Misión

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Eleonor estaba en su oficina hablando con Erwin sobre la misión en la cuidad subterranea, Levi ya sabía a donde tenía que llevarlos así que estaban listos para comenzar.

Pero aún había un tema que tratar, el hecho de que Eleonor todavía no eligió a quienes la acompañarían.

-¿A quienes vas a llevar? No creo que lleves a todos, después de todo la mayoría son unos inútiles -. Dijo Erwin, mientras miraba seriamente a la menor.

-Eso lo sé, pero tu me dijiste que Satoshi y Satomi Hino eran los mejores de su generación, ¿No? -. El rubio simplemente asintió -. Entonces solo ellos dos vendrán con nosotros.

-Como quieras -. Suspiró el mayor.

Él realmente no lograba entender los planes de la chica, pero eso no importaba ahora, debían centrarse en ir y liberar a esos pobres muchachos del infierno al que fueron sometidos.

-Hay algo que te tiene inconforme, ¿Verdad? -. Preguntó con una leve sonrisa, sabiendo cual era el motivo por el cual el mayor se encontraba tan inquieto.

-Si, es que no logro comprender el por qué de elegir a mocosos débiles como parte de tu escuadrón, si hay otros cadetes más capaces como la señorita Ral, el joven Brossard, Gin y Schultz -. Mencionó con el ceño fruncido. La principal razón por la que le pidió a Eleonor tener un escuadron fue porqué era una manera de saber que estaba segura, sin necesidad de estar vigilándola.

-Durante mi estadía en la academia no hablé mucho con ellos. Así que son desconocidos para mí, sé que esos reclutas también son desconocidos, pero los que tu mencionaste tienen potenial, son extraordinarios, como Levi. Pero yo quiero personas fieles, y en este mundo esa lealtad solo la otorgan las personas que más han sufrido, ellos le dan esa deboción sin límites a los que los salvaron de su infierno -. Sonrió con descaro, notando la evidente sorpresa del rubio.

-Quieres... que ellos sean tus armas -. Preguntó. No, afirmó; veía esa intención en los azulados ojos de la menor.

-Estás en lo correcto. Aunque, no entiendo por qué te preocupa tanto -. Se acomodó en el asiento, afirmando su espalda para acostarse en la silla.

-Yo le prometí a Tsukasa que te cuidaría, esa fue la última voluntad que me pidió que cumpliera -. Comentó con seriedad, tratando te no hacer enojar a Eleonor por hablar de ese tema.

Pero aquello fue en vano, el fuerte golpe que la castaña le metió al escritorio le confirmó que ella estaba molesta, además de su ceño horriblemente fruncido y su mano cerrada en un puño venoso.

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Tomó la mano del joven muchacho frente a él, dándole un pequeño frasco con un líquido de transparente.

-Escucha, debes poner esto en la próxima bebida que te pida el señor Alastair, y si puedes en la de alguien más para no levantar tantas sospechas -. Mencionó aquella persona, dando una sonrisa que le heló la sangre.

Si no quiería que se dieran cuenta que ella lo mandó a envenenar debía hacer lo mismo con otra persona, además mataría dos pajaros de un tiro, o tal vez tres.

-Mi señora, ¿No cree que eso sería demasiado? -. Preguntó temeroso, temblando como una hoja.

Si Eleonor llegaba a enterarse que la traicionó y que le provocó la muerte a su embarazado Omega, seguro lo torturaría hasta matarlo.

-¡Cállate! ¿Estás cuestionándome? -. Preguntó bruscamente, frunciendo el ceño con enojo, asustando al joven que servía en la casa de Alastair.

-¡Ah! ¡Claro que no! ¡Lo lamento! -. Reverenció, dejando caer unas cuantas lágrimas por lo que hiba a suceder con tan inocente Omega.

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Faltaban solo dos horas para que el atardecer se viera en el cielo, por eso mismo ahora su esposa se estaba despidiendo de él, dándole unos cuantos besos e impregnándolo de sus feromonas para que no se sintiera solo, sabiendo que seguro volvería a la mañana siguiente.

Las lágrimas llenaban sus hermosos ojos verdes, manchando sus pecosas mejillas una vez que rodaban por ellas, sintiendo a Ran y Rei aferrándose a su Alfa.

Los labios de la castaña se posaron sobre los suyos, limpiando sus lágrimas para calmarlo, tocando su vientre que ya empezaba a hincharse por la vida que crecía en él.

Levi por su parte se mordió el labio con impotencia, ¿Enserio se daban esas muestras de amor en frente de todos sin importarles nada?. Maldijo de mil y una formas al joven Omega, pedía perdón a Alastair pero no podía evitarlo.
Los celos lo mataban, ¡Eleonor era su hermana! ¡No soportaba que él se robara toda su atención!.

Alrededor de la pareja los hermanos de la muchacha los abrazan a ambos, no queriendo separarse de la mayor, Rube por su partes solo abrazó levemente a su hija, besando su mejilla y deseándole la mejor de las suertes.

A ojos de todos era exagerado, solo serían unas horas, tampoco era como si no volverían a verse.

Luego de tan vergonzosas despedidas emprendiendo un viaje, con Levi, Eleonor y Erwin a la cabeza guiando a todos.

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Caminaron a paso lento por todo el lugar ilumando por luz artificial, encontrando en callejones a gente desmayada o incluso muerta, asqueándose por aquel ambiente tan deplorable.

Sobre que lo que sucedió con la muralla maría hace tres años dejó a la cuidad en peor estado, por la escaces de comida y acumulación de personas a lo loco.

Sus ojos grises miraron fijamente el rostro neutral de Eleonor quien caminaba junto a él, era increíble pensar que esa persona tan fría era capaz de dar tanto amor como el que le da a su marido.


Aún si quería ignorar a Eleonor no podía, no era el momento más adecuado para actuar como un estúpido hermano celoso.

Sin darse cuenta llegaron al lugar del que tanto habían escuchado hablar, la puerta enorme se notaba algo desgastada, como si fuera la de una casa abandonada, aunque él no la noto así. Ya estaba acostumbrado.

Sacó un cuchillo de sus ropas dipuesto a proteger a Eleonor cuando esta se acercó para abrir la puerta. Notando ahí adentro a cientos de personas deleitándose con jovencitos que bailaban en los escenarios, mierda, esos malditos viejos repugnantes.

CompliCaCion es  || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora