Después de lo acontecido en la escuela
Nevermore, Enid Sinclair regresa a San Francisco con su familia, lo que no muchos saben es que su familia es una real y más antigua que existen en todos los clanes de lobos, aunque eso no importará mucho cuando...
-El amanecer en Nevermore es... Bastante tétrico-. Dijo Enid haciendo que girara a verla.
-Si es tétrico, ¿Por qué sigues viniendo a verlo todos los días en los que hemos regresado a la escuela?-. Pregunté con monotonía haciendo que girara a verme.
-Dije que es tectrico más no que no me gustará, tal vez estar a tu lado me ha contagiado-. Murmuró con una sonrisa ladeada y alzando su ceja derecha de forma coqueta.
-Ser como yo es mucho mejor que ser una patética escusa de aquellos que asisten en esta escuela-. Aseguré con orgullo, sintiendo como Enid se acercaba a mi para darme un beso en la mandíbula.
-Te amo Merlina-. Susurró apretando mi mano con la suya, acariciándola con su pulgar.
-Tambien te amo-. Le aseguré para alzar mi mano libre, pasando mis nudillos por su mejilla con cicatrices.
Enid sonrió con demasiada felicidad y terriblemente es lo que siempre deseo ver en su rostro, que sea feliz, su sonrisa hace que todo se sienta bien, que estaremos bien, y sin pensarlo me acerque sujetando su cuello para acercarla a mi, provocando que soltará un quejido.
-Mierda Merlina, estás tan fría como un vampiro-. Murmuró para luego reírse.
-Soy mucho mejor que un vampiro, no me compares con esas escorias-. Le dije y eso solo la hizo reír.
Así que borre su risa en cuanto junte mis labios con los suyos en un beso abrasador, solté un pequeño gemido cuando Enid se abrió paso en mi boca con su lengua, sus manos tocaron mi cintura acercándome más a ella, aspire un poco el aroma de Enid y una leve sonrisa brotó en mi rostro mientras nos besamos, solo nos separamos cuando nos faltó el aire.
Nos miramos a los ojos por unos segundos, tratando de expresar todo lo que sentíamos con nuestras miradas, era horrorifico cómo Enid era capaz de entenderme con solo una mirada, mi novia me dio un guiño para luego alejarse y caer boca abajo en el pasto, soltando un quejido y diciendo que descansaría por qué Kuina y Ann la han estado exprimiendo para entrenarla en estos días, un pensamiento paso por mi cabeza cuando la vi recostada, así que me arrastre hasta sentarme en su espalda haciéndola gruñir.
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-¿Ahora soy tu cama o algo así?-. Preguntó con un bufido para luego volver a cerrar los ojos.
-Siempre lo has sido, aunque mirándote así, sería muy fácil cortar alguna extremidad tuya, la confianza debe ser mucha al dejarte en tal debilidad-. Le dije con cierto tono divertido.
-Bueno, confío mi vida estando a tu lado-. Aseguró y algo cálido en mi pecho me hizo mirar hacia otro lado.
-Yo también confío en ti con mi vida, siempre lo haré, meus sol (mi sol)-. Contesté haciendo que alzara su pulgar en forma de confirmación.
