Problemas

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Dos semanas pasaron, tiempo en el que los esposos llegaron al Ducado Galard tras terminar su luna de miel.

En cuanto Eleonor entró a su oficina pudo ver apenas unos cuantos papeles encima de su escritorio, agradeció internamente a Erwin por haberse encargado en su ausencia y luego fue a sentarse en la silla.

Tomó algunos que estaban al principio de la fila y se dio cuenta que era el final del informe, por lo que bufó y acomodó todo de fin a principio. Quedando ya todo ordenado, por lo que prosiguió a leerlos.

Sus ojos apenas se abrieron por la creciente sorpresa que sintió, según esos papeles habían burdeles que estaban "contratando" Omegas menores de edad robados, y que cuando terminaban de utilizarlos los botaban o los terminaban matando para esconder la evidencia.

Tomó la hoja que estaba leyendo y la puso detrás de todas, notando frente a sus ojos azules un cartel de Se Busca, junto con el nombre "Tobias" y el retrato del chico.

No poseía apellido, así que suponía que era alguien no reconocido por su padre, terminó frunciendo el ceño con enojo por todos esos malditos Alfas de mayor rango que se creían mejores que los Omegas y Betas, tanto como para negarles a los Omegas y mujeres Betas darles a sus hijos sus apellidos.

Sinceramente ella quería que sus hijos con Lett llevaran ambos apellidos, pues estos eran igual de importantes en la Aristocracia y por lo tanto sería una gran ventaja para sus futuros cachorros.

Cuando hiba a pasar de página alguien tocó su puerta, por lo que dio el pase para que tal persona entrara a su despacho. Para su sorpresa fue Levi quien ingresó a su lugar de trabajo, lo que la dejó algo confundida, ¿Por qué estaba ahí?.

Vio que el Omega intentó hablar, pero las palabras no salían de su boca, así que la cerró y desvió la mirada hacia otro lado, con un creciente sonrojo en sus mejillas.

Ladeó la cabeza con confución, no entendía las razones de porqué actuaba tan extraño. ¿Su presencia lo pone nervioso?. Quizá le dijeron algo sobre ella y por eso ahora le cuesta hablarle, seguro fue Hanji. La mataría si las cosas resultaban ser como pensaba.

-¿Vas a decirme que es lo que quieres o solo te quedarás ahí parado con tu disfraz de tómate maduro? -. Pregunto, alzando una ceja con frustración.

-¿Eh? ¡No! Y-yo... yo... -. Su voz cada vez se apagaba más. Mierda, ¿Por qué no podía hablar? ¿Por qué le costaba tanto mirarla a los ojos?.

-Tú..., tú... -. Se burló en un susurro.

-Eleonor... quiero agradecerte, de verdad -. Tomó valor y le hizo una reverencia, no podía ofrecerle más que eso, junto con toda su admiración y respeto -. Muchas gracias.

-¿Eh? ¿De qué hablas? ¿Por qué me agradeces, soldado? -. Preguntó, con el mismo tono extrañado de antes.

-Por lo de las tumbas que mandó a hacer para Farlan e Isabel -. Se enderezó nuevamente, mirándola con un pequeño rubor en su rostro.

-No lo hice por una razón más allá del profesionalismo, acostumbro a hacer lo mismo con cada soldado que da su vida por la humanidad. No tiene nada que ver contigo o tus amigos, Levi -. Respondió seria.

Sus ojos notaron como el rostro del pelinegro palideció, como si hubiera visto un fantasma. Pero no le importó, debía dejarle en claro que esa acción no tenía ninguna otra razon de por medio que no sea el consuelo de su corazón herido.

-Y-yo... lo sé, pero... aún así quería agradecerte -. Volvió a hacerle una reverencia.

Bajó la cabeza hacia los documentos, pero la volvió a alzar al darse cuenta de un detalle en el hombre.

-¿Dónde está la bufanda que te regalé? -. Preguntó, con el ceño fruncido.

-¿Eh? -. Notó su propio cuello descubierto -. Se está secando, la lavé... porqué estaba sucia -. Mintió.

-Entiendo. Si eso es todo lo que tenían que decirme, puedes irte -. Regresó a sus asuntos.

Agarró el pomo de la puerta para abrirla, pero a último momento se volteó hacia el lado en el que estaba su superior.

-Me alegro de que volvieras, Comandante.

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Buscó rápidamente en la habitación que compartía con su esposa, sacando y tirando al suelo todo para intentar encontrar lo que llevaba ya veinte minutos buscando.

Abrió el armario de golpe, metiendo sus manos dentro para rebuscar más a fondo, hasta que tocó algo en medio de toda la ropa desordenada. Tomó eso rápidamente y lo sacó, teniendo un sobre arrugado en su mano blanquesina.

Pudo notar en el centro del sobre aquel sello tan odiado por él, era el logo de una tienda que vendía intrumentos de tortura, artefactos que Eleonor usa en sí misma.

Era su manera de redimirse y saber que estaba viva, porqué el daño psicológico que tiene le hace creer a veces que ya está muerta, o también que es culpable de toda la mierda que pasó en su miserable vida, todo por haber sacrificado tantas vidas desde que tomó las riendas del Ducado Galard y la Legión.

Frunció el ceño mientras las lágrimas caían por sus mejillas, si pudiera mataría a todos esos malditos que fomentaban a que su Eleonor se autolesionara.

Él puede y lo hará, matará a cada uno de esos bastardos. Les enseñará que cualquier persona que se atreva a lastimar a su esposa tendrá que enfrentarse a las consecuencias de sus actos.

Ahora en su matrimonio Alastair tenía mucha más influencia que antes, además sabía de alguién que lo ayudará a matar a esas personas. Solo tenía que mandar a llamar a Neo (a) y juntos se vengarían.

Sabía que él no se negaría a ayudarlo si el asunto se trataba del bienestar de Eleonor.

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El rostro blanquesino del chico fue sostenido fuertemente por la mano de aquel asqueroso hombre, que no paraba de mirarlo con furia. El rubio había mordido la mano del último cliente que había pedido por él, lo hacía con todos y cada uno de ellos, ya era inaceptable.

Levantó su otra mano y le proporcionó una cachetada que lo aturdió mucho, también dejándolo en el suelo mientras se agarraba la mejilla, llorando de impotencia por no poder salir de ese lugar.

Sus ojos verdes poco a poco perdieron su brillo, hasta ser solo joyas de un tono esmeralda opaco, esperando a que alguien le dé una esperanza de vida y lo saqué de su miseria.

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Ambos se sentaron en los escalones de la entrada de la Academia, mientras que Tsukasa (a) recostaba su cabeza en el hombro de Eleonor, sabiendo que lo dejaría apoyarse ahí sin quejarse.

La castaña puso una mano en su hombro atrayéndolo mas a su dirección, por alguna razón últimamente sentía a Tsukasa muy lejano. Y no era porqué se hayan distanciado, al contrario; de hecho estaban igual o más cercanos que antes.

Pero ese vacío seguía ahí, atormentándola, diciéndole que el final pronto se acercaba y debía resignarse a perderlo.

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¿Les gusta como va quedando?

Espero que sí y que le den mucho apoyo a esta historia que la estoy haciendo con mucho amor ♡💕.

CompliCaCion es  || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora