Capítulo 7

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Habían pasado un par de días desde que Paulo había llegado a la Argentina, durante ese tiempo se dedicó a visitar a algunos amigos que tenía por la zona y a pasar algo de tiempo con su novio evitando interferir demasiado con sus entrenamientos, este era su penúltimo día en Argentina.

La pareja estaba acostada en la cama del mayor abrazados, apenas eran las ocho y media de la mañana, tenían tiempo de estar así un rato más, el entrenamiento de Leandro empezaba a las 9:30 y terminaba a eso de las 12.

-Anoche mí vieja me mandó mensaje- comentó el mayor. -Quieren conocerte- con una de sus manos dejaba suaves caricias por uno de los cachetes de su novio, quién abrió los ojos cómo plato ante aquella noticia.

-¿Ellos a mí?- el otro asintió. -Yo no tengo problema pero ¿Voy a caerles bien? Ni siquiera tengo tiempo de comprarles algo-

-Ey, no seas exagerado. Es un asado al medio día nada más. Ahora tengo que irme a entrenar ¿Querés venir o dormís un rato más?-

-Na, me quedo acá así no te desconcentrás, bastante te cagó a pedos tu técnico porque te distraías-

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El entrenamiento del mayor había terminado al medio día, en cuanto volvió a su habitación esperaba encontrarse con su novio ya listo, sin embargo lo que se encontró fue a Paulo totalmente estirado en la cama profundamente dormido. Entre risas despertó a su pareja para que se arreglara y así poder irse a casa de sus padres a los cuales no veía desde hace más de seis meses.

Era la 13:40 y Leandro estaba estacionando afuera de la casa de su familia, se habían demorado porque Paulo insistió en pasar a comprar un vino para llevar, todo eso a pesar de que su novio le dijo que no era necesario, pero si Paulo era algo en esta vida era terco, nadie más cabeza dura que ese pibe.

-¿Estoy bien?- preguntó antes de bajar del auto. -No quiero dar una mala impresión-

-Estás precioso- le dejó un suave roce de labios para así bajarse del vehículo.

Golpearon la puerta y para ese punto Paulo estaba que se desmayaba de los nervios, en eso abrieron dejando ver del otro lado auna mujer de unos cincuenta y tantos años, la cual con una sonrisa abrazó a Leandro.

-Lea, hace mucho no te veía ¿Cómo estás?-

-Todo bien ma, te presento a Pau-

-Sos más lindo que en las fotos- soltó con gracia la mujer a la vez que abrazaba a su yerno.

El almuerzo pasó tranquilo, todos charlaban entre ellos y Paulo a pesar de su timidez había logrado socializar bastante con la familia de su novio, sobre todo con los que estaban más cerca de su edad, en este caso los primos Nicolás 21 y Mateo de 23 años.

-Pau ¿Te jode si te pido una foto? Te sigo hace banda, y bueno no puedo evitarlo- comentó con gracia Nicolás.

-Obvio, no tengo problema-

Se sacaron un par de fotos y en eso Leandro se acercó a ellos, abrazando desde atrás la cintura de su novio, se asustó al sentir los brazos invadir su espacio, pero al instante reconoció los tatuajes.

-Me cagué to'- entre risas acarició una de las manos que rodeaba su cintura. -Tus primos son copados-

-Te dije que te ibas a llevar bien- soltó tranquilo. -Y ustedes par de salames, juega boca así que vayan a prenderme la tele-

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