Salvando mocosos

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Su mirada azulada se centró en un joven que estaba en el escenario, observando con detenimiento sus ojos verdes sin brillo y su cabello rubio desordenado, su pequeño cuerpo estaba casi desnudo aunque tenía sus partes íntimas cubiertas.

Aquel muchacho no debería tener más de dieciséis años, era prácticamente un niño y a juzgar por su rostro cansado seguro llevaba años en ese repuganante lugar.

Notó al chiquillo estremecerse cuando se miraron a los ojos, parecía algo asustado aunque intentaba sin éxito no demostrarlo. Estaba pálido y se veía que tenía algunos moretones en su frágil cuerpo, hematomas que intentaba cubrir con su ropa.

Lo observó mover las caderas de una manera excepcional, sus movimientos eran delicados y cautelosos, con intenciones de seducir a los presentes. Aunque estaba claro que eso no era lo que deseaba hacer.

El deseo desenfrenado de arrancarle los ojos a esos viejos repugnantes se apoderó de ella, aún después de tantos años no lograba comprender como existían personas tan asquerosas.

-Eleonor, ¿Cuándo vamos a avanzar con el plan? -. Preguntó Levi a su lado, susurrándole al oído.

-Cuando el muchacho termine -. Informó, mirando con frialdad al Omega pelinegro.

Sabía que no debería desquitarse con él, pero estaba demasiado enojada como para medir sus comportamientos, quería matarlos a todos.

Sus ojos azules siguieron fijándose en los de aquel muchacho, intentando desifrar que es lo que lo motivaba a seguir soportando eso, sabía de sobra que seguro lo tenían amenazado, aunque eso no significaba que tal vez no se hiba por no tener un lugar al cual volver.

El muchacho rubio en medio de su baile se torció el tobillo, cayendo de cara al suelo por lo repentino que fue, seguramente lastimando su delicado rostro. Cuando lo vio caer estuvo apunto de levantarse para ir a ayudarlo, pero no lo hizo, no era parte del plan, tenía que controlarse. Luego lo ayudaría.

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Sus ojos verdes brillaron de alegría y amor al observar a sus cuñados jugar tan armoniosamente en el jardín, le recordaba a aquellos tiempos en cuando estaban ellos cuatro juntos a los quince. Él, Eleonor, Neo y Tsukasa.

Luego de la muerte de Tsukasa se distanciaron, pero los únicos que se mantuvieron juntos siempre fueron él y Eleonor, no era una opción dejar sola a la castaña sabiendo cuanto le afectó aquel desgarrador suceso.

Su querida Galard se hundió en la maldita depresión por culpa de las malas deciciones de Erwin, o eso deseaba creer. Porque sabía que las acciones que Tsukasa tomó hasta el final fueron producto del impulso que él siempre tuvo de proteger a la ojiazul por sobre todas las cosas.

El llamado de su suegro hacia su persona lo sacó de su mente, secando rápidamente con su mano la lágrima en su ojo izquierdo. Llorar se le fue prohibido desde pequeño, su madre se lo explicó siempre, pero tal parece que aún tiene el hábito de desobedecer órdenes.

El hombre de cabellos castaños tomó sus manos y las acarició con cariño, sonriéndole maternalmente como si fuera su hijo, aquella sonrisa que siempre deseó que se la diera su madre.

-Estoy tan feliz por el bebé que viene en camino. Cuídate mucho, Alastair, come y duerme lo suficiente, no te preocupes por nada y trata de no hacer mucho esfuerzo -. Explicó Rube, sonriendo al recordarse a sí mismo cuando estaba embarazado de Eleonor.

-¡Espero que tengan muchos hijos más! ¡Así podremos jugar juntos! -. Mencionó Rei, riendo mientras tomaba las manos de su gemelo mayor para parecer más lindos.

CompliCaCion es  || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora