lo follara? En Moscú no había tenido vergüenza, porque sentía que estaba enseñando al burro homofóbico una lección. Lo que había estado haciendo en los últimos días -burlándose de Thomas y provocándolo- estaba peligrosamente cerca del flirteo. Lo que había pasado en el club no fue una lección. Sólo había estado ausente, con ganas de rascarse la picazón y follar, profundo y duro.

Thomas lo había llamado una puta. Thomas tenía razón.

Incluso ahora, solamente pensando en ello y recordando lo que había sentido causaba que la polla de Tord temblara, con vergonzosa excitación bañándolo una vez más.

Idiota. Era un idiota. Ya no era el adolescente impopular de aspecto raro y pálido como la muerte. Tenía decenas de hombres y mujeres compitiendo por su atención. Y sin embargo, tenía que ir y ser jodido por un hombre que estaba completamente desacomplejado sobre su homofobia.

𝙈𝘼𝙇𝙑𝘼𝘿𝙊 ✩ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora