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Mientras esperaban a que viniera el ascensor, Karl decidió darle conversación.

—Así que eres músico—.Él asintió—. ¿Sabes? Una vez trabajé como recepcionista en un disquera y aquello era una locura total, ¿también pasa en tu lugar de trabajo? Casi todos estaban siempre de mal humor y se comunicaban a gritos... supongo que debe de ser un lugar muy estresante.

Salón de masajes, disquera... el chico de los mil trabajos ¿acaso era Trish de Austin y Ally? pensó él, poniendo los ojos en blanco. Debía de ser muy poco serio para cambiar tanto de empleo, pero recordó que la idea era ponerlo de su parte y no en contra, y optó por no hacer comentarios al respecto. Llegaron al cuarto piso y el chico salió detrás un poco cohibido, algo de lo que él se percató.

—¿Estás pensando en Dahmer, verdad? —bromeó.

—No tiene gracia.

—Tranquilo—. Sapnap abrió la puerta, sin dejar de sonreír—. Pasa.

Karl se relajó al ver que, en efecto, había más personas allí. Aunque tampoco significaba nada, podían ser una secta o algo así, pero al momento supo que aquello eran tonterías: conocía a Sylvee de cuando había vivido en el piso de su hermano, ambos habían coincidido montones de veces en la piscina, escaleras o ascensor, y la chica era muchísimo más simpática que Sapnap. También había dos chicos de aspecto inofensivo y un mulato de ojos verdes bastante guapo. Lo miraron cuando entró, cortando sus conversaciones como si no creyeran que estaba allí presente, hasta que Sylvee se aproximó con una sonrisa.

— ¡Hola! —Saludó con entusiasmo—. No te preocupes, entra. ¿Tienes hambre? Hay mucha comida.

—Gracias, no me apetece. Excepto si son cupcakes.

—¡Ah! ¿Te gustaron?

—Sí, fue un detalle por tu parte. Bueno, en realidad solo me dio tiempo a probar uno, porque George se comió el resto, pero...

Dejó de hablar al notar que los dos chicos que notó antes lo miraban con los ojos abiertos de par en par.

—Este es Jesse —se apresuró a decir la rubia, para que los dos chicos no quedaran como imbéciles desesperados—. Es mi... bueno, hemos salido un par de veces. Es bombero —le encantaba decir aquello.

— ¿Bombero? —Repitió Karl—. Oh, vaya. Una vez trabajé como repartidor de pizzas y siempre nos llamaban los de la calle Strain, eran muy amables. Pobrecitos, con esos turnos interminables, ¿tú lo llevas bien?

—Te acostumbras —respondió Jesse sonriendo, aunque por dentro aún continuaba pensando en aquel «Es mi...» de Sylvee.

—Esos son Punz y Dream —comentó Sapnap—. Trabajan conmigo. Bueno, también son amigos. Normalmente hablan, aunque no digan nada muy interesante.

Los dos reaccionaron al fin y la saludaron.

—¿Le has contado algo? —preguntó Sylvee.

Si por contarle se refiere a amenazarlo con meterlo en la cárcel pues...

—Por encima —replicó Sapnap, ignorando a propósito los gestos de aprobación que le estaba haciendo Punz—. Solo que necesito que me acompañe a una fiesta...

—O me denunciará por no tener carnet —terminó Karl.

—Si hubieras aceptado mi primera oferta no habríamos llegado a esa parte.

—No estás en el trabajo —se metió su hermana—. Y no puedes ir así por la vida, Sapnap. Hay que explicar las cosas bien—.Se aproximó al adorable chico y lo miró—. Su novia lo ha dejado. Lo lleva regular porque no solo tiene que verla en la compañía, sino que encima la bruja le restriega a su nuevo novio. La fiesta benéfica es dentro de un par de semanas y tiene que ir, porque, si no va, a su jefe no le hará ninguna gracia y Sapnap lleva años trabajando para sus grabaciones—.Karl afirmó con la cabeza sin pestañear—. Si va acompañado de otra persona, ella dejará de sentirse tan importante, la gente parará de mirarlo con lástima y todo volverá a su lugar.

maldita kate: karlnap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora