Después de lo acontecido en la escuela
Nevermore, Enid Sinclair regresa a San Francisco con su familia, lo que no muchos saben es que su familia es una real y más antigua que existen en todos los clanes de lobos, aunque eso no importará mucho cuando...
-¡¿Qué mierda está pasando?! ¡Divina!-. Gritó Kent desde el asiento del conductor conduciendo como loco.
-¡Estoy bien! Sigue acelerando, esos imbéciles son cazadores, me hice cargo de los lobos-. Aseguró Divina agarrándose más a mi pelaje.
Observé la Jeep pasando por algunas rocas, olfatee un poco el aire, hubo un pequeño zumbido pasando por mi oreja derecha y giré hacia atrás para ver una flecha en llamas conectado con una llanta de los coches que nos perseguían, provocando que perdieran el equilibrio y chocando con otro coche bruscamente. Rápidamente me detuve de correr haciendo que Divina apretara con fuerza mi pelaje para no caer.
-¿Enid? ¿Qué estás haciendo?-. Preguntó Divina con el corazón acelerado, podía escucharlo.
Me coloque en posición de ataqué, soltando un gruñido y mostrando mis dientes para luego correr directamente hacia los coches que venían a toda velocidad, Divina solto un gritó mientras tanto me hice a un lado en el último minuto, quedando en medio de dos camionetas, me levanté un poco haciendo largos cortes con mis garras, haciendo explotar las llantas de ambos coches, luego corrí y salte encima del techo de uno provocando que me dispararán sin éxito.
Mis hermanos vinieron atacar también, tome con mi pata derecha a uno de los hombres que se asomaba por una ventana, mis garras atravesaron su cráneo y lo arrojé con fuerza contra el otro coche. Mis hermanos, Divina y yo nos ocupamos de los coches dejándolos inservibles, Hari, Milly y Mijin hicieron explotar los últimos dos autos, rápidamente aceleré y corrí hacia la Jeep, Kent manejo como un profesional. Y en seis o siete minutos estuvimos fuera de la reserva del clan, llegando así a la carretera, pero antes de que saliera, mis hermanos y yo cambiamos para pasar como un humano normal.
-Enid... Para la otra ¿Serías tan amable de decir que nos cazan? Digo, Divina no me dijo nada-. Murmuró Kent cuando aparecimos todos cambiados al lado de la carretera.
-Lo siento Kent, lamento involucrarte en esto y sobre todo ponerte en riesgo, aunque a ti no te cazan, me cazan a mi-. Murmure con nerviosismo, rascando mi cuello.
-Te equivocas, no te "cazan", nos cazan por qué eres mi amiga, somos como una pequeña familia y claramente mi hermana y yo no dejaremos que te hagan nada, se metieron con la persona equivocada-. Aseguró Kent dándome una sonrisa mientras metía sus manos en los bolsos de sus chaqueta.
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-Gracias-. Dije con voz temblorosa mientras sentía ganas de llorar.
-Estamos juntos en esto Enid, Yoko se puso un poco loca al no poder estar cerca para ayudar, nos reuniremos con ella pronto, debemos sacarte de San Francisco, espero que traigan sus pasaportes, Kent y yo manipularemos todo para que sea fácil-. Murmuró Divina abrazándome por los hombros y besando mi mejilla con cariño.
Mi hermano Ezio habló con mis dos amigos, agradeciendo su ayuda pero no pude evitar sentir arcadas y corrí hacia los árboles, vaciando mi estómago al recordar la matanza que hice, no me arrepiento pero fue bastante asqueroso en mi opinión, aún me hace sentir rara la sangre, ya no como antes por qué Merlina me ayudó a tolerarlo un poco por qué se lo pedí pero aún así, sentí unas palmaditas en mi espalda, cuando termine de vaciar mi estómago me limpie la boca con un pedazo de papel que fue extendido por mi hermano Egan.
