Después de lo acontecido en la escuela
Nevermore, Enid Sinclair regresa a San Francisco con su familia, lo que no muchos saben es que su familia es una real y más antigua que existen en todos los clanes de lobos, aunque eso no importará mucho cuando...
-Enid, debemos despertar, tenemos asuntos que terminar-. Le dije con delicadeza mientras apartaba los mechones de su rostro.
-No, déjame dormir más-. Gruñó con molestia jalando la cobija para taparse el rostro, dejando solo sus ojos a la vista.
-Dedos-. Dije con firmeza haciendo que Dedos se arrastra por el suelo hasta subir a la cama, jalando con fuerza la cobija.
-¡No! ¡Dedos! Déjenme-. Gruñó Enid sin hacer mucho esfuerzo para jalar la cobija ya que ella es más fuerte que Dedos pero su moral no dejaba que Dedos se lastimará por su culpa.
-Ya, Enid, tenemos cosas que hacer-. Le dije empujandola de la cama hasta que cayó de esta.
-¿Por qué me haces esto? Déjame dormir, hoy es luna llena y sabemos que pasará, ¡¿Por qué a mí?!-. Gritó como niña dando patadas en el aire desde su lugar en el suelo.
-Termina de hacer tu berrinche de niña y apúrate-. Dije con simpleza pasando a un lado de ella para buscar mi ropa del día.
Enid siguió refunfuñando cómo una niña por otros segundos hasta que se levantó dándome una mirada de enfado para por fin comenzar a cambiarse, yo hice lo mismo mientras que Dedos terminaba de acomodar la cama, nunca creí que algún día compartiría cama con alguien más, mucho menos con alguien como Enid pero ahora que lo hago... No sé cómo he podido vivir sin sentir su calor a mi lado, aunque a veces es molesto por qué parece un horno.
Tener a Enid cómo novia es... Surrealista, algo que me ha sacado de mi zona de confort, Enid es muchas cosas que me fascinan, sus pequeños gestos que tiene cuando habla, la forma sutil que sus ojos siempre me buscan en cualquier lugar, el tono rojizo de ellos cuando se llega a molestar, la forma en que parece inocente pero que realmente podría matarte con un suave toque de sus dedos, Enid simplemente es la perfección absoluta en este mundo. Terminé de cambiarme para girar medio cuerpo y ver a Enid que estaba del lado de su cama.
-Enid... ¿Qué se supone que estás haciendo?-. Pregunté acercándome a ella ya que tenía su teléfono en sus manos.
-Me estoy tomando una selfie, me veo bien así, ¿No?-. Preguntó dándome una media sonrisa para luego volver su vista a su celular seguido de un flash.
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-El negro te queda bien pero eres maravillosa en tus atuendos rosas-. Dije acercandome a ella cuando dejó el celular, tome su mano con suavidad para plantar un suave beso en ella.
-¿Lo crees? Se que odias el rosa y he tratado de usar menos rosa, me gusta mi nuevo gusto por la ropa... Un poco más parecido a lo tétrico cómo tú pero el rosa... No puedo dejarlo-. Admitió con un puchero y yo sonreí dándole otro beso en el dorso de su mano.
-No tienes por qué minimizar tu gusto por el rosa, no por mi, mi amada, el rosa solo se ve bien en ti, Te amo-. Le dije con bastante seriedad y fue extraordinario ver cómo sus ojos brillaron de felicidad.
